7.-Yeong Cheong.

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#MaratónFanboy


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P.O.V

Im Ban Ae.

Unos meses atrás...


Un enorme panel se situaba frente a mí, alargándose frente a las bien iluminadas cabinas de grabación inundadas de instrumentos musicales y decoradas con pisos de madera y paredes claras. Había un montón de botones cada uno llevando la melodía a un sentido y sonido diferente según estuviesen presionados o no. Era la plena tarde, tan viva y brillante como calurosa sin llegar a ser sofocante, entrando por la pequeña ventanilla de la pared a mi derecha, que estaba cubierta por una cortina sin demasiado esfuerzo para impedir las miradas de ajenos a nuestro precioso estudio.

Mi precioso estudio musical en Los Ángeles. Mi hogar.

Hacía muchas horas que estábamos trabajando en la misma canción, con la misma cantante, escuchar la misma melodía ya comenzaba a crear un picor en la mente junto a un furtivo deseo de estirar los brazos tullidos y tronar todos los huesos de mi espalda cansada, sin embargo, estaba tan inmersa y tan apasionada con la situación en cuestión que no podía concederme el capricho de fijar mi mente y cuerpo a enfocarse en otra acción.

Lo que siempre suele pasarme, que no puedo despegarme de los acordes y los compases así de fácil, como si nunca fuese una tarea fastidiosa aun cuando era cosa de todos los días. La música, muy amplia y escalofriante y a la vez hermosa en su especie, suele ser a menudo mi punto débil.

Ya sabes, esa cosa que la gente utiliza para amenazarte con tal de que hagas lo que ellos quieren. Como "Si me haces este favor te compraré ese disco de vinilo que tanto deseas" o "Si me obedeces o me ayudas te llevaré al concierto que quieras, te compraré el instrumento que desees".

Lo cierto es que no podía despegarme de ello, aun cuando estuviese muriendo de cansancio, hambre, enfermedad o alguna otra cosa que un ser humano considere como importante.

Me incliné sobre mi asiento hacia adelante y presioné el botón rojo del panel que habilitaba el micrófono de diadema conectado a mis audífonos, para dirigirme a Jess que estaba dentro de la cabina de grabación, sentada con inseguridad en el banquillo tras su micrófono de condensación, y es que, Jess parecía tener problemas para alcanzar la nota más alta en el clímax de la canción.

—Bien, hagámoslo una vez más. Esta es la parte más importante y hay algo que a mi padre no le está convenciendo—me encogí de hombros—Pero no te asustes, no muchas cosas convencen a ese terco hombre—hice un mohín que le decía a Jess que estaba bromeando, quien se rió tímidamente y bajó la cabeza. Sabía qué pensaba, estaba pensándose bien cómo poder lograr lo que desde hace horas atrás no podíamos lograr que hiciera.

Sentado junto a mí en el panel, papá me dio un codazo al que me estremecí riendo un poco.

—¿Por qué te metes conmigo? No he hecho más que tener la boca cerrada escuchando tus órdenes dictatoriales hacia la pobre chica. Si quieres inculparme de terquedad, procura que te hayan quitado tu puesto como la reina de ello.

El comentario me hizo reír un poco, jugueteando con un par de cables sueltos que se mantenían acostados sobre el panel. Él también bromeaba. La mayoría del tiempo éramos así de pesados el uno con el otro. Y, ¿qué mejor manera de querernos que no fuera esta?

Volví la mirada a Jess que estaba esta vez de pie frente al condensador, lista para intentarlo de nuevo.

—Creo que puedo hacerlo—avisó. Pero a juzgar por el tono que usó sonaba más como si nos lo preguntara que si confiara plenamente en ello.

Fanboy [판보이]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora