Era Lunes, y debía correr hacia mi clase de Química.
Aquel día había olvidado que no debía traer falda cuando tenía clases en el laboratorio. A lo mejor el maestro no se daria cuenta si traía la bata encima así que rápidamente la saco de mi mochila mientras acelero el paso, me detengo unos segundos para ponérmela y nuevamente estoy corriendo.
La clase de Química del maestro Cho es una de las más amenas que he llegado a tener durante la carrera, aun así, espero que en la época de exámenes sea igual de comprensivo como lo ha sido hasta ahora. Era uno de mis maestros favoritos hasta ahora.
— Buenos días, maestro Cho – salude con una reverencia a la cual el respondió y continuó con su charla mientras yo buscaba asiento entre las mesas de baldosa blanca – Hola DoYoung – susurre al muchacho de cabello negro que se encontraba en la mesa a mis espaldas, sus pequeños ojos me habían seguido desde la entrada, es algo que normalmente hacía.
— Hola _____ – respondió formando una pequeña sonrisa
Le envié una última sonrisa y atendí a Cho, quien hacía su introducción. En cuanto a nosotros, una vez el maestro termino de hablar cada uno se hizo cargo del material así que caminé hacia una de las estanterías para tomar la cubeta con todo lo necesario para empezar con mi informe. Normalmente trabajábamos de forma individual, el maestro decia que odiaba las parejas o los grupos de trabajo debitado a que nunca trabajábamos lo suficiente, algo con lo que extrañamente estaba de acuerdo. No había tenido muy buenas experiencias con los grupos de trabajo.
Me dirigí a mi asiento al igual que los demás, todos se encontraban arreglando unas cuantas cosas cuando un fuerte estruendo se escuchó en todo el laboratorio para ese entonces entonces resbalé bajo la mirada de todos mis compañeros. Por suerte nada de lo que traía cayo de la cubeta pero el rostro de DoYoung y los demás chicos demostraban lo contrario.
— _____ – habló el pelinegro poniéndose en Cunclillas frente a mi. Su respira Niño estaba acelerada y solo demostraba angustia, sus manos rodeaban mi cara y examinaban el resto de mi cuerpo hasta que se detuvo por un par de segundos en mis piernas, luego continuó con su búsqueda con su rostro ahora pálido.
— No es nada, Dodo, solo me resbalé – dije, el dolor en mis pompis era lo único que percibia.
— No __, Dios, no veas tú pierna – su voz salía temblorosa, yo fruncí el ceño sin entender a que se refería – Lo siento, tropecé con un precipitado y cayó al suelo, solo... no veas tú pierna – hablo rápidamente.
— Dong, llévela a la enfermería – dijo el maestro Cho casi gritando, está vez era élquien estaba en pánico. El único que había reaccionado a mi caída fue mi amigo, los demás presentes solo veían la escena o simplemente se acercaban por si necesitaba ponerme de pie pero no decían nada – Señorita Knight sabe que no puede asistir con prendas cortas los días de alborotarlo, no es así? – lentamente baje la mirada encontrándome con DoYoung y a su lado un pedazo de vidrio incrustado a un lado de mi rodilla. Mierda.
— Linda, te dije que no mirarás – escuche – _____, _____ tranquilízate, linda?...
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