Capítulo 1, La toalla.

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La probabilidad de lluvia amenazaba el pueblo, el noticiero anunció que así estaría toda la semana, así que no me espanta en lo absoluto, además que así es gran parte del año.
Miro el reloj, 6:48 am., es demasiado temprano para estar despierta un sábado pero creo que aprovecharé el tiempo al máximo.
Escucho que mi padre empieza a mover cosas en la cocina. Creo que iré a saludarlo antes de que se dirija al trabajo.
Bajo las escaleras, no hago nada de ruido ya que traigo unas pantuflas muy aborregadas, muero por la baja temperatura.
-¿Qué hay de desayunar? -le pregunto a mi padre. Él se da un susto y voltea a verme, antes de reír.
-Por Dios, Marion, buenos días, me asustaste, ¿qué haces despierta?
-No pude dormir mucho durante la noche.
-Entiendo... Trata de descansar un poco más, es muy temprano, ¿qué planes tienes para hoy?
Todos los fines de semana salgo con Dean, a cualquier parte, pero varias semanas él no podía, trabajaba, me mandó un texto y dijo que hoy nos tocaba ir a comer.
-Dean pasará por mi para salir a comer algo, luego iremos al cine o nos las arreglarnos ¿qué hay de ti, cuáles son tus planes?
-Comer en el trabajo, llegar de noche, tomar una cerveza y quedarme dormido viendo algún programa mierda.
Suelto una risa fingida, es deprimente, hace 4 años murió mi madre y él no ha hecho nada de su vida, éstos años se le han ido en mí, él es joven, guapo; pocos hombres a su edad están tan bien conservados físicamente, aunque tiene el cabello platinado por las cuantas canas que le han salido, sabe aprovecharlas al máximo, su piel es un moreno en tono canela, barba y bigote envidiable y para su edad... Un cuerpo atlético, debo admitirlo.
-¿Por qué no te vas a un bar? -le pregunto, él se vuelve a mí muy sorprendido.
-A mi edad ya no tengo fuerzas para eso, cariño -me dice y da un suspiro profundo.
-Tienes 43, eres joven, diviértete con tus amigos, ve un partidos de fútbol con ellos, qué sé yo.
Momento de silencio incómodo, hemos tenido esta conversación antes, ¡debe seguir con su vida! No quiero ser la responsable de que sea miserable. Él mira al reloj y añade:
-Es tarde, debo irme, cariño. Ten un lindo día, saludame a Dean -Toma el último sorbo de su café, termina de una sola mordida su pan tostado, me da un beso en la frente y sale por la puerta.
Miro mi reloj, 7:04 am., demonios ¿qué puedo hacer?... Aunque ahora que lo pienso, la casa está hecha un asco. Supongo que el pasar de las semanas, mi padre trabajando todo el día, y yo estando fuera no le hace justicia a la limpieza de este hogar.
Recojo la ropa que está regada por toda la casa, la pongo en el cesto de la ropa sucia, sacudo los muebles de madera, acomodo los sofás, lavo la vajilla que ha dejado mi padre sucia y limpio el comedor.
Le echo un ojo al reloj, 7:39 am., bueno, creo que no es tan malo. Tengo aún tiempo, Dean quedó en pasar por mí a eso de las 9:00 am.
Subo a mi habitación, me pongo unas zapatilla deportivas, y ropa para correr. Tomo mis audífonos de mi mesa de noche, me hago una cola de caballo y me dispongo a salir a correr.
De nuevo bajo las escaleras, trato de estirar un poco en la sala antes de salir, pongo música en mi celular, Between the bars de Elliot Smith, una de mis mis favoritas, conecto los audífonos, los coloco en mis oídos, la música me abruma de una manera maravillosa, no logro percibir ningún otro sonido. Tomo las llaves y salgo de casa.
Mi vecindario es muy tranquilo, casi todas son familias de menos de 6 integrante, la mayoría de los hijos aún nos niños de 3 a 13 años, solo juegan en la calle soccer y las niñas corriendo con sus vestidos de princesa.
Veo que muchas señoras ya están despidiéndose de sus maridos que van a trabajar. Realmente es muy difícil ver todo eso sin recordar a mi madre.
Ella era una persona brillante, veía por los demás, amaba donar a la caridad, ayudar a cuántas personas podía, no importa si se quedaba sin qué comer algunos días, ella intentaba apoyar. Era una esposa magnífica, apoyaba a mi padre en todas sus locuras, ellos estaban juntos desde que tenían 15 años, fue un golpe del que él aún no se recupera y dudo que lo haga pronto, era su alma gemela.
La canción se acaba y empieza otra, Jailhouse Rock de Elvis, creo que de algún modo debo animarme un poco.
Veo a mi vecino salir, sinceramente no lo conozco mucho, lo único que sé es que su nombre es Mateo, debe tener unos diecinueve o veinte años, es lindo, trata de aparentar ser malo pero su mirada lo delta, tiene la maldad de un oso de peluche; sus padres se divorciaron hace unos meses, las personas dicen que fue porque su padre la engañó con su mejor amiga, ahora vive con su madre a dos casas de la mía, son buenos vecinos, silenciosos, pero amables y respetuosos, ella algunas veces va a mi casa a pedirme azúcar o algún ingrediente que le falta para su comida.
Me he perdido tanto la noción del tiempo, veo el reloj, 8:17 am., diablos, apenas tengo tiempo de llegar a casa, ducharme y tratar de arreglarme un poco.
Corro lo más rápido que puedo hasta llegar a mi casa, meto la mano a la bolsa de mi sudadera donde tengo las llaves, no las encuentro, mierda.
Me llega un mensaje de texto, es de Dean, me dice que está a quince minutos de llegar, ¡DOBLE MIERDA!
Intento recrear el camino que recorrí lo más veloz que se puede, al cabo de siete minutos y varios metros recorridos al fin los encuentro, regreso a casa, abro la puerta y al momento de cerrarla escucho alguien aparcar fuera de mi casa, y sí, es Dean.
Hace sonar el claxon, yo abro la puerta, me hace una mueca de duda.
-¡Pasa, aún no estoy!-le grito asomando la cabeza por la puerta.
Veo que me entiende, ha subido las ventanillas de la camioneta y baja de ésta.
-Hey, ¿qué pasa?, ¿por qué no estás lista? -me pregunta algo confundido, pero no molesto.
-Salí a correr, perdí la noción del tiempo, cuando regresé me di cuenta que había tirado las llaves, volví a buscarlas, no tiene ni cinco segundos que cerré la puerta al regresar cuando ya habías llegado.
Me mira algo confundido, pero sé que le ha dado gracia.
-Tranquila, solo date prisa, duchate, hazle un favor al mundo.
Le doy un golpe en el brazo y entramos en mi casa.
-Siéntate en el sofá mientras me ducho y después me visto ¿Puedes esperar?
-¿No quieres que me duche contigo? -Me pregunta y alza su ceja en un sentido burlón.
-Si yo quisiera que pasara, creeme que no estaríamos aquí charlando -lo reto.
-Anda, chiquilla, vete a bañar que aquí te espero.
Sabia que diría eso, no deja de hacerme bromas así.
Subo las escaleras corriendo, entro al baño, me retiro la ropa sudada y entro en la ducha, el agua está deliciosa, caliente, recorro mi cuerpo con el jabón, huele a vainilla, froto el shampoo en mi cabello, este huele a cítricos, aun mejor.
El vapor invade todo el cuarto de baño, al cabo de quince minutos quedo limpia y refrescante. Extiendo mi mano fuera de la ducha y me doy cuenta que he olvidado la toalla. Tengo tres opciones.
1. Ponerme la ropa que me he quitado, pero claramente está lo que sigue de sucia, es imposible que la use.
2. Salir y dirigirme a mi cuarto desnuda, arriesgando que Dean me vea las pelotas.
3. Pedirle a Dean que vaya a buscarla y me la entregue, que tiene el mismo fin que la segunda opción.
Demonios, creo que ya sé qué haré.
-¡DEAAAAAAN! -grito con todas mis fuerzas.
Hace caso omiso.
-¡DEAAAAN! ¡CARAJO, respondeme! -vuelvo a gritar.
En éste intento recibo respuesta, escucho como sube las escaleras.
-¿Dónde estás? -Me pregunta alzando la voz un tono más fuerte de lo normal.
-¿Dónde crees, genio? ¡En el baño!
Escucho sus pisadas dirigirse a mí. Abre la puerta, gracias al cielo que el vapor disimula un poco mi figura.
-¡Hey, cierrala un poco! -gruño. Él me obedece.
-¿Cambiaste de opinión con ducharnos juntos?-pregunta, y por su voz noto que disfruta del momento.
-Cierra la boca, ve a mi habitación, abre el clóset y trae una toalla de baño, la olvidé.
Escucho como ríe y cierra la puerta.
De verdad no puedo creer que esté en ésta situación tan embarazosa.
Al cabo de tres minutos él regresa, abre la puerta y me tira la toalla en los pies.
Me envuelvo en ella, recojo la ropa sucia y me dirijo a mi habitación, vaya sorpresa, él está ahí.
-¿Podrías salir? -le pido.
-Vamos, Mari, dejame ver.
-Largo -levanta una ceja, sin obedecer -, ahora.
Siempre bromea con eso, no hay manera de que hable en serio, por esa razón siempre lo tomo con calma sin ofenderme o creer que quiere acostarse conmigo.
Comienzo a vestirme, uso unos Jeans de mezclilla negra, unas botas llenas de relleno para que no pase el frío, una blusa negra de manga larga y una cazadora azul marino. El cabello dejó que seque naturalmente, enrizo mis pestañas y pongo máscara de pestañas, aplico un poco de labial rosa en mis labios y voilá, estoy lista.
Bajo a la primera planta, Dean ya está empezando a perder la paciencia.
-Demonios, Mari, ¿viste la hora? 9:42 am., es tarde.
-¿Dónde me llevarás?
-Es una sorpresa.
Subimos al coche, guardé perfectamente las llaves ésta vez, estoy lista para ir donde Dean me lleve.

Apaga tu cigarrilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora