P r o l o g u e

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El piso de la habitación estaba repleto de hojas arrugadas, mientras que el pequeño basurero al lado del escritorio estaba completamente vacío. Estaba a segundos de arrancarme todo el cabello de la cabeza, o la cabeza misma si se me hacía posible. Pero, aunque suene exagerado, es estresante el no tener ni un poco de inspiración para escribir.

Arranque otra hoja de la libreta, la arrugue y la lance importándome poco el lugar al cual fuese a caer, declarando aquello como otro intento fallido. Estaba empezando a dolerme la cabeza y teniendo en cuenta el hecho de que llevo más de tres horas — si no es que más— encerrado en mi habitación con un grave bloqueo mental no me sorprende que me empiece a doler.

Cerré la libreta y la metí dentro de la mochila que siempre cargo, en caso de que la inspiración llegue a mí y poder tener a mano mi libreta. Me levante de la silla del escritorio y me dirigí hacia el ropero, tomé la primera camiseta que vi decente y me la puse, tirando la que tenía puesta anteriormente en la cesta para la ropa sucia. Tomé mi mochila y antes de salir di un vistazo rápido a toda la habitación para terminar prometiéndome a mí mismo limpiar en cuanto vuelva.

Puse la mochila en el sillón de la pequeña sala del departamento y me dirigí hacia la cocina. Abrí el refrigerador, que para mi sorpresa, lo único que había en su interior era una botella con agua y la mitad de un sándwich, que al parecer lleva más de una semana dentro de este, por los hongos que habían en el. Tomé la botella con agua y cerré el refrigerador, a la vez que hacía una nota mental de pasar por el supermercado antes de volver a casa.

Abrí la botella y empecé a beber de su contenido, mientras me dirija hacia el sillón a tomar mi mochila para así colgarla en mis hombros, me dirijo hacia la puerta, agarre las llaves y mi móvil de la mesa que se encontraba al comienzo del pequeño pasillo y finalmente salí del departamento. Mientras me dirigía a la parada de autobuses, decidí que era momento de encender mi celular luego de haber permanecido apagado por más de tres horas. Mantuve presionado el botón de encendido hasta que finalmente vibró y lanzo una luz blanquecina hasta mostrar mi fondo de pantalla. Fue cuestión de segundos cuando el pequeño aparato en mi mano empezó a vibrar como loco.

Deje que terminaran de caer todos las notificaciones de mensajes, llamadas o de alguna red social y me subí al autobús, sentándome en la parte trasera de este. Cuando toda la gente subió el autobús no tardó en arrancar. Volví mi atención a mi móvil, el cual finalmente había dejado de vibrar y sin esperar más lo desbloquee.

La mayor parte de notificaciones eran mensajes por lo que entre directamente en Kakao Talk. La mayoría de ellos provenían de números desconocidos, lo que me hizo llegar a la conclusión de que algunos de los chicos se lo dieron a la primera persona que se los pidió o que estando en pleno estado de ebriedad pude darlo y no recordarlo. Por lo que no me tomé molestia alguna de leerlos. El resto provenían del grupo que Hoseok había creado y los otros eran de Yoongi y Taehyung invitándome a alguna fiesta.

Al ver que ningún mensaje era de suma importancia, decidí guardarlo en el bolsillo de mi pantalón, pero estando a punto de realizar mi cometido, el móvil empezó a vibrar de forma constante dando a indicar que era una llamada. Deslice el icono verde para contestar la llamada y lo lleve hacia mi oído.

Joon —dijo Hoseok al otro lado de la línea—, ¿qué hay? ¿Tienes tiempo?

— ¿Qué ocurre? —apoye mi cabeza contra la ventana del autobús y cerré los ojos.

Nos invitaron a una fiesta ¿Te apuntas?

¿Hora?

A eso de la 10:30 p.m. ¿Pasó por ti?

Pensé por un momento cuáles eran mis opciones. Ir al departamento y quedarme en completa soledad o salir de fiesta. Era más que obvio cual era la opción más tentadora.

Half | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora