Capítulo 2 POV CALLE

30 6 3
                                    

Caras familiares ocupaban los asientos de nuestra mesa favorita para comer. Junto a mí se sentaban Juana, y Juan, al otro, y los restantes sitios fueron ocupados por Johan y sus amigos.

-Estás sentado en mi silla, Paisa.
Paisa se dio la vuelta y vio a Poché de pie detrás de él, y entonces me miró, sorprendido.
-Oh, ¿es una de tus chicas, Poché?
-Desde luego que no -dije, negando con la cabeza. Paisa miró a Poché, que lo observaba fijamente con expectación.
Poché me sonrió cuando se acomodó en el asiento. El comportamiento de Poché les picaba la curiosidad, a las personas a nuestro alrededor y yo me contuve para no sonreír por ser la única chica junto a la que insistía en sentarse.

Poché me siguió a mi habitación, después de haber tenido una breve charla sobre un exámen de biología y yo saqué mi guía de estudio, mientras ella abría mi libro. Me interrogó implacablemente y después me aclaró unas cuantas cosas que no entendía. Tal y como ella se explicaba, los conceptos pasaron de confusos a obvios.

-... y las células somáticas se reproducen mediante la mitosis. Y ahí vienen las fases. Suenan de forma parecida a un nombre de mujer: Prometa Anatelo.
Me reí.
-¿Prometa Anatelo?
-Profase, Metafase, Anafase y Telofase.
-Prometa Anatelo -repetí asintiendo.
Me golpeó en la coronilla con los papeles.

Cerré la puerta detrás de nosotras.
-No te enfadarás si repruebo este examen, ¿no?
-No vas a reprobarlo, Calle.

Llegué a mi clase.
-Hola, Poché. -Me volví y vi a un hombre alto, que sonreía a Poché mientras iba a la clase.
-¿Qué hay, Villalobos? -
Los ojos de el chico se iluminaron un poco cuando me miró y sonrió.
-Hola, Calle.
-Hola -respondí, sorprendida de que supiera mi nombre.
Lo había visto en clase, pero nunca nos habíamos presentado. Villalobos siguió hasta su asiento, bromeando con quienes se sentaron a su lado. Llegó Juana y la seguí hasta nuestros asientos.

-¿Cómo ha ido? -preguntó ella.
Me encogí de hombros.
-Es un buena tutora.
-¿Solo una tutora?
-También es un buena amiga.
Pareció decepcionada, y yo me reí por la expresión de frustración de su cara. Siempre había sido uno de los sueños de Juana que saliéramos con dos chicos que fueran amigos y compañeros de habitación-guion-primos.

El examen acabó resultándome un paseo, y fui a sentarme a los escalones del exterior del edificio para esperar a Juana. Cuando bajó repentinamente hasta mi lado, con cara de derrota, esperé a que hablara.

-¡Me ha ido fatal! -gritó ella.
-Deberías estudiar con nosotras.
Juana soltó un lamento y apoyó la cabeza en mi hombro.
-¡No me has ayudado nada! ¿No podrías haber hecho algún gesto con la cabeza por cortesía o algo?
Le rodeé el cuello con el brazo y la acompañé hasta nuestra residencia.

Durante la semana siguiente, Poché me ayudó con mi ensayo de Historia y me hizo de tutora en Biología. Fuimos juntas a ver la lista de notas colgada fuera del despacho del profesor Campbell. Yo era la tercera estudiante con mejor nota.

-¡El tercer puesto de la clase! ¡Bien hecho, Calle! -dijo ella, abrazándome.
Sus ojos brillaban de emoción y orgullo, y di un paso atrás presa de un repentino sentimiento de incomodidad.
-Gracias, Poché. No podría haberlo hecho sin ti -dije, tirando de su camiseta.

Conforme pasaron los días, tuvimos que sortear los persistentes rumores acerca de que teníamos una relación. La reputación de Poché ayudó a acallar el rumor. Nunca había sabido estar con una sola chica más de una noche, así que cuanto más nos veían juntas, mejor entendía la gente nuestra relación platónica como lo que era. Ahora bien, ni siquiera las constantes preguntas sobre nuestro vínculo hicieron disminuir la atención que Poché recibía de sus compañeras. Siguió sentándose a mi lado en Historia y almorzando conmigo. No tardé mucho en darme cuenta de que me había equivocado con ella, e incluso llegué a
defender a Poché de quienes no la conocían tan bien como yo.

DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora