XIII

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[Inglaterra; 5:45 am]

El cielo se tornó gris en Inglaterra, todos en el castillo estaban silenciosamente esperando una respuesta de la realeza acerca del Rey Mark, quien se encontraba en estado crítico y no había mejorado.
Miles de médicos especialistas de todos los países fronterizos intentaron mejorar su estado pero fue imposible, y Elizabeth se encontraba vaciando cada bolsa de oro que encontraba para poder pagarles.

Luke entraba en pánico; Dormía pocas horas y su día se pasaba volando en la oficina de su padre, organizando mapas y guerras que en un futuro podían ser posibles si él decidía organirzarlas.
Después de su envenenamiento el concejal James fue encarcelado y el se encontraba más tranquilo sabiendo que nadie lograría sabotearlo ahora, a menos que un rey de otro país decidiera iniciar un conflicto.

Se levantó de su asiento, con el estrés por las nubes y unos papeles en mano y volvió a su habitación, caminando despreocupado por los largos y oscuros pasillos, los cuales en el momento se encontraban decorados debido a la gran boda real, que se esperaba poder realizar mañana.
La lluvia comenzaba a caer una vez más anunciando la llegada del frío Invierno.
Una de las estaciones favoritas del príncipe; Amaba salir a la nieve con sus amigos de la corte, los pocos que quedaban si era que Mark no ordenaba ejecutarlos por algún motivo.

En cuanto llegó a la sala Raymond lo interrumpió, corriendo como siempre hasta que chocaron cuerpo con cuerpo.

—Su majestad, lo siento. —Exclamo agitado— Tiene una carta de Francia.

Rompió el sello en un segundo y extendió el papel, rezando internamente que no sea una visita de algún rey extranjero.
En cuanto el sirviente se fue, el rubio puso sus ojos en la fina letra cursiva que abarcaba toda la carta, con la firma de Ambar Dortmund.

"Principe Luke:

Es un gusto para mí habernos conocido. Realmente me siento halagada por su regalo, son mis flores favoritas. Escribo esta carta no sólo para agradecerte si no para informarte que ya no podemos seguir viendonos.
Mi padre abandonó el trono repentinamente y un día antes de marcharse a otro país como regente, me obligó a casarme con otro hombre.
Espero no decepcionarte ni herir tus sentimientos; de todas formas, tu boda con Camillah ya estaba pactada hace tiempo.
Te quiero mucho, Luke. Realmente me hubiera gustado que estés presente en mi boda pero las cosas pasaron rápido.
No importa lo que el futuro nos traiga, nos veremos pronto.

Con amor,
Reina Ámbar Dortmund, de Francia."

Luke se guardó el papel en el bolsillo de su saco y después de resfregarse el rostro con las manos siguió su camino, esta vez dirigido a la sala principal.
Su corazón iba a mil por hora y su respiración también, la carta de la rubia lo había dejado sin palabras.
Se sintió un tonto cuando se dió cuenta de que podría haber hecho movimientos antes para cancelar su matrimonio y seguir a su lado, pero ya era tarde.
La boda era mañana y no había vuelta atrás.

Cuando llegó a la sala las cortinas estaban cerradas y el desayuno ya había sido servido, más temprano de lo normal.
No había señales de Safiyah por ningún lado, pero Emilie estaba limpiando las sillas y mesas.

—Em, que sucedió?

Lo miró silenciosa, con una expresión triste —Principe, pensé que te habías enterado..

Tu padre falleció esta mañana. —Elizabeth entro a la sala azotando la puerta, callando a la sirvienta antes de que las palabras más hirientes salieran de su boca.

El rubio se quedó helado frente a los ojos de su madre. No había podido despedirse de él y a pesar de despreciarlo un poco debido a su trato, al fin y al cabo era su padre y extrañaría su presencia en el castillo.
La reina abrió los brazos recibiéndolo y sólo se dispuso a llorar, y llorar hasta que se le acabaran las lágrimas.


Los funerales en el castillo no eran cosa de un minuto. Podían llegar a durar horas dependiendo a quién iban a despedir.
Aquella tarde todos los sirvientes se vistieron de negro y formaron una especie de público a las afueras del castillo.
Camillah y su familia se acercaron a consolar a Luke quien se encontraba inestable, pero libre de lágrimas ya que no podía verse débil al público.

Cada persona del reino pasaba a arrodillarse frente al cajón que transportaba el cuerpo del rey, decían unas palabras y se retiraban. Algunos dejaban flores, y su corona encima.
Raymond le entregó al principe otro sobre y él se hizo a un lado para poder leerlo.

"De algún modo sabía que este día llegaría. Mi querido hijo, el principe Luke de la Cruz. Futuro rey de Inglaterra. Todo lo que era mío ahora está en tus manos. Espero que estés orgulloso.
En mi oficina hay un regalo, un cofre lleno de oro. Repartelo en tu matrimonio, deja que Camillah obtenga un poco también. Denle un heredero a mi país, a su pais. Recuerda que también seras rey consorte de Escocia. Los dos países estarán unidos y ya no tendrás que preocuparte por una guerra.
Creo que te extrañare. Cuida de Elizabeth y reina hasta el fin de tus días.

Mark de la Cruz, ex rey de Inglaterra."


Después de un largo tiempo Elizabeth y Luke fueron los últimos en despedirse, y el conductor del carruaje translado el cajón fuera del castillo. Mark ya no era más el rey de Inglaterra. Luke había heredado su trono.
En el castillo todo era silencio, el luto duraría unas cuantas semanas hasta que todo volviese a la normalidad.

Alteza, disculpe —Safiyah interrumpió a Elizabeth— ¿Cuando se realizará la boda?

Mañana —respondio sonriente. A la reina parecía no importarle en lo absoluto la pérdida de su esposo.

Camillah se adelantó a la sirvienta y se puso de frente a su suegra;  —Tu hijo no está en condiciones.

Camilita —tomo su mejilla— Tú más que nadie quieres hacer esa boda. Se hará mañana, en nombre de la reina.

Luke suspiró y se aclaró la garganta en forma de anuncio que saldría de aquella escena tan agobiante. La de una futura esposa ambiciosa y una madre que no le importaba quien falleciera en la corte. Las dos tenían el mismo objetivo.

Quitándose la ropa y los escudos que llevaba encima el príncipe se acostó en su cama deseando no despertar hasta el día siguiente, y no escuchar nada más con respecto al reino.

El peso en sus hombros había aumentado; cargaba una boda, y ahora una coronación. Y no estaba de más la idea de darle un heredero a Inglaterra. Elizabeth con sus locas propuestas le aconsejó a Camillah ser rápida y embarazarse lo antes posible, en casos extremos donde Luke se enfermara y el reino necesitara un nuevo mandato.

Fue cerrando sus ojos de a poco sintiendo su cuerpo relajarse; ningún ruido lograba molestarlo en ese momento y era lo único por lo que estaba agradecido. Mañana ya no sería un príncipe cualquiera.

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