Seis meses después.
-¿Roma, reconoces a tu agresor?- La Señorita Prentiss, mi psicóloga designada, deja cuatro fotos frente a mi, no las miro.
Estamos en la comisaría, una sala pequeña, con sillones y una mesa centrada, ella me da una mirada, una mirada llena de entendimiento.
-¿No estás lista para verlas? Lo entiendo.- Ella sonríe- Cuando lo estés solo dímelo.
Asiento- Necesito ir al baño- Ella se levanta y me guía a un pequeño baño.
Cuando se retira, observo mi reflejo- Tú puedes, Roma.- Junto aire en mis pulmones, después suavemente lo suelto.
Irá a la cárcel, nunca más volverá a hacerle daño a alguien, nunca más fundirá un alma en recuerdos tan traumantes como los que dejó en mi.Lavo mi cara, nuevamente respiro profundo y finalmente salgo del baño.
-Estoy lista- Intento sonar segura, pero no lo consigo.
-Roma, no es necesario que lo hagas si no estás lista aún, tienes todo el tiempo que necesites.- Ella toma mi mano y me sonríe.
-Gracias, pero si no lo hago ahora, creo que nunca lo haré.
-Nunca digas nunca, Roma- Ella me sonríe- Está bien- Vuelve a abrir la carpeta, retengo el aire en mis pulmones, ella saca las fotos, suelto el aire y la miro.
-Si quieres parar solo dime y nos detenemos.- Le doy un asentimiento.
Primera foto, cabello rubio, ojos claros, pero no, no es él.
Segunda foto, igual al anterior, con facciones marcadas, pero no, tampoco es él.
Tercera foto, pomulos marcados, ojeras notables, tampoco es él.
Cuarta foto, tatuajes en ambos brazos, él tampoco es.-No está, no es ninguno de ellos- Le digo, la impotencia fluyendo en mis palabras.
Lo reconocería, yo sé que no es ninguno de ellos.
-Muy bien, tranquila, iré a informarle al Señor Hurrg.- Tomó mi mano y le dió un leve apreton- Eres muy valiente, Roma.
Ella se levanta y sale por una de las puertas, sin pensarlo me levanto y la sigo.
-Roma no reconoce a ninguno de ellos.- la Señorita Prentiss informa dejando la carpeta sobre el escritorio.
-Señor Hurrg, con todo el respeto que usted se merece, insisto, el hijo de Fritg cuadra con todas las características que la Señorita Carper nos dió.
-No, García, no meteremos al Señor Fritg, ni a nadie de su familia en esto, si no quieres perder tu empleo, tu vida, mejor calla.- La voz del imponente comisario Hurrg dejó mudo a su compañero.
-Con que se habra drogado la pobre persona que le designó éste puesto, comisario Hurrg, que lástima que su corrupción deje en libertad tantos actos delincuentes como éste. Espero no toparme nunca más con personas como usted, con permiso.- Ésta vez mi voz no me falló, salió tal cual lo esperaba, firme.
-Roma...- La Señorita Prentiss habla mientras me intenta seguir el paso.
-No se preocupe Señorita Prentiss, conozco el camino a la salida.- Y con la frente en alto, salí de esa habitación para llegar a la sala de espera.
-Mamá, papá, ya es hora de irnos.- Les doy una sonrisa.
Ellos intentan decifrar mi sonrisa y mirada, intentan ver a través de mi, al no encontrar nada, se levantan.
-¿Qué pasó ahí dentro, Roma?- Papá me observa, es sus ojos hay un destello triste, uno que no desaparece desde ese día.
-Venir simplemente fue una pérdida de tiempo.- Le informo.
-Roma ¿Qué sucedió?- Mamá suena desesperada- ¿Lo reconociste?- Pregunta con miedo.
-Señores Carper, ¿Qué tal?- El comisario Hurrg sonríe.
-Confundidos, comisario ¿Qué pasó?.- Respondió mi padre mirandome.
-Roma no reconoció al sospechoso, ¿No es así?- Preguntó en mi dirección el Señor Hurrg.
Mire a mis padres- ¿Nos vamos?
Ambos asintieron.
*
Ya en casa, mi máscara de firmeza flaquea, un sentimiento de angustia, impotencia y rabia, causa nuevamente una amargura en mi.
Subo a mi cuarto, y como todas las tardes, busco mi parlante a bluethooth y lo conecto para reproducir una de las tantas canciones de Morat, lleno la bañera de agua y me recuesto en ella, cierro los ojos e intento relajarme.
Inexplicablemente lagrimas quieren abandonar mis ojos, pero las contengo.
No me gusta llorar, suelo pensar en personas que han pasado por peores situaciones, personas que no lo lograron.¿Qué es lo que hice? ¿Hay una explicación para esto?
Cuando ha pasado el tiempo suficiente, salgo de la bañera, me seco y busco mi pijama.
-Pasa- Respondo al oír golpes en mi puerta.
Mamá entra, sonriendo- ¿Sabes? Estuve hablando con tu padre, estabamos pensando en que quizás volver al instituto te ayude, te distraiga.
-También lo pensé, pero no estoy segura, nadie pensó en por que falte tanto, ni siquiera mis amigos, en este tiempo nadie vino a verme, para saber como estoy, si me pasó algo, o simplemente para saber si sigo viva.- La tristeza me invade y al mismo tiempo me da algo de vergüenza contarle ésto a mi madre.
-Mi niña, no pienses así, quizás solo le diste tu confianza a las personas equivocadas, pero no necesitas a alguien para surgir, tu puedes, Roma.
-¿Y si ya lo saben?- Esa pregunta me ronda en la cabeza desde el primer día que volví a casa.
-¿Por qué lo sabrían? Nosotros por lo menos no hemos hablado con nadie.- Dice mi madre con el ceño fruncido.
-¿Sabes? No estaría mal volver.- Sonrío, quizás solo es algo dentro de mi cabeza.
-Bien, arreglaré tus cosas para el lunes entonces, buenas noches.- Me sonríe tiernamente.
-Buenas noches, mamá.
-Estoy orgullosa de ti, Roma.- dice mientras desaparece por la puerta.
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Oscuro Secreto
Teen FictionNormalidad, Estabilidad, Una noche Oscuridad, Una chica, Un secreto.