Inuyasha soltó una maldición restregándose los ojos, cuando los abrió se encontró en el interior de una pequeña cueva, la cascada la ocultaba completamente. El agua se acumulaba en la entrada, pero el nivel del suelo subía manteniendo el resto de la caverna totalmente seco, la mayor parte de la superficie era arenosa y parecía lo suficiente suave para acostarse cómodamente sobre esta. La luz se filtraba a través del agua de la cascada, un humano hubiera encontrado la iluminación del lugar pobre, pero los ojos del Hanyo y del Okami absorbían la luz, reflejándola y permitiéndoles ver con perfecta claridad.
—¿Qué te parece mi pequeño escondite?
Giró el rostro, encontrándose la figura de Koga de pie junto a un grupo de pieles esparcidas en suelo que conformaban un improvisado lecho.
—Aquí sí que podrás relajarte por completo.
Su vista quedó fija en el suave pelaje que yacía a los pies del Alfa, incluso él se daba cuenta del objetivo que tenían esas pieles.
—Lo tenías todo listo.
—Claramente.
—¿Por qué no me trajiste aquí desde el principio?
Para que preguntaba si ya lo sabía.
—Te dije que no quería correr el riesgo de que alguien nos viera, e incluso teniendo este lugar te importó una mierda lo que yo dijera y me hiciste lo que te dio la gana donde te dio la gana
—No te hagas la víctima Inu que bien que te dejaste, si hubieras querido parar con quitarme de encima tuyo tenías. No eres humano esta vez, nada te impedía apartarme.
—Podías haber parado cuando te lo pedí.
—Pude, pero te veías demasiado lindo. –Koga encogió los hombros riendo con el descaro que lo caracterizaba—. No es mi culpa que no puedas resistirte a mí.
—Debería acabar contigo ahora mismo.
—No lo harás—le dijo con total seguridad.
—Estás demasiado acostumbrado a salirte con la tuya, te vas a llevar un susto un día.
Las risas del lobo llenaron el lugar.
—No me digas ¿y quién será el encargado de castigarme?—cuestionó, mordiéndose la boca con insinuación.
Inuyasha no respondió. La realidad era que Koga, con todo lo cabrón y engreído que era, lo tenía desquiciado, por muy encabronado que estuviera una sola de sus caricias bastaría para tenerlo comiendo y babeando en la palma de su mano.
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La Venganza del Perro
FanfictionLa noche de luna nueva estuvo llena de revelaciones para Inuyasha. El Alfa de los Okami fue capaz de llevarlo a tal extremo de placer que el deseo de repetirlo es incontenible. Sus ansias de volver a experimentar ese placer supremo lo llevan a busca...