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Jimin comenzaba a quedarse dormido debido a la relajante voz de la profesora la cual estaba explicando algo que no entendía en absoluto. Vaya, ¿quién diría que en su primer día iba a tirarse tremenda siesta? Realmente eso era muy poco probable de Jimin pero el pelirubio no había dormido nada alistando las cosas para el nuevo comienzo de los días tormentosos llenos de tarea para hacer.

Sus ojos se cerraban a cada instante a la vez que sacudía su cabeza para evitar un bostezo. Varias veces compartió miradas con la profesora para finalmente darse cuenta que en ningún momento lo miraba a él sino a su tierno compañero de banco quien aún le resultaba misterioso.
Lo peor era que la profesora no lo miraba de una manera en la que un docente debería mirar a su alumno, su mirada delataba picardía y algo más que Jimin no supo descifrar y realmente no quería hacerlo, de solo pensarlo le causaba escalofríos.

Pero aún así la duda existía; ¿por qué demonios observaba de esa manera a su alumno el cual desprendía ternura e inocencia por doquier?
Su miraba se posó en el recién nombrado, este seguía dibujando en su cuadernito rojo algo fascinante para Jimin; eran dos personas, una abajo y la otra arriba, las mismas, pero de algún modo a la vez estas lucían totalmente opuestas, era como el fuego y agua, uno era cálido y el otro frío.
El pelinegro trazaba perfectamente las líneas con su lápiz el cual era igual de infantil que él, adornado con una pequeña vaquita en donde iría la típica goma pequeña. Sus ojos danzaban al compás del lápiz, su boca semi abierta mientras mordía su labio inferior el cual se tornaba rojo debido a la presión.
Sus manos eran delicadas y sus uñas cortas y perfectamente limadas, sus lentes pulidos cayendo sobre su nariz, aquel flequillo que tapaba parte de su frente y esos ojos claros.
Jimin simplemente pensaba que no había visto en su vida a alguien tan... Angelical.

La campana sonó sacándolo de sus pensamientos, guardó rápidamente sus cosas para luego echarle una última mirada al pelinegro quien aún se encontraba dibujando.

-Mmh... Disculpa...- habló tocándole el hombro.

-¿Sí?- respondió suavemente Jungkook.

-Mmmh... si no tienes a alguien con quien almorzar, puedes sentarte conmigo y bueno, también estará mi mejor amigo Taehyung, puedo presentártelo si quieres...

-Oh...- respondió nervioso.-Te lo agradezco Jimin, pero yo... no iré a almorzar...

-Entiendo... Pero de igual forma cuando quieras puedes venir con nosotros.- habló dedicándole una sonrisa.

-Lo tomaré en cuenta.- finalizó sonriéndole de la misma manera para luego regresar su vista a su cuaderno.

Jimin recogió sus cosas y salió del salón para caminar hasta la cafetería, apresuró el paso lo cual ocasionó que casi se cayera sin embargo alguien pudo ayudarlo.

-Tienes que tener más cuidado novato.- habló un chico alto, moreno y con el pelo color marrón oscuro.

-Mi nombre es Jimin, no novato y te pido disculpas, no estaba prestando atención a mi camino.

-Lo sé, pero me gusta más el apodo novato, espero no te moleste. Y descuida, cualquiera se tropieza pero aún así trata de poner más atención, adiós.- dijo sonriéndole antes de retirarse dejando a Jimin sorprendido.

A decir verdad, pensaba que aquella persona iba a mandarlo a la mierda, al parecer juzgó mal. Idiota; pensó para sí mismo.

Siguió avanzado hasta llegar a la cafetería, recorrió su mirada hasta divisar a su mejor amigo sentado en una mesa algo alejada de los demás, algo típico de Tae. Caminó hasta él despeinándole el pelo para luego sentarse frente a su amigo quien ahora tenía una mala cara.

Two personalities • [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora