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Habían pasado unos cuantos días después de lo sucedido, y ya estando de vacaciones, los padres de JiMin regresaron a Seoul –pues antes estaban en un viaje de negocios–, diciendo que tenían una noticia muy importante.

En ese pequeño lapso de tiempo, a TaeHyung lo habían castigado, pues nunca avisó que se quedaría con su amigo a dormir y sus padres se preocuparon. El rubio se quedó encerrado en casa, lo único que podía hacer era hablar por teléfono con JiMin, a veces haciendo videollamadas con él.

Cuando su castigo por fin estuvo concluso, lo primero que hizo fue ir corriendo a casa del peligris sin decirle, pues era una sorpresa.

Al llegar, tocó la puerta un par de veces, siendo recibido por un señor de rasgos duros, con cabello desteñido negro; al parecer, ya tenía canas. A pesar de que se veía como si tuviera un carácter fuerte, tenía un aura amigable.

—Oh, hola Tae, no era consiente de tu visita—comentó el mayor, recibiéndolo con una sonrisa—. Que agradable sorpresa, pero supongo que vienes por JiMin, estoy seguro de que estará encantado de verte—le hizo una seña con su mano invitándolo a pasar, abriendo un poco más la puerta.

TaeHyung, un poco desconcertado, se adentró a la moderna pero acogedora casa de dos pisos.

—Con permiso, señor Park...—vio una sombra dirigirse a la cocina—. Uh, ¿hace cuánto llegaron? JiMin nunca me dijo que venían para acá.

—Ah, ese JiMin, tan distraído como siempre—se burló cerrando la puerta, avanzando hacia la sala—. Llegamos hace unos días, no tiene mucho.

El menor se sentó en uno de los sillones de la casa, esperando a que el padre de su amigo hablara, cosa que no tardó en hacer.

—¿JiMin no te ha dicho nada verdad?—se cruzó de brazos, alzando una ceja—. Me refiero aparte de que íbamos a venir.

—Supongo que no...—respondió confundido, obteniendo un suspiro por parte del mayor.

De alguna manera, el Sr. Park tenía una dualidad bastante increíble, porque sin darse cuenta, sus ojos ya parecían demandantes en cuestión de segundos. Aquel aura amable fue desplazada por una más seria.

—Bueno, lo iré a llamar—sonrió, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón—. Siéntete como en casa.

Dicho aquello, el hombre se fue y subió las escaleras. Lo perdió de su campo de vista.

Examinó la casa, dándose cuenta de que estaba casi igual desde la vez que acompañó a JiMin, la única diferencia es que esta vez había unas cuantas cajas de cartón.

Había una entreabierta, por lo que, ganándole la curiosidad, se acercó con pasos lentos para observar lo que había adentro.

—¡TaeTae!—escuchó al peligris detrás de su espalda. Se volteó rápidamente—. No sabía que vendrías, disculpa que esté así—se disculpó el chico mientras se señalaba a sí mismo.

—Oh, no te preocupes—sonrió—, te queda bien.

El que aún portaba su pijama, rodeó con un brazo los hombros del otro, llevándolo a su cuarto.

—No sabía que tus padres habían llegado—comentó el rubio al haber entrado al cuarto—. ¿Por qué no me dijiste?

El mayor se rascó la nuca nervioso, poniéndose un tanto tenso.

—E-Es que...—miró hacia otro lado—. ¡También fue sorpresa!

Ante tal repentina respuesta, TaeHyung se sobresaltó en su lugar.

—O sea, todos están llegando de repente, nada más me distraigo tantito y ¡boom!—exclamó alzando los brazos, mientras se tiraba en la cama, simulando una explosión.

El menor rio un poco.

—Espero que te haya gustado—dijo sentándose en la cama. JiMin lo miró.

—¿Qué cosa?—preguntó, perplejo.

—Mi visita—respondió sonriendo.

—Ah... ¡Ya sabía!

❀❀❀

—Me parece tan irresponsable de tu parte el que no le hayas dicho nada a tu mejor amigo—suspiró—. O bueno, si así lo consideras.

—JiMin, si de verdad lo aprecias, cuéntale todo de una vez. No hagas algo de lo que te arrepentirás luego, porque tu plan es bastante estúpido.

Oh, claro que lo era, ¿desaparecer?

Cobarde.

El centro de la conversación simplemente agachó la cabeza, viendo por la ventana como TaeHyung se marchaba con una sonrisa más brillante que su futuro.

Se veía tan feliz..

—¿Cuándo nos vamos?

—Dentro de unos días, ya no regresarás a clases—respondió la bella mujer de labios rojos—. Y no te preocupes por eso, tenemos todo arreglado-

—Ya sabes que puedes salirte antes, así que no hay problema—interrumpió el hombre, dándole leve palmadas en la espalda a su hijo.

—¿Vamos a volver?

—Depende.

—Será mejor para todos, cariño—la pelinegra sonrió, dándole al menor un abrazo reconfortante.




✿✿✿




Se me había olvidado que tenía el capítulo listo, ajsjs.

Originalmente, este iba a ser el epílogo, pero vi que necesitaba otro más, así que retiro lo que dije en el anterior capítulo.

Ya casi. ¡Nos vemos!

𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨 𝐝𝐚𝐭𝐞 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 ʚ minv Donde viven las historias. Descúbrelo ahora