Capítulo1

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Ese lunes por la mañana llovía y había llegado temprano a la escuela, aparqué en el sitio más alejado de la puerta de entrada  y no salí del auto hasta la llegada de mi amiga, Anabella.

-¿Qué haces llegando tan temprano a la escuela?-Preguntó. Me encogí de hombros.

-¿Qué escuchas?-Dijo quitándome un auricular.

-Seek and destroy de Metallica-Dije tranquilamente.

-¿Kill ‘em All?-Preguntó ella. Yo me limite a asentir.

Un cuervo despegó de algún lugar del aparcamiento y nos quedamos observándolo fijamente.

-¿Has visto lo mismo que yo?-Le pregunte a Anabella. Su cabello castaño cayó sobre su rostro, dándole un aspecto sombrío.

-¿Un ave fea y negra? Sí, la he visto

Las horas pasaron hasta que oí el último timbre.

Jamás tuve miedo de los cuervos, ¿Por qué ahora lo tenía?; Jamás sabría la respuesta.

Subí a mi coche, un andrajoso Renault 12 y me limite a ir a casa.

Entré a casa, dejé mi mochila en el suelo y llamé a mi madre. Ella no contestó. Y nunca volvería a hacerlo…

Entré a la cocina, en busca de alguna nota, no encontré nada.

Un cuervo se posó en mi ventana, llevaba una carta en el pico y me miraba con impaciencia. Abrí la ventana y lo dejé entrar algo nerviosa. Él depositó la carta sobre la mesada y se marchó. Observé la carta un instante, la letra no era de nadie que yo conociera, me decidí a leerla.

Abbey:

Sé que quien crees que era tu madre ha muerto y lo lamento. Quería decirte la verdad, soy tu madre biológica…pero, no debo decirte mi nombre porque te asustaría…

En fin, ya he llegado a una edad muy alta para nuestra especie y debo dejar el…”trabajo”. Éste “trabajo” es hereditario y no puedes deshacerte de él.

PD: No temas a los cuervos, ellos te ayudarán.

Anónimo.

Me quedé en estado de shock, viendo la nota.

¿Nuestra especie?, ¿El nombre de mi madre me asustaría?

Mi madre había muerto, pero no me dolió. Ella y yo jamás nos llevamos bien.

Las únicas cosas de aquella nota que me interesaban eran las que no decía.

*****

Tomé una ducha y fui a mi habitación. Otro cuervo apareció en mi ventana, ésta vez la abrí tranquilamente y él entró. Con su pico señaló a mis ropas, quería que me vistiera. Lo hice y luego me señaló la calle para que saliera afuera.

Bajé las escaleras a toda prisa y abrí la puerta, el cuervo salió a través de ella y me espero en el umbral, debía seguirlo.

Caminamos unas diez cuadras. Se detuvo en el cementerio, ingresamos a pesar de la oscuridad que lo cubría.

El cuervo, se posó sobre una estatua de piedra y yo me detuve cuando comprendí que la estatua, representaba a La Muerte.

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