Día uno: "Idealmente, chocolates."

7.5K 1K 351
                                    

Tema: Chocolates

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tema: Chocolates.
Viernes ocho de Febrero.

Osamu se encuentra en su salón correspondiente, el A, cuando escucha el cuchicheo típico de algunas chicas al pasar. Entre su desinterés, alcanza a escuchar algo que mueve ligeramente su atención.

Falta exactamente una semana para el esperado San Valentín.

-Kunikida-kun, ¿qué se regala para San Valentín?

Doppo mira a Osamu como si fuese idiota - y realmente lo es, solo que ahora como si fuese más idiota-, y solo acomoda sus lentes.

-Dime que no estás saliendo con alguien de algún curso inferior -es lo único que le responde.

Dazai hace un puchero que Doppo ignora completamente. Realmente una respuesta afirmativa a esa pregunta no le sorprendería del todo.

-¿Tan mala impresión tienes de mí? -una mirada basta para ampliar el puchero del castaño-. Pues, para tu información, tiene mi edad, y ustedes dos se llevarían extraordinariamente bien.

-¿Sí? ¿Puedo saber quién es? -la curiosidad se marca, sin que el rubio lo quiera, en sus palabras.

-Ayúdame con el regalo, y quizás te lo diga -Dazai dice-. O quizás no sabes, porque probablemente lo pases solo.

Una vena se infla en la sien del rubio, quien no tarda en golpear la mesa que ambos comparten con un libro de bordes verdosos.

-Anoté por orden de calidad y precio los posibles regalos para este San Valentín -anuncia, y se alza con orgullo mientras observa a Dazai leer.

-Solo hay chocolates -comenta el castaño-. Globos y flores.

-Sí, idealmente se deben regalar chocolates.

-¿Por qué?

-El chocolate estimula las endorfinas -explica-. Son las-. . .

-¿Y realmente tienes cita para ese día? -Dazai pregunta, ganándose un golpe en la nuca por parte de un indignado Kunikida debido a su interrupción, y, claro, por la interrogante.

Y no es que a Osamu realmente le importe la respuesta que recibe, porque cuando el rubio comienza a hablar su atención se desvía directamente a la mata de cabellos rojizos que va pasando justo fuera del salón en ese momento.

Saluda a Atsushi, quien en ese momento pasaba de igual forma pero por la dirección contraria, y luego sigue su camino hasta perderse por el pasillo.

Y Dazai ve la oportunidad en su kohai, quien, ajeno a todo, solo camina hacia su salón; va tranquilo, al margen de las ideas descabelladas de Dazai y claramente no esperando el repentino jalón que de la nada lo hace atravesar el umbral de una puerta que no pertenece ni remotamente a su clase.

-¿Q-Qué? -alcanza a decir, cuando se da cuenta de que su captor no es sino Osamu.

-Atsushi-kun, ¿recuerdas ese favor que te hice? -Atsushi claramente niega-. Da igual, necesito tu ayuda.

Nakajima duda. Cualquiera dudaría teniendo en cuenta de que los favores de Dazai eran todo menos fáciles, antes de preguntar:

-¿Qué sucede?

Y la sonrisa de Dazai se ensancha, siendo muy similar a la del gato de "Alicia en el país de las maravillas".

Entre todos los extraños favores que Dazai pudo haberle pedido, aquel era el más extraño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Entre todos los extraños favores que Dazai pudo haberle pedido, aquel era el más extraño.

-¿Chūya-san? -pregunta una vez lo encuentra en el interior de la biblioteca. Está enfrascado en un libro y únicamente compartiendo mesa con otro chico. Rampo, si no se equivoca, no tan silencioso pero también inmerso en su lectura.

Nakajima duda algunos segundos cuando la mirada azulina del pelirrojo se desvía del libro y se sitúa sobre su persona. Siente sus mejillas arder, y se promete hacer pagar ese favor que ahora Dazai le debe con creces. Entonces solo traga saliva y aclara su garganta.

-¿Le gusta alguna clase de chocolates en particular?

Lo dice rápido, ganándose una rápida mirada del otro chico presente -lo cual solo logra aumentar más el calor en sus mejillas cuando le oye soltar una risita-, y una ceja arqueada por parte del pelirrojo.

-¿Disculpa?

Atsushi rasca su nuca, incómodo, y se remueve en su sitio-. Es para un. . . amigo -dice.

-No me gusta el. . .

-Le gusta el chocolate con relleno de frutilla -interrumpe Edogawa, esbozando una sonrisa que de inocente no tenía nada.

-¡Oye! -alega en voz baja el otro.

-También los amargos.

Atsushi asiente, voltea y se pierde entre las pocas personas y estantes repletos de libros.

Chūya solo puede mirarlo antes de voltear hacia Rampo, ceñudo.

-¿Qué?

-Sabes que no me gusta el chocolate.

-Da igual, me los regalas a mí -y Chūya vuelve a abrir la boca, solo que el pelinegro le interrumpe antes de que su pregunta sea formulada-. Sí, su amigo era Dazai.

Una semana para enamorarte. [Soukoku] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora