Deadline

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Había muchas cosas que dejaba incluidas, su casa de la ciudad, el Jaguar que a ella tanto le gustaba, y una enorme cartera de acciones. Desde el punto de vista económico tenía más que la mayoría de los hombres de su edad, pero eso no lo había hecho feliz, esperaba que aquellos sacrificios lo llevarán más cerca de su cometido. Darle parte de sus bienes materiales era lo menos que podía hacer por ella, ya que nunca había sido capaz de darle su amor. Aunque ella si le había dado algo para amar, algo por lo que valía la pena luchar.

Últimamente parecía que el tiempo no quería pasar, trabajaba incluso en casa y cuando no estaba trabajando, estaba fuera planificando hasta el más ínfimo aspecto del paso que iba a dar.
La boda parecía ya un hecho distante, pero desde ese día había venido cociendo a fuego lento su plan. Pero ahora el final estaba cerca y sentía un gran alivio por eso.

Pensó que quizás fue la boda lo que finalmente lo llevó al límite. Al atarse para siempre a alguien que no amaba, cuando la persona que le interesaba de verdad estaba fuera de su alcance para siempre, era demasiado para soportar. Chanyeol apenas podía recordar el contorno borroso de las caras sonrientes el día de la boda, las manos golpeando sus hombros, las voces felicitándolo. Si solo supieran cómo se sentía en realidad, como si se estuviera ahogando, como un náufrago que se aferra al madero. 

Solo su madre lo notó. Tuvo que poner todo su empeño para no quebrarse. Para no caer de rodillas contra el vestido tradicional de su madre y llorar, cuando sus suaves manos acariciaron su rostro y le susurraron que todo iba a estar bien.

Al final lo logró, no lloró. Pero cuando a las 9:00 de la noche logró escurrirse de las felicitaciones y escabullirse en uno de los baños de aquel famoso hotel, sintió que se derrumbaba.

El pesado espejo de marco de caoba que colgaba en la pared frente al lavado mostraba un hombre fornido, alto, con cabello oscuro demasiado largo pero perfectamente disimulado debajo del tradicional peinado y unos ojos negros llenos de tristeza. ¿Por qué podía ser tan complicado? ¿Por qué no podía ser más sencillo correr a casa de Kyungsoo y acurrucarse en sus brazos?

Contar ovejas no funcionó esa noche. Chanyeol se volvió sobre su espalda con un suspiro y centró su vista en el ostentoso techo del hotel. Escuchó la respiración apacible de su esposa, tratando de sincronizarla con la suya, añorando ser atrapado por los brazos de Morfeo pero eso no funcionó, tampoco. Su esposa podría estar durmiendo a su lado, su desnuda piel rozando la suya, pero la persona que ocupaba su mente estaba lejos, tan lejos que incluso los separaba un océano.

Kyungsoo...

Chanyeol respiró profundamente y sin liberarse de los recuerdos de la última noche se removió en la cama. Todo había terminado. Kyungsoo volvió a salir de su vida. Solo que esta vez la huella que había dejado en él era mucho más profunda. Kyungsoo se había metido debajo de su piel, estaba dentro de cada fibra de su cuerpo y no podía deshacerse de él.

Suspirando de nuevo, Chanyeol se sentó en el borde de la cama antes de dirigirse fuera de la habitación. Él no debería. No debería ir buscarlo. Si sabía donde estaba no cambiaría nada. No había nada que él pudiera ofrecer. Pero...

Chanyeol esperó hasta que Kyungsoo apareció en la lejanía detrás del cristal, se alejó de la columna antes de hacer varias respiraciones profundas y relajantes. Había visto varias veces a Kyungsoo a lo largo de los cuatro años, pero siempre a través de fotos que el detective le proporcionaba. Pero ahora estaba a punto de ver al hombre de cerca por primera vez en lo que le pareció una eternidad. 

Sabía que necesitaba calmar su pulso acelerado antes de ver a Kyungsoo otra vez, no quería que este supiera lo perturbado que estaba por este encuentro. Una vez que Chanyeol se sintió él mismo, que estuvo bajo control, se dirigió hacia dentro de la cafetería donde Kyungsoo se encontraba.

Shadows[EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora