Yoongi observó la hilera de personas frente a él. Todos allí parecían como marionetas, repitiendo frases dichas anteriormente a otra gente, con las mismas secuencias de baile. Las máscaras doradas y plateadas adornando el camino de mujeres y hombres en trajes todavía más brillantes.
Miró al que sería su nueva pareja de baile, era un caballero más alto que él y con un porte serio. Yoongi pensó que sería parte de los guardias reales.
Cuando la música dio inicio todos se acercaron a la persona al frente, Yoongi avanzó a paso lento e inseguro. Hizo una reverencia y extendió sus manos a aquél hombre. El otro no tardó en colocar sus manos en su cintura, con un tacto más delicado del que hubiera esperado de su parte.
No se habían movido aún, solo se quedaron allí. Yoongi se sorprendió de que no se quejara de su falta de iniciativa, como habían hecho otros tantos. Levantó la vista, quizá el hombre esperara que lo hiciera para susurrarle algo hiriente, como todos.
—¿No sabes bailar? —preguntó, en cambio. Yoongi sonrió, el tono dulce del caballero le indicó el tipo de persona que era, totalmente opuesto a los que estaban en ese baile, fingiendo ser ovejitas cuando eran unos salvajes lobos.
Yoongi puso sus manos a la altura de los hombros ajenos y comenzó a moverse. Uno, dos y tres, podría ser la misma secuencia pero se sentía distinta con el acompañante que tenía. Cada paso le hacía sentir algo nuevo, era como moverse entre lugares diferentes, lejanos. Yoongi supo que aquél era un bailarín experimentado, pues le había oído a su madre decir que habían unos pocos en ese pueblo, y que cada uno de ellos podía hacer magia con cada movimiento.
—¿Cómo te llamas?
Yoongi escuchó su voz, clara y dulce, como si no sonara una música repetitiva de fondo.
—Yoongi.
Siguieron moviéndose entre paisajes pintorescos. Habían flores, estrellas y todo aquello que Yoongi amaba.
—Tienes buen gusto —confesó el hombre—, otras personas solo ven oro y joyas.
El agarre en su cintura se volvió más suave, si es que se podía sin haberlo soltado.
—¿Cuál es tu nombre?
La música cambió a una que Yoongi jamás había oído. Era la pieza perfecta para ellos dos.
—Hoseok.
—¿También la música? —inquirió, habiéndose extrañado de que sus padres aceptaran una música distinta en esa fiesta.
El caballero asintió. Yoongi deslizo sus manos hasta su cuello, acariciándole.
—Tienes un bonito nombre, como de realeza.
—Es algo así.
Yoongi no entendió sus palabras, pero siguió inmerso en la música, en los lugares y en Hoseok.
|NOTA|
Pienso continuar esto como historia, algún día.