Celoso

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Me encontraba en la biblioteca, leyendo un libro que había llamado mi atención, "Bajo la misma estrella"

Admito que con cada página sentía que en cualquier momento ya no podría contener las lágrimas, era demasiado triste.

Derramé una lagrima y cerré el libro, no me gusta que me vean llorar.

Lo dejé a un lado y busqué a Martita con la mirada, dijo que iría a buscar algo, pero ya se estaba tardando.

Caminé hasta los pasillos llenos de libros, buscándola con la mirada.

- Tita, ¿Qué hace? - pregunté al verla pasar delicadamente su mano sobre la portada de uno de los libros. Al notar mi presencia giró su rostro, noté que lágrimas acariciaban sus mejillas, me acerqué - ¿Estás bien?, ¿Por qué lloras Martita?

- No es nada joven Chris - secó su rostro y sonrió - Es que, extraño mucho a mi esposo.

- Lo lamento mucho Tita - Colocó su mano en mi rostro, acarició mi mejilla y luego la retiró dejando el libro que se encontraba en sus manos en su lugar.

- Vamos - hice que tomara mi brazo para ír hasta nuestro lugar.

Nos quedamos hablando un momento, no quería sacar a flote el tema de su esposo, pero al parecer, la curiosidad era más fuerte que yo.

- Tita no quisiera que se sintiera incómoda, pero, ¿Por qué relacionar a su esposo con un libro? - suspiró.

- Ese libro me lo regaló mi esposo al cumplir nuestro 3° aniversario, es un hermoso libro, por si algún día te gustaría leerlo.

- Lo tendré en cuenta. Su esposo, ¿Qué le sucedio?

- Él ya era un hombre grande, 10 años más que yo, dejó este mundo joven Chris.

- Oh, lo siento mucho.

- Gracias por tu compasión.

- Es lo mínimo que puedo hacer.

Continuamos charlando, sin volver a mencionar a su esposo.

Las puertas de la biblioteca se abrieron, entró una hermosa chica, campera de cuero roja, una remera suelta blanca con una líneas horizontales azules oscuras, una hermosa calza negra que marcaba cada detalle de sus piernas, un hermoso y lacio cabello negro que llegaba hasta su cintura, un rostro maquillado, ojos cafés, labios rojos, pulseras, anillos, la analizé un momento y luego la reconocí.

- Hola - sonrió y se acercó a nosotros, dejó un beso en mi mejilla y luego se dirigió a Tita, abrazándola.

- Hola amor - Martita correspondió su abrazo, se alejaron - Estás muy bonita.

- ¿Te gusta?, me tardé mucho en arreglarme.

- Te queda precioso cariño - La joven se volteó mirándome de pies a cabeza.

- Christopher, ¿No? - asentí - Soy Jessica, hija de Marta.

- Un gusto conocerte, Jessica.

- Lo mismo digo.

Estubimos hablando un rato con ella, mi primera impresión al verla cruzar esas puertas de roble fue que era una de esas niñas creídas, malcriadas, pero todo lo contrario, era simpática y agradable.

Me quedé impresionado al ver a Erick entrar, ¿Qué diablos hace aquí?

Caminé hasta la puerta donde él estaba parado observando el lugar.

- Hola - llevó sus ojos a mí, sonrió y se acercó dejando un beso en mis labios.

- Quería darte una sorpresa, Zabdiel me dió la dirección.

- Esta bién, ven - tomé su mano llevándolo a donde se encontraban Martita y Jessica, la segunda lo miró de pies a cabeza, su mirada no me gustó para nada.

- Martita ya te hablé de Erick - ella sonrió y se levantó saludando al nombrado.

- Un gusto conocer al chico que trae confundido a mi pequeño - él me miró sorprendido.

- Ella es jessica, es la hija de Marta - los presenté ignorando su mirada de asombro ante el "confundido" De Martita.

- Un gusto Erick - se levantó de su asiento y planteó un beso en su mejilla.

Después de unos 30 minutos Jessica se fué, tenía que hacer una sesión de fotos. Yo estaba feliz de que ya se marchara, no es por nada, pero estuvo mirando mucho a Erick y de una manera no apropiada.

Llegó la hora de cerrar la librería, nos despedimos de Martita y nos fuímos al estacionamiento, donde se encontraba mi vehículo.

- Eres un celoso Christopher - dijo Erick con una sonrisa apenas nos subimos a mi auto.

- ¿Por? - abrochamos nuestros cinturones.

- Si fuera por tí, Jessica estaría a 30 metros bajo tierra.

- Ah, pero ella te estaba mirando demasiado - justifiqué.

- Eso no interesa, no debes mirarla como si fueras a asesinarla, no esta bien.

- Se, se, ¿Vamos a tú casa?

- Claro.

El Boliche || ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora