Capítulo 4

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POV CALLE

Me puse totalmente tensa al sentir el tacto de la lengua de Poché sobre mi cuello. La ira invadió todo mi ser. Ella me miraba divertida por mi reacción. En ese momento todo lo que quería decir quedó atorado en mi garganta. Me abrí paso entre la gente hasta llegar a la barra. 

-¿Qué pasa? -me pregunto. 
-No, nunca podría emborracharme lo suficiente para dejar que me llevaras a ese sofá.
Su cara se retorció en una mueca de ira, pero, antes de que pudiera decir nada, una chica de perlo corto y tatuajes apareció.
-Vaya, vaya, si es María José Garzón -dijo, contoneándose en todos los sitios correctos.
Dio un trago y clavó los ojos en mí.
-Hola, Matu.
-¿No me presentas a tu novia? -dijo ella sonriendo.
Puse los ojos en blanco por lo transparente y lamentable que resultaba.
-No es mi novia.

Poché tomó a Matu de la mano, y ella la siguió feliz a la pista de baile. La manoseó por todas partes durante una canción, otra y otra. Estaban montando una escena por cómo ella le dejaba meterle mano y, cuando la inclinó, me volví de espaldas a ellas.

-Pareces molesta -dijo un hombre que estaba sentado a mi lado.-¿Esa de ahí es tu novia?
-No, es solo una amiga -murmuré.
-Pues menos mal. Podría haber sido bastante incómodo para ti si lo hubiera sido.
Se volvió hacia la pista de baile y sacudió la cabeza ante el espectáculo.
-Y que lo digas -asentí, apurando lo que me quedaba de la botella.
Apenas había notado el sabor de las últimas dos, y tenía los dientes adormecidos.
-¿Te apetece otra? -preguntó. Lo examiné y él sonrió-. Soy Erick.
-Calle -dije, estrechando la mano que me tendía. Levantó dos dedos al camarero y sonreí-. Gracias.
-Entonces, ¿vives aquí? -me preguntó.
-En Morgan Hall, en Eastern.
-Yo tengo un apartamento en Hinley.
-¿Vas a State? -pregunté-. ¿No está como a... una hora de distancia? ¿Qué haces por aquí?
-Me gradué el pasado mayo. Mi hermana pequeña va a Eastern. Me quedo con ella esta semana mientras busco trabajo.
-Vaya..., la vida en el mundo real, ¿eh?
Erick se rio.
-Y es tal y como nos cuentan que es.
Saqué el brillo de labios del bolsillo y me lo extendí con esmero, usando el espejo que forraba la pared que había detrás de la barra.
-Un bonito color -dijo él, mientras me observaba apretar los labios.
Sonreí, mientras sentía la ira hacia Poché y la embriaguez del alcohol.
-Tal vez puedas probarlo después.
A Erick se le iluminó la mirada mientras se acercaba más, y yo sonreí cuando me tocó la rodilla. Apartó la mano cuando Poché se interpuso entre nosotros.
-¿Estás lista, Daniela?
-Estoy en medio de una conversación -dije, apartándola.
Tenía la ropa empapada por el circo que había montado en la pista de baile, y me limpié la mano en la falda ostentosamente.
Poché puso mala cara.
-¿Acaso conoces a este chico?
-Es Erick -dije, dedicándole la mejor sonrisa de coqueteo a mi nuevo amigo.
Me guiñó un ojo, después miró a Poché y le tendió la mano.
-Me alegro de verte.
Poché me observó expectante hasta que cedí y la señalé con la mano.
-Erick, ella es María José -murmuré.
-María José Garzón -afirmó ella, mirando la mano de Erick como si quisiera arrancársela. Los ojos de Erick se abrieron como platos y, con poca elegancia, apartó la mano.
-¿María José? ¿La María José de Eastern? -Apoyé la mejilla en el puño. Poché alargó el brazo por detrás de mí para agarrarse a la barra.
-¿Sí? ¿Qué pasa?
-Te vi luchar con una chica el año pasado. ¡Pensaba que estaba a punto de presenciar la muerte de alguien! -Poché lo fulminó con la mirada.
-¿Quieres verlo de nuevo?
Erick soltó una carcajada, y nos miró por turnos. Cuando se dio cuenta de que Poché iba en serio, me sonrió como señal de disculpa y finalmente se fue.
-¿Estás lista ahora? -espetó ella.
-Eres una auténtica idiota, ¿lo sabías?
-Me han llamado cosas peores -me dijo, ayudándome a levantarme del taburete. Seguimos a Juana y a Johan hasta el coche, y cuando Poché intentó tomarme de la mano y llevarme a través del aparcamiento, la aparté. Se dio media vuelta y yo me detuve bruscamente, retrocediendo cuando ella se quedó a tan solo unos centímetros de mi cara.
-¡Debería besarte ya y acabar con esto! -gritó ella-. ¡Esto es ridículo! Te besé en el cuello, ¿y qué?
Su aliento olía a cervezas y cigarrillos, así que la aparté.
-No soy tu amiga con derecho a roce, Poché.
Ella sacudió la cabeza, sin poder creérselo.
-¡Nunca he dicho que lo fueras! ¡Estás conmigo veinticuatro horas, siete días a la semana, duermes en mi cama, pero la mitad del tiempo actúas como sino quisieras que te vieran conmigo!
-¡Pero si he venido aquí contigo!
-Siempre te he tratado con respeto, Daniela.
-No, me tratas como si te perteneciera. ¡No tenías derecho a espantar a Erick así!
-¿Sabes quién es Erick? -me preguntó.
Cuando negué con la cabeza, se acercó más.
-Pues yo sí. El año pasado lo arrestaron por agresión sexual, pero retiraron los cargos.
Crucé los brazos.
-Oh, ¿entonces tienen algo en común?
Poché frunció el ceño, y los músculos de sus mandíbulas se movieron bajo la piel.
-¿Qué? -dijo en un tono frío y bajo.
Apreté los labios, todavía más enfadada. Lo había llevado demasiado lejos.
-Simplemente estoy enojada contigo.
-He estado bebiendo, ¿vale? Tu piel estaba a dos centímetros de la mía, eres guapa y hueles demasiado bien cuando sudas. ¡Te besé, lo siento! ¡Supéralo!
Su disculpa me hizo esbozar una sonrisa.
-¿Crees que soy guapa?
Frunció el ceño con disgusto.
-Eres una preciosidad y lo sabes. ¿Por qué sonríes? -Intenté reprimir mi regocijo para no darle ese placer.
-Nada. Vámonos.
Poché se rio y sacudió la cabeza.
-¿Qué? ¿Cómo? ¡Eres un auténtico dolor de cabeza! -me gritó, mirándome fijamente. No podía dejar de sonreír y, tras unos segundos, Poché sonrió. Sacudió la cabeza de nuevo, y después me pasó el brazo por la cintura.
-Me vuelves loca. Lo sabes, ¿no?

DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora