Memorias de un amor

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Recuentos del nacimiento de un amor fugaz.

En un momento inesperado, un día cualquiera de mi vida, el universo trajo tu corazón a mí

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En un momento inesperado, un día cualquiera de mi vida, el universo trajo tu corazón a mí.

Alrededor de dos años atrás te conocí... Joven, primoroso, la frescura de la juventud florecía en tus ojos.

Cada quien con su ritmo de vida tomó su camino, con el tiempo nuestras amistades crearon un puente de posibilidades para ambos.

Nuevamente te encontré, esa vez me gustaste, sin embargo como algo efímero lo olvidé.

Te marchaste... sería imposible volver a verte.

Hoy vivimos el presente, un presente dónde nos encontramos, no sabría si llamarle coincidencia o quizá casualidad...

Te encontré o... ¿me encontraste tú?

¿La espontaneidad de la vida o el destino?

Muchas formas hay de llamarle, solo surgió, solo fluyó como lo afirmé en aquella primera idílica carta.

Sin duda el tiempo me trajo tu corazón.

¿Química o empatía?

Una "extraña conexión" floreció entre ambos, permanecimos juntos, derrochamos risas, besos y caricias, los abrazos fueron como sabanas a nuestro remanso, y los cálidos besos abrigo para los días y las noches.

Fuimos belleza, fuimos poesía, fuimos siluetas mágicamente sincronizadas del arte.

Sin embargo... como todo cuento de hadas la calma no sería duradera, y rememorando aquella famosa leyenda, nuestro hilo rojo habría de enredarse y no sería fácil desatarlo.

Algunas veces, cuando nos enamoramos, perdemos la conciencia y racionalidad, nos sumergimos en mundos de fantasía, apropiamos como realidad sueños nocturnos que al final solo sueños son.

Ingenua, inexperta y enamorada decidí creer en la fugacidad del porvenir, en la quimera y hermosa leyenda de que nuestro hilo rojo podría enredarse, estirarse pero jamás romperse, olvidé que en la gran amplitud del espacio onírico existe para ambos la parálisis del sueño, y que además de ello, al despertar súbitamente vivía en un mundo lleno de espinas ante nuestro globo de ilusiones

 

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