No fue difícil encontrar el lugar, percibió el olor del agua y de los minerales que esta contenía al poco rato de caminar en la dirección indicada por el Okami, siguió el rastro del aroma, completamente seguro ya del camino que debía tomar. Una esencia diferente comenzó a distinguirse mezclada con la de las tibias aguas del lago, la reconoció de inmediato y los recuerdos del encuentro carnal saturaron su mente de manera involuntaria, provocándole un ardiente hormigueo en la entrepierna.
<<Cómo es posible que con sólo olerlo me ponga así.>> Le molestaba no poder controlar su cuerpo, era frustrante, el deseo era tan intenso y persistente que por mucho que lo intentara era inútil luchar contra este.
Vislumbró el agua verdiazul entre los árboles y aflojó el paso, no tenía idea de que decirle a Koga cuando lo tuviera delante. Era bastante obvio que el lobo se imaginaba a lo que venía, su elección del lugar de encuentro lo dejaba claro, además, qué otra cosa lo haría venir completamente solo a su territorio; los demás podrían creerse un cuento, pero Koga sabía perfectamente lo que pasaba. Aún así estaba nervioso y sin saber cómo entrarle a la situación, no quería parecer desesperado pero era malísimo disimulando lo que sentía y sabía que al lobo le encantaba ese aspecto suyo, "...eres deliciosamente expresivo", eso le dijo justo antes de revelarle lo que tenía planeado hacerle. << Maldito pervertido. >> Estaba seguro de jugaría con él hasta hacerlo confesar lo mucho que lo deseaba.
Traspasando la última línea de árboles finalmente llegó al lago, el lugar era bellísimo y tranquilo, las aguas color turquesa humeaban ligeramente indicando su maravillosa temperatura. Bordeó la orilla siguiendo la esencia del lobo hasta llegar a un punto donde el lago se estrechaba y se unía a la ladera. Abundantes saltos de agua caían desde la pared rocosa que delimitaba la laguna, creando pocetas naturales y pequeñas cascadas, las piedras, esculpidas por el incesante caer del agua, mostraban una superficie lisa y muchas tenían una forma que permitía sentarse sobre ellas con total comodidad.
Ahí estaba Koga, sentado bajo un salto de agua en una posición relajada, la línea de rocas tenía una hendidura donde su torso encajaba a la perfección, permitiéndole apoyar parte de la espalda y descansar los brazos a los lados. Tenía la barbilla levemente levantada y los ojos cerrados, recibiendo el agua que le caía directamente sobre la cabeza y hombros.
Inuyasha se quedó en silencio observando el panorama sin poderle quitar los ojos de encima. El lobo tomaba aire por la boca al serle imposible respirar a causa del agua que bañaba su rostro, por lo que sus labios se abrían y volvían a cerrarse para impedir que esta entrara. El mestizo dejó la vista fija en los labios semiabiertos, observando como saboreaban las gotas de agua que se escurrían entre ellos. Bajó la mirada, paseándola sobre su cuello y hombros y por los oscuros mechones de pelo que se adherían a estos, admiró su perfecto torso masculino, donde podía apreciarse cada músculo, y la belleza de su piel trigueña, por la que corrían continuos hilillos de agua.
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La Venganza del Perro
Fiksi PenggemarLa noche de luna nueva estuvo llena de revelaciones para Inuyasha. El Alfa de los Okami fue capaz de llevarlo a tal extremo de placer que el deseo de repetirlo es incontenible. Sus ansias de volver a experimentar ese placer supremo lo llevan a busca...