Sentía que estaba acostada en un objeto duro e incómodo, apenas podía escuchar unas voces en el fondo y un irritante olor a alcohol se colaba por mis fosas nasales, esto último hizo que abriera mis ojos con una mueca que mostraba de todo menos felicidad.— _____, como te encuentras? – Doyoung se acercó a mi y apoyo mi espalda con su brazo al ver que quería sentarme sobre la dura camilla de la enfermería. Había estado un par de veces aquí cuando tenía dolor abdominal por mis días rojos.
— Solo tengo un poco de mareo, debe ser por el alcohol – dije haciendo una mueca otra vez – y tú?, cómo estás? – mire sus ojos, parecían estar más preocupados de lo normal y su ceño fruncido lo hacía más notable. Acerque mi mano a su cuello y acaricié los cabellos que se encontraban en su nunca, lo que hizo que la enfermera me mirara extraño.
Algunas personas hacían lo mismo al ver mi lazo afectivo con cualquiera de mis amigos cercanos, tengo claro que no es muy común tener ese tipo de comportamiento en un país como este pero poco a poco mis conocidos se han ido acostumbrando a mis gestos, especialmente DoYoung, Johnny y Lisa, ellos son quienes reciben más cariño que el resto. Constantemente los ando abrazando o besando sus mejillas y ellos parecen bastante cómodos con eso.
— Tengo que pagar el precipitado – rio un poco – Pero eso no importa ahora, te due...
— Bien, es hora de limpiar la herida, no necesita puntos, el vidrio que tenías allí solo era un pequeño pedazo que se había pegado con la sangre – hablo la enfermera interrumpiendo a mi amigo, este me miro por unos segundos y me abrazo cuando vio a la mujer con el algodón y el agua oxigenada a la mano – No voy a mentirte cariño, va a escocer así que sujétate a tu novio si es necesario.
Le di una mirada a Doyoung, él estaba sonrojado y una sonrisa se asomaba en su rostro pero no me miraba, sabia el porqué de su reacción. Rodee su cuello con mis brazos y enterré mi cara allí, logrando inhalar su varonil aroma.
— Debería compensarlo de alguna forma – dijo el chico en mi oído – Qué tal si me acompañas a la cafetería esta noche?
– Claro que...mierda – el ardor alreadedor de mi pierna se hizo presente al igual que la risa del pelinegro, parecía tensa por un momento pero luego se relajó cuando me acostumbre al dolor. La enfermera me miro de hito en hito y yo me limité a apretar a Doyoung contra mi mientras la herida era desinfectada – Lo siento, que decías?
— Nos vemos esta noche frente a tu departamento
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