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« No seas cobarde. No seas cobarde. »

Dando vueltas de un lado a otro, se preguntaba cómo le diría a su querido rubio todo aquello.

Se sentía desesperado, y ver cómo el camión de mudanza estaba siendo llenado de cajas no ayudaba mucho.

« Le llamaré. »

Se armó de valor y llamó al número del rubio, un tanto nervioso.

¿Hola?—escuchó la voz del menor a través de la línea, y sonrió.

—Oh, hola TaeHyungie—saludó—. Yo... Quería hablar contigo... Hoy... ¿En la tarde? No, cuando puedas... O no sé, tú dime en dónde y yo voy, o paso por ti si quieres. Incluso puede ser ahori-

Alto ahí fiera—interrumpió con gracia—. ¿Por qué tan apurado? Tenemos todas las vacaciones para nosotros.

« Nosotros... Eso suena lindo. »

—¡Es importante!—casi gritó—. Solo has lo que te digo, o yo hago lo que me digas, como sea.

Bueno, bueno... Pues hoy a las...—tardó un poco en volver a hablar, y JiMin se estaba impacientando un poco—. A las ocho de la noche, en mi casa si quieres. ¿Te parece bien?

—¡Perfecto! Nos vemos—y colgó, sin nada más que decir.

Corrió hasta su habitación, que estaba casi vacía, y abrió el armario, sacando una pequeña cajita de terciopelo.

No, no le iba a pedir matrimonio.

Guardándola en su bolsillo, fue con sus padres para pedirles permiso de salir, a lo que ellos accedieron.

—Aún es temprano, tengo tiempo—se recordó, saliendo de su casa y dirigiéndose a una tienda cerca de allí.

Entró a paso lento, mirando los alrededores como si fuera una zona de peligro.

No pasó nada.

Estaba siendo un poco paranoico, pero la situación no era la mejor que digamos.

—Buenos días—saludó a la chica que atendía el mostrador, a lo que ella le devolvió el saludo con una sonrisa.

Después de rondar por ahí, se detuvo en la zona de bebidas alcohólicas.

No era mayor de edad, pero estaba casi seguro de que podría comprar lo que quisiera.

Tomó un paquete de cervezas, pero bajó un poco más la vista, y se encontró con algo que le iluminó la mirada.

—¡Caguamas!—gritó en un susurro, para después intercambiar las cervezas por las más grandes.

Decidido y muy seguro de sí mismo, fue hasta el mostrador y colocó el paquete allí para que la chica le cobrara, cosa que no pasó.

—Disculpa... ¿Puedo ver tu identificación?—preguntó, un poco insegura.

—¿Para qué?—se hizo el inocente mientras sonreía, intentando librarse.

—Es que yo no puedo vender a menores de edad, así son las reglas—se alzó de hombros—. Y como no creo que tú seas mayor, necesito tu identificación.

Chale.

—Señorita...—intentó hacer el gesto más atractivo que pudo y dijo:—. ¡NECESITO ESO PORQUE ME IRÉ Y EL AMOR DE MI VIDA NO ME VA A PERDONAR!

Aventó el dinero a la cajera y salió corriendo del lugar.

Excelente táctica.

—Fue más fácil de lo que pensé—se dijo a sí mismo mientras bajaba la velocidad de su andar, cuidando de que la caja no se le cayera.

𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨 𝐝𝐚𝐭𝐞 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 ʚ minv Donde viven las historias. Descúbrelo ahora