CAPITULO 9: "El dolor"

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No me podía levantar de la cama. Los ojos me pesaban, las piernas casi no las podía mover, mis manos estaban dormidas... Estaba mal, no paraban de salir lágrimas de mis ojos, quizás sea por Leo o por mi padre o por mi hermano o por mi abuelo... Mi vida se estaba convirtiendo en una mierda y no sabía como arreglarla.

-¡Qué dolor!- dije mientras me daba en el pie con la punta de la mesa del salón. Era un dolor fuerte pero agradable. Me volví a dar, queriendo, con la mesa, una y otra vez. Me sentía bien. Era un dolor duradero pero no tanto como el que llevaba dentro de mi. Decidí auto lesionarme hasta que me salieron cardenales en los pies.

-¡Emily, Emily!- ¿estaban tocando realmente o era yo que tenía ilusiones a causa del golpe?- ¡abre corre!

Abrí la puerta por la intriga que me daba saber quien estaba detrás de ella.

-¿Que quieres?

-Te tengo que decir algo sobre Leo.

-Dime.

-Leo... Esta...

-¿Esta qué Natalia?

-Esta muerto- muerte muerte muerte muerte

-¡¿Co-co-como?!

-Son bromas- se echó a reír.

-¡Te mato!

-Me encontré a Leo antes, y me dijo que...

-¿Qué?

-Que como vea a Billy le partiría la cara.

-¿Pero ese tío de que va? ¿Qué pasa que no puedo tener amigos?- dije gritando.

-Sólo me dijo que te lo dijera.

-Entra, Nati.

-Oh por fin, estaba esperando a que me lo dijeras. ¡Hace un frío fuera!- me miró el pie- ¿qué te paso Emily?

-Me di esta mañana con la mesa, sin querer- no mentí del todo.

-Pobre ¿qué tal esta tu hermanito?- agradecí que me cambiara de tema.

-Lo tienen que operar esta tarde y si no sale bien...

-Lo siento- sentí un abrazo de mi mejor amiga- todo saldrá bien cielo.

-Eso espero- dije mientras se deslizaba una lágrima por mi rostro.

-Yo me tengo que ir, que mi padre no sabe que he salido y como se de cuenta... No me verás el pelo más.

-Adiós Nati- dije con una sonrisa en la cara.

*

Logré ver a Billy a lo lejos, no quería que me viera por si Leo estaba vigilandome. Me escondí detrás de un árbol.

-¡Bu!

-¡Qué susto- dije mientras le miraba a los ojos.

-Lo siento de veras, me he portado como un estúpido contigo- dijo Leo arrepentido.

-No pasa nada cari, eso le puede pasar a cualquiera.

-¿Te apetecería ir a dar una vuelta?

-Me encantaría pero tengo que ir al trabajo de mi madre- mentí, quería espiar a Billy.

-Vale nos vemos pequeña.

-Adiós- me despedí con un beso en los labios.

Observé como Billy entraba en una tienda. ¿Un regalo para tu novia?.

¿Desde cuándo Billy tenía novia? ¿No me quería?

-Que estúpida soy- dije susurrando.

-¿Estúpida?

-Billy...

-Así me llaman.

-¿Qué haces por aquí Billy?

-Dirás que haces tu por aquí.

-He preguntado antes- dije burlona.

-Vine a comprar un regalo.

-¿Para tu novia?

-Algo parecido.

-Ah... Me alegro- dije cabizbaja- me tengo que ir a mi casa.

-Vale, nos vemos.

No había nadie por mi casa. Por lo que cogí un cuchillo, me sentía mal...

-¿Hasta qué punto vas a llegar Emily? ¿Te vas a cortar?- me pregunté a mi misma.

-Sólo quiero probar- me respondí a mi misma.

¿Qué hacia yo hablando sola? Qué mal estaba psicológicamente. Cogí el cuchillo y lo pase por mi pierna, fue una raja pequeñita pero la sangre corría por mi pierna.

-¡Pero que coño hago!- solté el cuchillo y empecé a llorar, llorar por lo que me había hecho en la pierna más que nada.

Dejé que el agua corriera por mi cuerpo. La sangre seguía y seguía saliendo de mi pierna. No se en que estaba pensando, era horrible auto lesionarme pero me sentía mejor, no sentía ese vació tan infinito dentro de mi.

*

-Mama, ¿te puedo preguntar una cosa?

-Ya lo has hecho.

-Vale...

-Pregúntame anda.

-Leo esta celoso por Billy y no me gusta que se enfade conmigo sin razón.

-Emily, los celos son muy malos. Pueden llegar a cambiar a una persona, ¿sabes por que tu padre y yo nos separamos?

-Nunca han querido contármelo.

-Pues bien... Yo había venido de trabajar y estaba feliz porque me habían ascendido. Tu padre me preguntó que donde había estado, y yo le respondí sinceramente, en el trabajo. Pero él no me creyó pensaba que estaba con un amigo, mi mejor amigo. No paraba de decirme puta. Yo estaba convencida de que ese día no lo había visto. Insistí en que se estaba equivocando pero él seguía llamándome de esa manera. Yo empecé a llorar y él me dijo cobarde. Yo lloraba y lloraba y él me dijo que como no me callara me pegaba. Finalmente me pegó un puñetazo en la barriga, le dije que parara porque hacia daño a tu hermano, que estaba en mi barriga, es decir, estaba embarazada de tu hermano. Le grité que se marchara y él no acepto a sí que cogí un cuchillo para "amenazarlo" ya que hacia daño a mi hijo. Y cuando salió por esa puerta no lo vi más hasta que vino a casa el otro día.

-¿Y yo donde estaba?

-Estabas en casa de tu tía. Siempre que aparece ese maldito hombre, no sucede nada bueno- vi como una lágrima recorría su cara.

-Lo siento mama, yo siempre te querré.

-Lo sé hija.

Sonó el teléfono. Mi madre lo cogió

-Diga.

-¡¿Qué ha pasado?!

-Madre mía- su cara estaba llena de lágrimas.

El Amor Es Para TontosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora