12.

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Viernes. El día de la recaudación de fondos llegó. El estrés me tenía pensando en cosas innecesarias, e incluso las más pesimistas.

—Gaeul, pospondremos tu castigo para el lunes, ya que tienes este evento. — Fue lo primero que me dijo la profesora Haneul al mandar a hablarme.

—El castigo de Ten también se pospondrá. — afirmé. No estaba para nada cuestionando el hecho.

—No.— Respondió ella. — Se quedará aquí el resto del evento.

Injusto. Realmente empezaba a considerar un hecho el que Haneul tenía un odio irracional hacia el chico de nombre largo.

—Entonces me quedare también. — Respondí. — Hicimos la misma acción, a la misma hora y el mismo día. El castigo lo llevaremos de la misma manera.

En el rostro de Haneul se formó una mueca de asombro. Había sonado demasiado firme. Demasiado incluso para mí. Pero no iba a dejar que Ten perdiera una presentación de baile. Se le veía emocionado. Definitivamente no sería bueno ver ese entusiasmo desaparecer de su rostro.

—¿Cuál es tu afán de defenderlo? — Cuestionó ella, mirándome fijamente. Sus manos son cruzadas sobre su pecho y se acercó un poco. — Ese chico no te conviene, Gaeul. De verdad.

¿Por qué siquiera se atreve a decirme si me conviene o no?

Tengo las manos en las correas de mi mochila. Estas mismas duelen por el mismo agarre apretado que mantengo en ellas.

—Esto no es sobre si me conviene o no, Maestra. — Suspiro y miro mis zapatos escolares. — Es una injusticia que él se quede aquí encerrado, mientras los demás disfrutamos el festival. — Levanto la mirada y ella niega. — Si quiere aumentar más días a mi castigo, está bien, pero a Chittaphon, déjelo en paz.

Doy la vuelta, y salgo del salón de castigo.

¿Por qué lo he defendido?

—¡Kim Gaeul! — El chico se cuelga a mi hombro y me quejo. Llegó por detrás de mí. Ni siquiera fui capaz de notarlo segundos antes. — Escuche todo hace un momento. Me has defendido.

Me alejo por mi seguridad y volteo a ver al chico.

—¡Gracias, de verdad! — El chico se acerca y la sonrisa que previamente prevalecía en su rostro, se hace aún más grande.

Por inercia, y al sentir mi espacio personal invadido, di dos pasos hacia atrás, intentando alejarme del chico.

Pero no es suficiente para él, por qué se acerca aún más. En algún punto de ese bochornoso momento, sus brazos llegan a mi espalda, en un incómodo abrazo del cual apenas me puedo zafar, dado a que el mismo es demasiado apretado.

—El día de hoy, me esforzaré aún más gracias a tú. Así que espero que vayas a verme. — Escuchar sus palabras en mi oído, me hacen sentir un escalofrío y cohibirme entre sus brazos. Pero a la vez me hacen notar su aroma.

Ten huele rico. Cómo a un dulce no del todo empalagoso. Si no un término medio. Dulce y agradable para el olfato.

Cuándo se aleja de mí, su sonrisa aún prevalece en el rostro.
Yo permanezco estática, mirándole con apenas alguna expresión en el rostro. No puedo sonreír, pero por algún motivo quiero hacerlo.

—Tengo esto para ti. — Empieza a hurgar entre los bolsillos de la cazadora que porta y saca de ella una cajita pequeña. Extiende la misma y yo la tomo. — ¡Ten un excelente día!

Es ahí cuando la sonrisa que quería aparecer, se muestra en mis labios.

Pero desaparece un momento al sentir unos húmedos labios en mi mejilla.

Detention» TenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora