Capítulo2

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No sabía por qué el cuervo me había llevado allí, pero me quede con él. La oscuridad ya no era tan densa y el rostro de La Muerte se dulcificó.

El cuervo se posó en el dedo índice de la estatua y yo comprendí que era una especie de botón. Jalé de él hacia abajo y con un estremecimiento, la figura de piedra se hizo a un lado, para dejar al descubierto una delicada escalera de piedra.

El cuervo y yo, descendimos por ella en silencio. A los pies de la escalera había un hermoso salón en el que graznaban docenas de cuervos, solo se callaron al percatarse de que yo estaba allí.

El cuervo que estaba a mi lado les graznó a los demás y ellos reanudaron sus chillidos. Comenzaron a volar en círculos, hasta formar un gran torbellino negro que me desarreglaba el cabello.

Una luz roja comenzó a encenderse en el centro del tornado negro. Los cuervos se retiraban del torbellino, a medida que la luz roja crecía, hasta que ya no quedó ninguno para formarlo y la luz roja se transformó en una figura encapuchada.

La figura preguntó:

-¿Dónde está?

A continuación, todos los cuervos graznaron en mi dirección. La figura se giró en mi dirección y pude ver su rostro.

Era la mujer más bella que había visto, sus cabellos eran rubios y rizados en bucles, sus labios del color de la sangre eran carnosos, su nariz puntiaguda era respingada y sus ojos eran rojo carmesí.

-Abbey-Dijo como si nos conociéramos-, eras solo un bebé cuando te vi por última vez

-¿Quién eres?-Pregunté.

-Claro, no te lo he dicho en persona-Dijo la mujer sacudiendo la cabeza-…Abbey, soy tu madre.

El comentario me dejó atónita. Aquella mujer hermosa, que hablaba con los cuervos… ¿Era mi madre?

-He venido a entrenarte, hija mía-Se explicó la mujer.

-A… ¿Entrenarme?-Pregunté, aún en estado de shock.

-Dime que leíste la nota que te envié-Rogó ella.

-La he leído pero…, quiero preguntar cosas antes-Dije algo nerviosa.

-¿Qué quieres saber?-Preguntó con dulzura.

-¿Cuál es… “nuestra especie”?-Pregunté, marcando las comillas con mis dedos.

-Oh…no tiene un…nombre que digamos pero,…digamos que, hereditariamente soy…la reina del Infierno, mejor conocida como La Muerte.

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