15.

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Días después era demasiado cotidiano verlo en la escuela. Me acompañaba a casa en ocasiones, lo invitaba a pasar, comíamos en mi casa. Mi padre nunca estaba en casa, pero siempre había comida para calentar.

En esa ocasión no era una excepción. Estábamos de alguna manera viendo una película en el sillón. No podía decir de que se trataba. No estaba realmente atenta a ella.
Me levanté cuando me di cuenta de que las palomitas ya eran escasas en plato. Me dirigí a la cocina y puse un paquete en el horno de microondas. Le puse el tiempo necesario y encendí el mismo.

En el lavabo, empecé a lavar mis manos. Me entretuve un poco viendo como las gotas de agua caían en mis manos. Después cerré la llave del agua, y me quedé parada, sin nada en la mente.

—Gaeul. — Unas manos curiosas se hacen presentes. Ten me abraza sin previo aviso por la espalda. — ¿Por qué no estás allá, conmigo?

Me di la vuelta lentamente. Me encontré con sus ojos. En ningún momento deshizo aquel abrazo. Más por el contrario se hizo más cercano.

Había una sola cosa que podía sentir en el cuerpo de él. Calor. El chico tenía sus mejillas coloradas y pequeñas gotas de sudor. Aun cuando el abrazo que ambos estábamos creando me hacía sentir un poco más cómoda, no podía solo externar ese hecho. El chico irradiaba calor por cada una de sus extremidades, pero no era un calor normal, parecía tener fiebre.

—¿Estas bien? — Cuestioné. El sonido de sus latidos era lo que predominaba en mi aura auditiva.

—¿Por qué preguntas? — El soltó una risa leve y me alejé de él, rompiendo el abrazo que habíamos creado.

—Tienes fiebre. — Afirmé y el negó. — No lo puedes percibir, pero tienes fiebre, Chittaphon.

—No me digas Chittaphon, siento que me estas regañando. — Comenzó a comportarse de manera juguetona. — Dime Tennie, Gaeul—ah.

No lo soporté. Me sonrojé aun cuando no estaba en mis intenciones hacerlo. Y él sonrió aún más. Lo empujé al verlo de esa manera y no medí mi fuerza en lo más mínimo.

Por suerte no tambaleó y logró mantenerse de pie.

De nuevo el chico de manera juguetona se acercó a mí. Me abrazó de nuevo. Sus manos estaban en mi espalda baja. Pude notar algo inusual en su mirada; el chico mordió su labio y empezó a bajar sus manos, aquello me dejó un poco confundida. Estaba tocándome más de lo que debería.

Acercó su rostro al mío, dándome mirada completa de su tersa piel y sus lindas facciones.

Me besó. Como si fuera la última vez. Una de sus manos me acercó más a él y no había ráfaga de aire alguna que pasara por en medio de nosotros. Tenía una mano casi en mis glúteos y otra acariciando continuamente mi espalda y dejando caricias suaves.

—¿Gaeul? — Tres golpes se hicieron notar en una superficie. — Llegarás tarde a clase.

Y me levanté abruptamente.

No había Ten alguno frente a mí, ni caricias en mi espalda, ni besos en mis labios.

Había sido un sueño. Y estaba confundida como nunca.

Mi padre estaba tocando la puerta y el reloj marcaba 30 minutos antes del timbre de entrada a la escuela.

Llegaría tarde, ese era un hecho.

...

Fue inevitable no llegar tarde a la primera hora. Me salvé del castigo dado a que el maestro de valores estaba de buen humor. En otras circunstancias me hubiera mandado directo a la sala de castigo.

Detention» TenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora