El cerezo

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Desencuentro.

Te vi en la mañana fresca y rosa.

Las aves alegraban con su vuelo el cielo despejado.

El aire era frío, el ambiente esperanzador.

Cada persona se dirigía a su labor, en calma y afán.

Los verdes mangos de la ciudad eran paz y mi camino al trabajo somnoliento.

A pocas cuadras de la escuela, observé un cerezo esplendoroso, engalanado, florecido.

El viento citadino abatía sus ramas; algunas flores y pétalos se aventuraban a la libertad de volar, de resurgir y alegrar al transeúnte acariciándole en sus sienes.

Radiante e inigualable aquel.

Tal como el que un día nos acarició sin precedentes.

Bello y mágico, aún recuerdo que hizo de nuestra cita, nuestra última cita, el más romántico encuentro

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Bello y mágico, aún recuerdo que hizo de nuestra cita, nuestra última cita, el más romántico encuentro.

Nostálgico desencuentro.

Sutil remembranza de una ciudad bohemia, una calle... Imagen de calidez.

Expresión de cultura y complicidad.

La hora crepuscular, hora dorada que evocó deseos íntimos, profundos...

Deseos de besarte y tenerte por siempre.

Escasa luz... lluvia de pétalos, un árbol desflorando el otoño de un amor fugaz.

De repente, abrí mis ojos que abiertos estaban cerrados...

Enternecidos y enamorados de un cerezo que se distanciaba segundo a segundo, tal como tú de mí después de aquel ocaso.

Un cerezo florecido en el alba se llevaba de mí las alegrías, metáfora de tu desamor ese atardecer.

Un cerezo florecido en el alba se llevaba de mí las alegrías, metáfora de tu desamor ese atardecer

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