Tiempos dificiles.

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El galope de los caballos se hacia mas fuerte conforme pasaban ¿Cuantos eran? No queria despertar, pero podia apostar que eran seis. ¡SEIS! ese numero no era de cualquier carruaje, su emoción se disparó por un segundo y volvió a bajar "conserva la calma" se dijo. El gallo habia cantado, ella ya no dormia pero mantenía la mirada escondida en sus parpados aún, su madre le habia advertido que tenian que trabajar, claro, este "palacio" no se cuidaba solo y al parecer ahora menos que habian llegado los dueños.

-¡Levantarse señores y señoras! Es hora del recebimiento.- Un joven guardia aparecio hasta atras de las cocinas, en donde dormía la gente de servicio.

-Te levantaste mas serio hoy, Sergio.- Dijo la joven al guardia.

-Así es el trabajo, aunque en verano, ya sabes como se pone con las visitas...- El joven suspiró con exagerado cansancio haciendo reir a la otra.- Juliana, dile a tu madre que hay que hacer el desayuno.- La otra le dedico una mirada retadora.- Sabes que no es que yo mande, solo doy el mensaje de Chivis.-

-Si, lo sé...Aunque estoy segura que se fue a buscar huevos al gallinero para eso.- Sergio asintió para luego irse a su puesto. Juliana le vio la espalda hasta que desapareció, eran buenos amigos, aunque el le dijo que tenia intenciones de algo más, ella le dijo que no  tenia interes en el de esa forma, estuvo incomodo por algunos dias pero con el tiempo volvieron a ser los mismos. La joven habia terminado de acomodarse su faldon y sandalias, la humildad y su trabajo no le permitían llevar mas, aun asi soñaba con vestir los elegantes trajes que traian las señoritas de la realeza. En ese minuto se acordó, trabajaba en la casa (mansión) de verano de los Carvajal. Tenían varias propiedades en los que pasar el tiempo, la ultima vez que vio a los hermanos, todos no eran mas que unos niños, el libre albedrio de esa epoca le permitia a ella jugar como si fueran amigos, como si no hubiera diferencia. Mientras se dirigia a la salida, costumbre para recibir a los dueños, se preguntaba que tanto había cambiado cada uno.

Los guardias se pararon con el típico gesto de recebimiento, los demas estaban esperando en la entrada para dar la bienvenida. Una mujer rubia y esbelta bajó con ayuda del nuevo chofer del carruaje. Juliana se acordaba de los nombres conforme iban bajando, aunque a la mujer no ma conocia. Luego de eso, Eva bajó con su mirada un tanto prepotente, la recordaba pre adolescente siempre siendo asi, Guille bajó después sonriendo y ajustandose el traje, quizas ya no era tan callado como antes. Los nervios de Juliana se activaron un poco al pensar en quien bajaba ahora. Valentina era la menor de los hermanos, por cuestiones de edades, era ella quien habia sido su compañera de juegos en la niñez, el chofer introdujo la mano al carruaje y los segundos pasaban lentamente, una hermosa joven bajaba, su cabello estaba mas largo, tener 19 años le habia sentado, su rostro tambien sonreia y levantó la mano saludando a Silvina con alegria. Juliana sonrió, al parecer no habia cambiado mucho. No se preguntó mucho acerca de ma ausencia del padre de familia, ahí estaban todos, vistiendo la elegancia que 1880 podía ofrecer.

Todos esperaban que entraran a la mansion como en un callejon, para volver a sus puestos de trabajo. De pronto alguien choco con Juliana..

-Llegas tarde Renata..- Dijo Juliana con risa y mirando de reojo.

-Lo siento, este no es mi hábitat.- Dijo la mayor arreglando su uniforme. Renata era hija del que cuidaba a los animales, por ende su infancia la habia pasado metida en los corrales mas que en la misma casa, no fue hasta que ella cumplió 18 que su padre decidio mandarla a trabajar a la mansión, no sabia las costumbres y esta era la primera vez, luego de años en que la familia Carvajal aparecia por ahí. Mientras susurraban reconoció la mirada de Guille sobre ella haciendo que se sonrojara.

-Hay una historia que tu tienes muy oculta.- Dijo la morena susurrando.

-Guarden silencio.- Les regaño una de las cocineras mas anciana y ellas solo se miraron. Fue el turno de Valentina en entrar, también la había reconocido, esbozó un suave gesto antes de ser interrumpida por su hermana.

JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora