Epílogo

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Hoy es Navidad y si mi memoria no me falla, vendría siendo la número 3 que estoy pasando con Samuel como mi esposo. Las cosas en éste tiempo han ido relativamente bien, solo que con el problema de que mi madre desapareció en el momento de que se enteró de nuestro compromiso, no entiendo como aún sigue con ese rencor, pero la verdad es que no pensamos mucho en ello. Intentamos tener una vida tranquila sin tantos problemas.

—Hijo, tráeme ese plato por favor—Mi padre se ha estado encargando de cuidar a Carol, ella está a poco tiempo de ser una adulta, pero como todos, tiene que comenzar a llevar las cosas con calma o si no terminará metida en problemas.

—Aquí tienes... oye ¿Sabes dónde está Carol? No la he visto desde que llegamos acá—

—Debe estár con Mario. Sabes que está loca por él—Mario es el amigo de mi hermana, pero más parecen novios, pasan juntos la mayoría del tiempo.

—Si... oero dile que venga luego, no es bueno que haga eso en Navidad. Exijo a mi hermana a mi lado—

—Ella la sobre protectora—

—Tu no hables Samuel... sigue con lo tuyo—

—Ok... voy a ver a mis padres—Al final Samuel decidió seguir llamando a sus tíos así, si finalmente ellos lo criaron como su hijo y él no los ve de otra manera.

—Cuidado en el camino—Él asintió saliendo de casa.

Ahora que me encuentro solo con mi padre en casa no sé qué cosa podríamos hacer para no aburrirnos, la tarde está muy helada para salir así como así.

—Hijo... ¿Podemos hablar?—

—Claro... dime que necesitas— Fuimos a sentarnos en el sofá, él antes de eso llevó unas tazas de chocolate caliente.

—Bien... ¿Cómo es que Samuel cambió de trabajo? Osea, él era un detective bueno y que terminara siendo dueño de un restaurante me parece algo extraño—

—Bueno eso... lo hizo por petición mía—Tomé un poco de la bebida—Recuerdo que unos días antes de irme de esa casa le dije seriamente que si quería pasar el resto de su vida conmigo, tendría que dejar ese trabajo o si no lo terminarían matando—

—Eso es verdad... pero si en todo caso no se vieron en 2 años—Levanté los hombros.

—No sé que le habrá dado, pero al final me hizo caso. Estoy seguro de que pensaba lo mismo que y—

—¿De que se volverían a encontrar?— Asentí— Me alegro mucho por ambos. Tu madre no por desgracia. Pero espero que un día entre en razón y olvide los problemas del pasado—

—Eso mismo espero...—

(...)

—Samuel... ¿Podemos tener un perro?— Días después de Navidad decidimos volver a casa, para el año nuevo quisimos pasarlo los 2 solos. Como que ambos necesitamos estarlo.

—¿Un perro? Yo estaba pensando en un gato—

—¿De verdad?... ¿Pero que tienen de especial los gatos?—

—Son independientes. Así cada vez que uno se vaya a su trabajo no sufrirá tanto si no nos ve. Un perro lloraría mucho y eso le puede hacer mal— Maldición... yo quiero un perro, pero Samuel tiene razón.

—A no ser...—

—¿A no ser que?¿Tienes algo en mente?— De un momento a otro se acercó entusiasmado a mi, eso me asustó un poco, es raro que lo haga sin un fin malvado.

¿Qué clase de secuestro es este? (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora