RECUERDOS

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En este capítulo hay una adaptación, si la ubicas es que ya no estas tan joven como crees.

Carlisle caminó hacia su hijo con lentitud, obligándose a mantener la calma, sus hijos no necesitaban a un Carlisle histérico y desesperado, tal como se sentía en ese momento, antes de enfrentarse a su hijo, respiró profundamente y entró a la sala de espera.

Ahí estaba un Edward ansioso, el puente de su nariz estaba a punto de sufrir daños severos de lo presionado que lo tenía entre sus dedos, por fortuna Carlisle apareció. De un salto, Edward dejó su asiento y se acercó a su padre.

-¿Cómo está? Quiero verla- exigió el muchacho.

-Hay algo que tienes que saber antes de verla- dijo Carlisle poniendo una mano en el hombro de Edward para que ambos se sentaran

-¿Qué pasa?

-Escucha, Bella está en un especie de abismo, solo ella decidirá cuando salir de ahí- Edward asintió con un nudo en el estómago –hijo...- Carlisle suspiró pesadamente –Rennesmee no está con ella.

-Eso es obvio, una bebé no puede estar en un lugar como este, ¿en dónde la tienen?- Edward no entendía la preocupación en el rostro de su padre, es mas, no quería entenderlo.

-Hijo, nadie sabe dónde está- Edward lo miró con el ceño fruncido, sin poder entender sus palabras, su cerebro no estaba listo para eso.

-Quiero ver a Bella- fue lo único que dijo y se encaminó hacia la puerta por la que minutos antes su padre había entrado, Carlisle asintió, comprendiendo que su hijo necesitaba tiempo para caer en cuenta de lo sucedido con Rennesmee.

Carlisle y Edward entraron al patio, ahí donde Carlisle la había dejado estaba Bella, mirando a la nada con la cobija blanca en brazos, Edward sonrió al verla y en unas cuantas zancadas estuvo enfrente de ella.

-¿Bella?- susurró, pero no hubo respuesta, se acuclilló frente de ella y la obligó a mirarlo, se estremeció al ver esos ojos chocolate que había aprendido a amar, sin su brillo natural, se odiaba a sí mismo por haber causado eso. –Perdóname mi amor, no debí permitir que Tanya me besara- besó su frente con ternura, después sus mejillas –regresa a mi, Bella- besó su nariz –o por lo menos llévame a donde tu estas, mi amor- dijo, le dio un dulce beso en los labios y la abrazó con fuerza, demostrándole con ese abrazo lo mucho que la necesitaba, lo mucho que la amaba.

Bella sintió un clic en su cabeza, como un candado cuando se abre, parpadeó una vez, sintió su cuerpo rodeado por algo muy cálido que la hacía sentir segura y extrañamente amada, lentamente subió sus brazos hacia la espalda de Edward, porque ella sabía que era él, a nadie se lo había dicho pero solo en sus brazos se sentía segura, por extraño que parezca.

-Edward- susurró tan bajo que él no la escuchó, lo apretó más a su cuerpo y fue cuando él reaccionó. Se apartó de ella sin soltarla y la miró a los ojos, ese brillo había vuelto.

-Bella, Oh Bella, has vuelto- dijo tomando su cara con ambas manos, se acercó lentamente, temerosos de que lo rechazara, aunque desde aquel beso en la cafetería, él se había permitido robarle cortos besos pero este no quería que fuera corto, terminó de acortar la distancia y sus labios se unieron, acomodándose como perfectas piezas de un rompecabezas. Bella llevó sus manos al cabello de Edward y correspondió el beso amoroso y suave que Edward le daba, ambos se perdieron en su burbuja, no les importó que varios de los pacientes se juntaran para verlos, una de ellas aprovechó para llevarse la cobija que Bella había tenido en sus brazos. Por falta de aire se separaron.

-Te amo- dijo él acariciando la nariz de Bella con la suya, a ella se le llenaron los ojos de lágrimas, y negó con la cabeza.

-Besaste a Tanya- dijo con un nudo en la garganta.

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