Si fueras tú (Parte I)

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Natalia había decidido. Ella era una osada, una chica de la facción de Osadía. Daba igual lo que las pruebas hubiesen dicho, ella sería de Osadía. La gente aplaudía con energía y silbaba. Sus padres, de la facción de Erudición, le miraban apenados, pero conscientes de que la decisión de su hija debía de ser la correcta. Sus hermanos también lloraban, pero agitaban la mano en forma de despedida.

La facción negra le dio la bienvenida a su nuevo hogar, y Natalia se sentó con ellos. Llevaba temiendo aquel día durante mucho tiempo, y cuando le dieron los resultados de la prueba el día anterior estuvo aún más confusa. En la ciudad de Chicago, la ciudad se dividía en cinco facciones en las cuales los ciudadanos se encontraban: Osadía, Abnegación, Verdad, Cordialidad y Erudición. A los 16 años, todos los adolescentes eran sometidos a la Ceremonia de Elección, en la cual debían, delante de toda la ciudadanía, elegir la facción en la que vivirían el resto de sus vidas, sin importar la familia ni la facción en la que te hubieses criado. El día anterior, se hacían unas pruebas en la que constaban las mayores probabilidades de la facción adecuada. Normalmente salía una opción, dos como muchas. Pero Natalia había sido una excepción, ella había tenido tres posibles opciones, algo muy imposible. En otras palabras, era divergente.

En la sociedad aquella, la gente que no podía pertenecer a ninguna facción era considerada divergente. Esa gente era perseguida por el gobierno, llevado por los eruditos, y aniquilada. Pero si bien habían sido capaces de sobrevivir, eran abandonados, gente sin facción que vivía de los restos que la gente desechaba.

Esa idea daba vueltas en la cabeza de Natalia. Sus resultados habían sido Erudición, Osadía y Abnegación. Natalia odiaba su facción, los eruditos se creían superiores por controlar el Gobierno junto a Abnegación, al cual ponía verde. En el instituto se metían con ella por eso, y aunque tenía que aguantarlo a regañadientes, Natalia ignoraba todos los comentarios ofensivos. Gracias a la Ceremonia, aquello podría cambiar.

Cuando la Ceremonia terminó, la facción de Osadía se levantó la primera. Todos estaban nerviosos. Un grupo de chicos empezó a correr, y el resto hizo lo mismo. Natalia pudo ver por última vez a sus padres y hermanos, hasta que el mar de gente tapó su campo de visión. Se encontraban en la última planta del rascacielos más alto de Chicago. Los osados, usaban la escalera para bajar en vez del ascensor, siempre eligiendo la ruta más difícil de todas.

Bajaron la torre corriendo y riéndose. Natalia se sentía libre por fin. Esa sensación no se la arrebataría nadie. Salieron a la calle, y corrieron hacia las vías de los trenes que pasaban por allí cerca. Natalia comprendía lo que iban a hacer. Cientos de veces había visto a los osados subirse y bajarse de trenes en movimiento. Aquello le fascinaba. El tren se acercaba con cada segundo, y empezaron a correr de manera paralela a él. Ya a la distancia adecuada, los osados veteranos pulsaron un botón en la zona externa de los vagones, y las puertas se abrieron. Uno a uno los chicos subían y ayudaban al resto. Natalia consiguió subir a tiempo, y vio si alguien quedaba atrás. Con horror vio a una chica de Verdad correr todo lo que podía. Nadie se había percatado de ella. Si nadie le ayudaba pronto, la vía se acabaría, y también la oportunidad de esa chica de entrar en la facción. No se lo pensó, saco medio cuerpo fuera, y ayudó a la chica a subir justo a tiempo.

—Gra...gracias. Me has salvado... ¿cómo te llamas?— Decía la chica agradecida y jadeando del esfuerzo.

—Natalia... ¿y tú?

—Marta.

El tren se movía con velocidad, dejando atrás las edificaciones que constituían la ciudad. La facción de Osadía se encontraba a las afueras de Chicago, pues los soldados que vigilaban la valla que rodeaba la ciudad pertenecían a la facción. Natalia miraba apesadumbrada las calles. El sesenta por ciento de la ciudad estaba llena de grietas y ruinas, las cuales el Ayuntamiento no pagaba. Ojalá nu fuesen la última ciudad viva en el país.

You are Toxic | One Shots AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora