Jessica preparó dos tazas de café, un cappuccino para su amiga y un café cortado para ella. Amanda, callada y nerviosa, solo podía mirar la espumosa superficie de su taza, pensando en todos los hechos ocurridos.
Su amiga se apoyó contra el borde de la mesa, junto a Amanda, y bebió un pequeño trago de su café.
-¿Qué pasó? -preguntó Jessica, sonriendo de manera cariñosa.
-Pues... él sí tenía una madre. -empezó, no era lo que realmente le afectaba, pero tenía que empezar con lo más insignificante y por supuesto, es algo que Jessica ya sabía que hacía.
-¿Ah si? ¿Pudiste conocerla? -preguntó ella, bebiendo su café y prestando atención a cada gesto que ella hacía.
-Si..., pero... no me sentí bien cuando me lo dijo. Me molestó. -contestó y bebió de su taza.
-Pero ¿Qué te molestó precisamente? ¿Tenías aliento a cebolla o algo así? -se burló aligerando el pesado ambiente.
-No, no. -rió y miró de nuevo su taza, reír la hizo relajarse un poco más- Es que... me lo ocultó y, no me gustó.
-Oye... ¿No crees que te molesta porque tú también le has ocultado cosas? Digo, es la explicación más lógica y razonable que encuentro.
-Es que es por eso... Me vi a mi misma en sus palabras, y no me gustó. ¿Qué debería hacer?
-¿A qué te refieres?
Jessica se sentó en la silla, junto a ella y acarició su mano con cariño, algo que solía hacer para relajarla.
-Mi madre dice que no estoy lista para una relación, y no creo estarlo, pero tampoco podré alejarme de él, aunque se lo pidiera, yo iría a buscarlo y lo sé porque me conozco. -suspiró, apretando los labios y volviendo a tomar su café.
-Hey, disfruta esto, que no es barato. -dijo Jessica refiriéndose a su taza- No lo tomes para evitar un nudo en tu garganta, respira.
-De acuerdo.
Amanda respiró profundo y se dio una bofetada mental, ella estaba ahí para hablar y liberarse, no para llorar y no valorar el delicioso sabor del café. Se enderezó y volvió a tomar otro trago, sintió la espuma en sus labios y el dulzor, el chocolate picando en su paladar y el aroma de la canela, definitivamente Jessica tenía que abrir una cafetería o algo, sus cafés eran los mejores y eso que no hablamos de los helados y postres que cocina o inventa de la nada, es perfecta para la repostería. Bebió varios tragos antes de que sonara su móvil, eran las 3:14 a.m. y se preguntó quién mandaría un mensaje a esa hora.
-¿Rodrigo? -preguntó Jessica, quien sacaba unos brownies seguramente hechos el día anterior.
-No lo sé. -respondió y se fijó en las notificaciones, efectivamente, era él-Si, era él. -sonrió tras decirlo y leer el mensaje.
-¿Qué te puso?
-"Buenas noches, preciosa."
-¿En serio es tan cursi? ¿Con esa cara de chico mal? Me sorprendes Rodrigo. -dijo riéndose y colocó la bandeja en la mesa, tenían almendras y nueces, además de una apariencia deliciosa.
-No te burles, él es muy cariñoso y atento conmigo. -tras decir eso se sonrojó y recordó varios momentos casi al mismo tiempo.
-Lo sé, amor. Déjame divertirme, estos días he estado lidiando con el idiota de mi jefe.
-¿Ah sí? ¿Qué sucedió?
-Pues... Lo de siempre, no sabe manejar sus ingresos y me pide que le salve el culo, tengo que bajarles el presupuesto a las salas de costura, material, promoción, etc. Para poder conseguir los ingresos y llegar a un acuerdo con la otra compañía, pero ya sabes, se queja de la calidad de los productos y que intente recuperar eso. El idiota quiere que haga lo imposible, estuve toda la semana buscando precios en otras fábricas para poder comprar más barato, calidad similar y poder tener las finanzas necesarias para salvar la empresa.
ESTÁS LEYENDO
Tenemos que Hablar
أدب المراهقينRodrigo esperaba con ansias la llegada de su novia a su casa, después de dos años de salir y de esperar que ella aceptara, ya que Amanda, su novia, se había negado siempre a ir a la casa de su novio. Pero al recibirla, se encontrará con una molesta...