III

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[Pueblo de Ésteres; 3:43pm.]

Los reinos eran bastante poderosos en el siglo XIX,en especial en Europa. Por lo que la poca gente que quedaba,sin dinero ni una monarquía poderosa vivía en pueblos, con pocos recursos para vivir pero grandes corazones.

Esa tarde Spencer salió en busca de un nuevo paisaje que fotografiar,pero sin pasarse del límite,ya que había una especie de pared de árboles que dividía los reinos de los pueblos,y por supuesto el rey de uno de esos palacios había elegido que la gente de Ésteres no cruzara el bosque en búsqueda de dinero.

Spencer sabía perfectamente la fortuna que escondían los reinos de Inglaterra y Escocia,pero nunca se atrevió a contarselo a su madre quién tenía una idea de lo poderosos que eran,pero no se imaginaba nada.

Su amigo Patrick vivía en unas casas lejos de él junto a su padre y su madre enferma a la cuál no le podían pagar el tratamiento. El castaño intentó mil veces pedirle ayuda a los reinos para que pudieran darle dinero o medicina a la madre de su amigo,pero todo fue en vano.
Luego de aquella semana trágica de intentar vender y subastar cosas que no le sirvieron para nada,su amigo Cole apareció con una idea en mente.

Los tres siempre fueron bastante unidos desde que la familia de Cole llegó a Ésteres,pero nunca terminaron de conocerse,pues como bien alguien dijo nunca se termina de conocer a una persona.

En ese mismo momento luego de fotografiar un par de insectos Spencer volvió a su casa por un camino más largo de lo usual para poder terminar de revisar las fotos que había tomado sin sacarle tiempo a su madre.
Fue ahí donde se encontró con sus dos mejores amigos,uno de ellos llevaba un pergamino en la mano.

Spenc,no te pierdas esto. —Cole rió.

Al acercarse a ellos abrieron el pergamino repentinamente revelando lo que estaba escrito en el; un mapa del reino de la familia De La Cruz antes de la construcción del bosque que los separaba de ellos.
Cole los miró con un brillo en sus ojos que decía algo; Quería entrar al reino.

Por qué nunca se me había ocurrido? —Patrick comenzó a reírse,se le notaba la eterna felicidad al saber que,si el plan funcionaba, podría pagar la medicación de su madre. —Eres un genio,Cole.

Spencer suspiró,deteniendo su entusiasmo. —Y ustedes creen que eso va a funcionar?

Intentando no pierdes nada,amigo.

Nos van a atrapar! —exclamó— No quiero ir preso a los 20 años.

Hay que crear un plan.

La idea del plan no le parecía correcta a Spencer,pero si a Patrick y a Cole. Los dos estaban completamente convencidos de que entrar al palacio era la única opción de conseguir dinero y llevar a su familia al estrellato.

Y cuál es tu plan,genio?

La boda del príncipe. —La sonrisa de Cole brillaba más que la blanca luna por las noches. Nunca lo habían visto así.

Spencer continuó su largo camino llegando a su casa,sin dejar de pensar en la propuesta de sus amigos. Querían entrar de contrabando a un reino.
No había ninguna ley que dijera que podían ir presos por cruzar el bosque, pero si el rey o la reina los atrapaban podrían llegar a quedar encerrados en los famosos calabozos del reino.

Así pasó casi toda su tarde,pensando en que era mejor para él.
Que podría salir mal? Absolutamente todo.
Si sus padres se enteraban que estaba por incumplir las reglas entre el pueblo y el reino,entonces estaba acabado.
Cole,por su parte, tenía sólo a su madre,pero salía a buscar trabajo todas las tardes por lo que eran menos las posibilidades de ser descubierto. Y Patrick tenía la excusa perfecta; conseguir recursos para su madre.

Entonces, ¿Por qué no arriesgarse?
A la hora de la cena Spencer escuchó como su madre lo llamaba y entró corriendo a la casa con una sonrisa para borrar la expresión de preocupación de su cara.

Gracias ma. —Le agradeció cuando esta dejó un plato lleno enfrente suyo.

¿Estás bien? —Se sentó a su lado— Siento que me escondes algo.

Spencer se quedó boquiabierto y procedío a mirarla,tartamudeando. —Y..yo..Es que...mi cámara...

La perdiste?

S..si. —mintio,poniendo cara de tristeza— Es que no quería que te enteres, mamá.

Su madre lo abrazó y le dió un beso en la frente. —Ya la vas a encontrar,hijo. Mañana vas a buscarla.

La señora se levantó de su asiento y tirándole un beso a su hijo se dirigió a su habitación a descansar mientras esperaba que su marido volviera del trabajo, más tarde de lo normal.
Spencer esperó a que nadie sospechara nada y salió de la casa,ya decidido a darle una respuesta a Cole.

No iba a mentir; tenía mucho miedo.
Pero si de familia se trataba entonces estaba dispuesto a hacer cualquier cosa.
Sus padres estaban viejos y ya no les quedaba mucho tiempo así que quería asegurarse de que pasaran los últimos años de sus vidas viviendo como realmente lo merecía.
Después de todo él ya no era un niño, así que si debia vivir sólo definitivamente elegiría la realeza.

Caminó por las últimas calles de tierra restantes que quedaban hacia la casa de Patrick en orden de llevarlo con él y darle una respuesta concreta al cerebro de todo este plan.

¿Que decidiste? —el pelirrojo le hablaba mientras daban la vuelta para llegar a la casa de Cole.

Creo que si. —asintio— Vamos a hacerlo.

Un miedo recorrió el cuerpo de los dos chicos al escuchar el "si" como respuesta. Ninguno de los dos creía posible que el plan saliera bien,pero si tenían que arriesgar su vida por dejar de vivir en casas de paja y poder ingerir alimentos de buena calidad, entonces estaban dispuestos a cualquier cosa.

Cole abrió la puerta de su casa sigiloso sin despertar a su familia. —¿Por qué están aquí tan tarde?

Nos vamos,Cole. —Spencer tomó su brazo— Vamos a entrar al reino.

Una sonrisa enorme iluminó los rostros de los tres amigos; ésta sería una aventura de la cuál definitivamente no se olvidarian.

El bosque no era un camino corto,ni tampoco uno largo,pero sin embargo les llevaría un tiempo cruzarlo ya que la población de animales salvajes crecía cada día,y uno de cada tres habitantes que lo cruzaba moría atacado por uno de ellos.

Antes de partir para nunca volver Cole le alcanzó a sus amigos unas mochilas con lo único que necesitaban dentro de ellas; agua,comida y un cuchillo.
No necesitaban nada más.

Sigilosamente se las colocaron y comenzaron a caminar en la misma dirección dispuestos por fin a enfrentar a la realeza por primera vez, después de 18 años de que aquella barrera fue construida.

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