Despierto agitada, como todas las noches, con una capa de sudor cubriendome por completo, recuerdos repugnantes inundan mi mente.
Desde que las pesadillas empezaron, suelo sentarme en la cama, pero nunca pienso en lo sucedido, pienso en los momentos alegres antes de eso, pero siento que solo vivo del pasado.
Bueno, no, no lo siento, me lo dicen, y tal vez tienen razón.Solía tener muchos amigos, como toda adolecente normal, pero dejé de ser una adolecente normal semanas antes de cumplir diecisiete, desde ese día simplemente me alejé, bueno, mejor dicho, ellos lo hicieron, pero no hay problema, lo entiendo, creo que simplemente sienten un rechazo a las personas que pasan por mi situación.
He estado en bastantes centros de apoyo, citas casi diarias, psicólogos, psiquiatras, pero no, eso no ayuda, un "Sigue adelante" y una sonrisa bonita no cambia la realidad, mi realidad.
Mi realidad... tenía dieciséis, estaba a punto de cumplir diecisiete, venía llegando a mi casa, ni siquiera estaba completamente oscuro, pero creo que no hay hora para la maldad, una camioneta negra bastante grande se estacionó en la calle, al lado de donde yo estaba caminando, no sé si tenía tiempo siguiendome, pero no había ni una persona caminando cerca, si tan solo hubiera tomado el camino largo, el más iluminado y donde habían más personas, o si le hubiera hecho caso a mi madre y no hubiera asistido a nuestro evento, o quizás eso hubiera sucedido de todas formas, bajaron dos personas, mejor dicho, dos hombres, un chico que se veía bastante joven y otro que se veía mayor, no reaccioné al instante, ya que iban caminando en dirección contraria, pero sin pasamontañas, sin ropa negra, sin actitudes sospechosas, se acercaron con pasos rigurosos, en el momento que reacciono, es demasiado tarde, ya estoy forcejeando con ellos, lanzando patadas, cachetadas, algo para poder librarme de sus fuertes manos.
Me suben rapidamente a la camioneta, uno de ellos, el que se ve menor golpea mi rostro, el otro simplemente observa desde lejos, se me nubla la vista unos segundos, para después empezar a arder como mil demonios, intento gritar pero nuevamente me golpea, su rostro, parecía desorientado y con sus pupilas dilatadas.
Siento como empieza a avansar la camioneta y minutos más tarde, estacionarse.
Cuando me intentan bajar nuevamente lucho contra ellos, pero obviamente son más fuertes.
Me llevaron a un sótano, me tiraron a un colchón, lo que me sorprendió fue que todo estaba en "Buen estado", estaba oscuro hasta que alguien encendió una luz, me acostumbré a ella y luego divisé una figura que se acercaba lentamente.
-Hola, querida Roma.- El desconocido habla, ¿Qué? ¿Lo conozco?
-¿Quien eres?- Pregunté con temor, retrocediendo hasta topar con la pared de fondo.
Lo último que escuché fue la risa ronca salir de sus labios.
No sé cuantas veces abusó de mi, no sé quien fue, pero lo único que sé es que arruinó mi vida.
*
-¿Muchacha? ¿Estás bien?
-Déjala, Nana, ha de estar borracha.
-¡Muchacha!- Ésta vez sentí como me levantaban, abrí mis ojos, veía negro, como si fuera una cortina, y así como llegó, desapareció, una señora, arrugas marcadas en su piel, su cabello blanco, y su mirada demostraba preocupación, angustia, lástima.
El dolor en todo mi cuerpo era insoportable, mis ojos se cerraban solos, mi cabeza palpitaba.
-Ellos... No... ¡No!- Murmuré mientras los recuerdos me cegaban, para después sentir la capa negra cubrir mis ojos nuevamente.
-Mantenla despierta, ¡No dejes que cierre los ojos!- Su voz se volvió a sentir lejana.
Lo único que recuerdo después de eso, fueron luces, muchas luces blancas, sentía mi rostro mojado, con una gruesa capa de sudor envolviendolo, mi vista borrosa, sentía un ardor insoportable en mi cara y piernas, el roce de ellas me ardía.
*
-¡¿Porqué a mi pequeña?! ¡Contestame! ¡Maldita sea!- Una voz gruesa hizo que uno de mis sentidos despertara, y lo reconocí, papá.
-Tranquilo, cariño, lo superaremos, siempre lo hacemos, mi niña estará bien- Su voz, temblorosa mientras hablaba, rompiendose en cada palabra, mamá.
Intente abrir mis ojos, sin embargo, me era imposible, quería demostrarles que los oía, que estaba ahí.
La impotencia de no poder hablar, de no poder demostrarles que los escuchaba era demasiada.
-Estaremos bien, ¿Lo oyes, mi niña? Estaremos bien.- Escuché a papá susurrar.
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Oscuro Secreto
Roman pour AdolescentsNormalidad, Estabilidad, Una noche Oscuridad, Una chica, Un secreto.