Día cuatro: "Delirando de ¿amor?"

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Tema: Fiebre

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Tema: Fiebre.
Lunes once de Febrero.

Dazai no ha ido ese día a la escuela y a Chūya no le preocupa, por supuesto que no. No está pasándose su apartamento para llegar al del castaño porque quiera. No. Lo hace porque debe entregarle una tarea para el próximo mes.

Solo eso. Nada más.

Y cuando toca su puerta no siente un cosquilleo en el estómago. O puede que lo sienta, pero claramente es porque quizás comió algo en mal estado.

Le abre un ente al que un zombie no tiene nada que envidiarle. Ojeroso, despeinado y con la nariz teñida de un rojo similar al de Rodolfo.

Sí, el reno.

Se reiría luego de él.

Dazai llevaba su cuerpo cubierto por una frazada grande y fea y le ve con cierta sorpresa.

—Te ves horrible —le dice, teniendo que alzar la mirada, porque, enfermo o no, el bastardo sigue igual de alto.

—Intento copiar a Akutagawa, ¿tú que dices? —quizás si la voz le saliese un poco menos ronca y penosa, Chūya se habría reído.

—Te podría ayudar con las cejas —menciona, y la risa que suelta Dazai se convierte pronto en una tos— ¿Y Mori?

—Trabajando.

—¿Odasaku?

—Exámenes.

—¿Ya tomaste medicina? —Osamu niega—. Eres un estúpido.

—Chūya, estoy muriéndome, creo que tengo cuarenta de fiebre y un dolor de cabeza jodido. No me insultes cuando me duele hasta pensar.

—No seas llorón.

—Necesito amor, estoy débil.

—Necesitas una aspirina y dormir un poco.

—Necesito besitos de mi bonito vecino pelirrojo.

—Dios. . .

Nakahara suspira antes de alzar ambas manos y cubrir sus mejillas con ellas. Dazai solo se permite hacer porque el tacto frío de aquellas extremidades es realmente agradable y se inclina algunos centímetros.

Entonces se da cuenta de lo cerca que están, y parece que Chūya igual, porque su rostro se tiñe de un rojo escarlata bastante bonito cuando observa la pícara sonrisa del afiebrado castaño.

—No me opondré si me besas ahora, pero podría contagiarte —le susurra en un tono sugerente, logrando que el pelirrojo lo empuje hacia el interior del departamento mientras le suelta una sarta de maldiciones en voz baja.

—Idiota.

Recuesta a Dazai sobre su cama, tras dejar el bolso en la sala de estar, y arrebata la gran frazada que le cubre, recibiendo un chillido muy poco masculino como única respuesta.

—¡Tengo frío!

—No seas escandaloso, tu temperatura debe bajar —Chūya lo cubre con una manta delgada y mezquina, haciéndole fruncir el ceño entremedio de sus escalofríos—. No me mires así.

—Me estás abusando.

—Cállate —Dazai hace un puchero—. Volveré en unos minutos, quedate ahí y no te tapes.

—Abre la boca —Osamu jamás pensó que Chūya fuese bueno cuidando personas

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—Abre la boca —Osamu jamás pensó que Chūya fuese bueno cuidando personas. Bueno en deportes, sí. Bueno en varias materias, también.

Pero ahí estaba, colocándole paños húmedos en la frente y obligándole a tomar agua. Todo eso luego de observar su temperatura, chasquear la lengua y decir: "debiste haber llamado a Mori, o algo". A Dazai le gusta pensar que ese "o algo", era a él.

—¿Qué hora es? —pregunta Dazai entre dormido y despierto.

Quizás sea la fiebre, pero está seguro que ya se a dormido y despertado más de tres veces y Chūya sigue en el mismo lugar, cerciorándose de su temperatura y cambiando la compresas frías.

—Deben ser las tres de la madrugada —Nakahara le dice, su tono es despreocupado. Quita la toallita, aunque ahora solo seca su rostro y se coloca de pie.

Tras algunos minutos en donde Dazai podría decir que se volvió a quedar dormido, Chūya ingresa nuevamente en la habitación.

—¿Cómo te sientes? —pregunta.

—¿Kouyou no se va a preocupar de que no estés en casa? —Osamu encuesta, sin responder a su pregunta, pero entre abriendo sus ojos para poder observar al pelirrojo.

—Ya le dije que estaba acá —Chūya se nota cansado, Dazai lo percibe cuando le ve caminar en su dirección. Dazai toma su muñeca cuando este va a voltear. Tiene sentido, ya se encuentra estable y, literalmente vive al lado; era tarde y al día siguiente tenían clases, o bueno, Chūya tenía, porque probablemente este mismo le prohibiría terminantemente el asistir.

Quédate —murmura, observando la duda reflejada en sus ojos azules.

Hay un segundo de incertidumbre en ambos en donde Dazai hace todo su esfuerzo en poner el peor rostro de pena que puede mientras observa los ojos azules de Chūya.

Y Chūya termina por ceder, solo que creyendo firmemente que dormiría en el sillón. Entonces Dazai lo jala, tomándolo por sorpresa, y ambos terminan tumbados en la cama, peligrosamente juntos. Pero Nakahara se da cuenta a los pocos segundos, de que Dazai ya se encuentra profundamente dormido, y solo se dedica a observarlo de aquella forma tan relajada.

Puede sentir su corazón más acelerado, cuando su mano se acerca sin consultar a las hebras castañas, y deposita allí una pequeña caricia que logra aumenta aún más su pulso. Despeja su frente acalorada y se inclina. También puede sentir sus latidos a mil por hora luego de haber dejado un beso suave y corto sobre su frente.

Descansa. . .

Una semana para enamorarte. [Soukoku] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora