La Venganza del Perro

DESEO

Estaba cerca, el olor con que los lobos habían marcado su territorio se volvía más notorio a medida que avanzaba, sabía que una vez que traspasara esta frontera aparecerían. Estuvo tratando de ubicar un aroma en específico, el del Yokai* que buscaba, así podría ir directamente a su encuentro y ahorrarse el dar explicaciones al resto, pero la señal de advertencia que llenaba su fino olfato era demasiado fuerte.

<<¿Qué demonios hago viniendo aquí?>> se preguntaba, aunque sabía perfectamente lo que venía a buscar. El recuerdo de lo ocurrido entre él y el alfa de los Okami* llevaba días atormentándolo, no había vuelto a verlo desde la noche de luna nueva que pasaron juntos, cuando la misión de este fue protegerlo mientras Inuyasha era un simple humano. El lobo cumplió la tarea como prometió, pero eso no fue lo único que hizo, tenía otro plan en mente y lo llevó a cabo, consiguiendo su propósito de una manera que resultó ser mucho más satisfactoria de lo imaginado.

La simple evocación de los sucesos de aquella noche lo hacía experimentar un hormigueo en las entrañas que se expandía por sus costados y se concentraba en su vientre, aquella había sido una noche de revelaciones. Koga, aprovechándose de su debilidad, lo forzó sometiéndolo con facilidad, y él, completamente indefenso ante el poder del Yokai, no tuvo ni el menor chance de impedirlo, así comenzó todo.

Por mucho que trató de resistirse el placer se antepuso, haciéndolo perder el enfoque y rendirse a las lascivas caricias del Alfa, que lo llevaron al extremo de rogarle que lo poseyera carnalmente, cosa que hizo sólo después de conseguir que le suplicara por ello. En cierta medida todavía se avergonzaba al recordarse a sí mismo gimoteando desesperado, en toda su vida jamás contempló la posibilidad de tener sexo con un macho y mucho menos que fuera este quien terminara penetrándolo, pero Koga lo cambio todo drásticamente, mostrándole toda una nueva gama de placer y sensaciones. Por eso estaba allí, porque su deseo por volver a sentir ese placer se había tornado insoportable y lo impulsó a meterse en su territorio para buscarlo.

Llevaba más de una semana pensando en esto sin llegar a decidirse, su orgullo se debatía con el ardiente anhelo. No le hacía gracia presentarse ante Koga como si fuera un perro descompuesto con el único propósito de que se lo follara, sobretodo porque el lobo era un cabrón presumido. Mejor se aguantaba hasta la próxima luna nueva como habían acordado cuando él mismo le dio a entender que quería que volviesen a estar juntos esa noche. Pensaba convencer a su grupo con el pretexto de que Koga es el mejor capacitado para cuidarlo, por ser un Yokai y tener a su disposición toda una manada de demonios lobo. Sin embargo, la época de Kagome seguía siendo la opción más segura, así que lo de quedarse con Koga siempre sería un plan B, y por lo tanto, no era seguro que sucediera, pero podía esperar a ver qué pasaba ¿no? Fue la primera decisión que tomó, se aguantaría hasta la luna nueva y si no se daba la cosa pues ya decidiría que hacer luego. Esto era lo que le dictaba su mente y complacía su orgullo, pero una cosa es lo que la mente quiere y otra muy diferente la que exige el cuerpo.

Simplemente, llegó a estar en un estado de calentura tal que no podía sacárselo de la cabeza, y los recuerdos del encuentro con Koga lo asaltaban todo el tiempo, incluso soñó con él.  <<Pero qué diablos... >> se  despertó hecho un desastre, con la entrepierna empapada y pegajosa, se había corrido en sueños, él, que ni siquiera dormía profundamente. <<Esto es ya inconcebible.>> Tuvo que salir corriendo disimuladamente y meterse en la primera charca que encontró para limpiarse y lavar la parte interior de su Hakama*, que bien bonito lo había dejado. Estaba cabreadísimo consigo mismo por la imposibilidad de controlar sus hormonas y preocupado ante la inquietante posibilidad de que sus amigos lo hubieran escuchado gemir mientras soñaba, cosa que de seguro hizo teniendo en cuenta que tuvo un jodido orgasmo.