Capítulo 1 - Quizá esté siempre sola...

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ANNA

Me desperté más temprano de lo que esperaba para ser Sábado, pero ya que el cielo está despierto, ¿por qué yo no?... Al salir de mi cama me deslumbró la luz del sol que entraba por la ventana de mi habitación, donde yo vivo siempre amanece temprano. Me senté sobre mi cama con el pelo revuelto y miré la fecha en el calendario que tenía en la pared. Dios, solo quedaban dos días para mi diecisiete cumpleaños. Me emocioné tanto que empecé a dar saltitos de alegría por toda la habitación como una loca... Y pensar como me pondré el día de mi cumpleaños.  

Rápidamente busqué en mi armario algo que ponerme lanzando toda la ropa por los aires. Al final me decidí por unos jeans sueltos verdes, una camiseta de manga corta apretada de color amarillo con el dibujo de un girasol en medio y unas Converse amarillas. Me peiné dificultosamente y me hice mis típicas trencitas a los lados después de mirar el extraño mechón blanco de mi cabello. Siempre pensé que tenía algún significado, pero mi padre dice que se me ha decolorado de tanto sol, aunque nunca le creí del todo.

Sali corriendo de mi habitación y bajé a desayunar, tenía que darme prisa si quería llegar antes de que mi padre se fuera a trabajar. Pegué un tropezón mientras bajaba las escaleras y casi me trago la barandilla pero conseguí recuperar el equilibrio. Seguí corriendo hasta llegar al salón.

- ¡¡Buenos días pap... -ni siquiera tuve tiempo de acabar cuando vi que mi padre no estaba, otra vez se había ido y me había dejado sola hasta su vuelta.

Miré en su lado de la mesa. Había una nota bajo un girasol. Cogí la flor y leí...

Hola mi amor.

Hoy he tenido que bajar antes a trabajar, por favor entiéndelo. Le he dicho a Renata que te haga tu desayuno favorito, tortitas con extra de sirope de caramelo y un zumo de naranja natural. Espero que te guste el girasol, sé que son tus preferidos.

Besos. Papá.

- Siempre dices lo mismo... -susurré para mí dolorida y enfadada mientras arrugaba la nota.

Subí de nuevo a mi habitación y coloqué el girasol en un jarrón verde de mi escritorio lleno de esas flores, es una colección de todos los que me deja papá por las mañanas. Volví a bajar solo que desanimada y triste. En eso llegó Renata con la bandeja de mi desayuno.

Llevaba puestos unos jeans negros, una camiseta holgada color militar, unas chanclas azules y su típico delantal de flores lleno de harina. Ella es de mi estatura, no muy alta, su cabello es castaño oscuro y siempre lo lleva recogido en un moño medio deshecho, sus ojos son color avellana, es un poco gruesa pero nunca olvida su encantadora sonrisa rojo carmesí. Renata es como de la familia, es lo más parecido que he tenido a una madre en toda mi vida, me cuida y me quiere a pesar de ser la empleada de mi padre, bueno, en realidad es su mejor amiga desde hace años pero también es nuestra sirvienta. Nos lo contamos todo y es con la única con la que me puedo desahogar.

- No te preocupes cielo, seguro que pasado mañana lo pasáis bien los dos juntos en tu cumpleaños -dijo Renata poniendo el plato de tortitas y el vaso de zumo en mi lado de la mesa.

- Como en todos mis cumpleaños... -susurré con los ojos vidriosos de lágrimas que contuve.

- No seas dura con él, hace lo que puede -dijo poniéndome una mano en el hombro.

Me senté a la mesa y desayuné desganada, luego me levanté, le di las gracias a Renata por el delicioso desayuno y me fui con mi caballo, Oliver, a mi lugar favorito de la finca. Debajo del almendro, ahora en flor, que está al lado de un pequeño lago natural. Me senté bajo la sombra del árbol con Oliver tumbado a mi lado. Siempre voy allí a pensar y siempre me hago la misma pregunta... ¿Estaré destinada a estar siempre sola?

❅Separadas al nacer❁ {Slow updates}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora