Un recuerdo

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El silencio reinaba en aquel elegante lugar; cuatros jóvenes se encontraba totalmente pasmados ante la visión que estaba ante sus ojos, las dudas sobre sí el joven duque estaba mal de la cabeza por crear dicha historia había pasado a menos, ya que ellos eran testigo del regalo que la vida le estaba ofreciendo.

Sus hermosos ojos azules, tan azules como el cielo de la mañana, la miraban sin poder pestañear, en su rostro mil y una pregunta se hacía presente y simplemente su boca no era capaz de ser completamente elocuente como para unir dos simples palabras que morían por salir:

"Estas viva".

Las fuerzas se habían extinguido de su cuerpo; la lógica no se hacía presente y las dudas se adueñaban de su mente.  Lentamente el joven magnate comenzó caminar con pasos lentos, pero seguros, tenia que tocarla, tenia que estar cerca de ella para poder creer que lo que veían sus ojos era una realidad. Llegó hasta la ella y colocándose frente a frente le miró, de sus ojos lagrimas caían ante la emoción de ver lo que era imposible, Candy.   La pequeña niña que había cambiado su mundo mostrándole un amor fraternal que tan sólo había sentido con su hermana.  La rubia de fuerte carácter, decidida a forjarse un futuro por si sola ahora estaba frente a él.

Ella lo miraba sin poder entender lo que sucedía dentro de este hombre quien le hacia sentir querida y bienvenida. Vio su reflejo en aquellos ojos y sonrió.

Albert le tocó la cara y luego en un movimiento rápido la atrajo a él y le abrazó como si su vida dependiera de ese momento.  Sus lágrimas mojaron a la joven en un especié de ritual de bienvenida y reencuentro.

Archy simplemente se dejó caer sentado sobre el escritorio de su tío. Era increíble lo que veía a su gatita; el hilo que le unía a tantos recuerdos del pasado.  A su hermano, a su primo Anthony y a esa vida en la que fue profundamente feliz.  Ella quien fue su amor imposible, inalcanzable y prohibido. 

Su prima.

Annie se llevó las manos a la boca sin poder decir palabra alguna, comenzó a llorar de forma silenciosa, en su susurros la llamaba.  Después de tantas noches llorándola. tantas culpas no lavadas, ahora tenía la oportunidad de pedirle perdón por haber sido tan egoísta.  Cuantas noches pidió por esto.

Albert soltó suavemente a su sobrina para mirarla y contemplar su cara, había cambiado a una bella mujer y ahora con los años podía ver claramente las facciones de su hermana en ella. Sus ojos verdes eran aún mas bellos y brillantes que antes, su nariz era idéntica a la de su padre y su pelo fuerte herencia del Clan Ardley. No tenia ninguna duda.  Ahora tenía en sus manos la oportunidad de poder decirle cuánto la quería y cuánto la extrañaba.

– Pequeña -exclamó el joven rubio mirándola a los ojos y con la sonrisa más bella que sólo guardaba para aquella jovencita pecosa que cuidó como si fuese su hija.

– Hola - Contesto ella, que a pesar de sentir su corazón latir a mil por hora, su mente no le traía ningún recuerdo.  Desea poder decirle que lo extrañaba, quería expresar el mas mínimo sentimiento a este extraño, pero no podía.

– Candy - Susurró Archy acercándose a ella y tomando el lugar que era de su tío, le abrazó por igual y beso su mejilla - Gatita estas viva -entonces la tomó por la cintura y volvió a abrazarla y hacerla girar feliz de ven quien significaba tanto para él, ahora estaba de vuelta.

–¡Hermana, Candy!... -gritó la morena y entonces se puso de pie y corrió a ella abrazándola y llorando con toda su alma.– Perdóname, por favor perdóname.  –Candy se sentía extraña antes estas suplicas y miró a Terry buscando ayuda.  El joven se acercó a ellas separándolas suavemente y colocando a la pecosa en sus brazos.

El Recuerdo de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora