Capítulo 1

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Hanae suspiró por quinta vez en el día, no podía seguir con todo eso. Su vida no iba tan bien como lo pensó de niño, se supone que a esa edad estaría casado con una linda mujer con muy probablemente a la espera de un hijo siendo él el único sustento en casa.

Nada de eso pasó.

Ahora mismo tenía el puesto de un secretario y no de cualquiera sino del importante CEO de Japón dueño de una cadena hotelera “Mononokean” algo extraño para nombre de hotel de lujo. Por fuera todo era tranquilo pero dentro de las instalaciones era un mundo de papeleo, llamadas, impresiones, documentos que debía firmar el director de cada sede que se hayan en Japón el cual no era nada pequeño. El estrés día a día vivido estaba comenzando a afectarle su cabello, últimamente este se caía con solo el viento.

¡Estaba envejeciendo antes de tiempo!

Tan solo tenía veinticuatro años y su espalda dolía, ni siquiera en la época de instituto cuando jugaba fútbol no le dolía de esa forma el cuerpo. Ahora si le sumabas a esa ecuación que era gay, el resultado era un complemento vacío, para ser peor le atraía su jefe. Sí , él estaba jodido y no en el buen sentido, aunque podía justificarse porque su jefe era demasiado guapo con esa aura de “no me importa nadie, hagan su trabajo o los despido” eso era caliente para muchas féminas del edificio. Abeno Haruitsuki podía hacer pensar dos veces a los hombres de su sexualidad.

Solo esperaba poder mantener el ritmo unos cincuenta y nueve años más y podría obtener su jubilación. Posiblemente no llegaría a esa edad pero valía la pena seguir en la empresa y hacerse de contactos para un futuro. De todos modos no era como si le gustará estar en administración aunque fuese la carrera del cual se graduó. Prefería seguir ahí que estar manejando las entradas y salidas de dinero con el temor de que alguien haga un mal giro de dinero y el tenga que hacerse responsable. Su hermana le dijo que ese puesto era para personas con una personalidad de tiburón, capaz de velar por el bienestar de la empresa contra quién tenga que pasar para lograrlo. En pocas palabras le dijo débil, pero tenía razón de alguna forma. Sabía que su gentileza podía ser demasiado llamativa para los demás y eventualmente abusarian de eso.

Pero de alguna forma por estar al mandato de Abeno, muchos de los empleados preferían no entablar mucha conversación con él y lo agradecía porque por cada hora que pasaba detrás de esa computadora no tenía ganas siquiera para poder tener una conversación amena. Lo único en que basaba su día en cruzar unas palabras con su jefe acerca de lo que tenía que hacer, supervisar que no acabará muerto en su propia oficina, ah y que obtuviera un almuerzo.

Deberían darle un aumento por eso.

De cualquier forma, está bien con eso, podría intentar en otro puesto en alguna otra empresa, pero no quería. Ya sea porque estaba coladito por su jefe o porque ahí había hecho su servicio social por casi dos años para acabar trabajando de secretario allí. No era tan malo considerando como fue su estadía de ayudante de administrador.

No estaba a salvo de todos modos, como secretario tenía que supervisar algunas cosas de admiración para después entregárselas a su jefe. El sonido del teléfono fijo en su escritorio sonó, cogió la llamada sin despegar la vista de la pantalla del ordenador.

—Diga—hablo dejando el teléfono sobre su hombro y oído para seguir tecleando.

Hanae, tráeme la carpeta donde están los contratos con los rusos del mes de junio

—Enseguida—colgó y soltó un suspiro. Se preguntó cómo sería la vida siendo pareja de su jefe, según las habladurías, su jefe era algo fenomenal en el ámbito sexual. Por mucho que no pudiera imaginarlo lo hacía porque, con tan solo verlo ya era un sublime caricia a sus sentidos.

❝SKIN TO SKIN❞ ©AbeshiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora