Marina me agarró de la mano y juntas fuimos a la sala de simulación. Yo apretaba mi mano con fuerza, como si tuviese miedo de que se escapara. No iba a permitir que el gilipollas de Joan volviese a hacerle algo.
Como la suerte nunca me sonreía, tuvimos la gran suerte de encontrarnos con Joan en el Pozo de Osadía. Se le veía magullado y lleno de moratones por toda la cara. Por una parte sentí pena, hasta que recordé la paliza que le dio a Marina y entonces se fue.
—... si, unos imbéciles de Verdad quisieron meterse conmigo. La pelea duró bastante, pero pude acabar con todos.
Me empecé a calentar, era un mentiroso de mierda, y Marina también lo sabía. En cambio, ella se mostraba serena y con una mirada firme y sin pestañear. Me soltó la mano y se dirigió a la muchedumbre. Al verla llegar, todos la miraron con respeto y se apartaron en silencio mientras Joan seguía soltando su retahíla de mentiras. Yo le seguía, imaginando cómo sería ser una persona a la cual la dejen pasar por donde fuera que fuese.
Joan no vio a la rubia hasta que estuvo enfrente suya. Cerró la boca y la miró, mostrando durante un breve momento miedo en sus ojos, para luego volver a esa mirada llena de chulería que siempre mostraba y me ponía de los nervios. Dedicó una sonrisa falsa a Marina y se acercó a ella. Pilló desprevenida a Marina, y Joan le rodeó los hombros con uno de sus musculosos brazos.
—Marina Reche, ¿has venido a oír mis experiencias con esos estúpidos de Verdad? Hay mucha gente que viene a oír mis hazañas, pero pocas lo consiguen. Te las puedo decir a cambio de algo...
—A lo mejor yo sí que te doy algo —me interpuse bastante enfadada y con ganas de partirle la cara.
Joan no me había visto todavía. Oír mi voz hizo que su cara se congelase al darse cuenta de su dueña. Le aparté de Marina con brusquedad y me la llevé lejos de él. Me dio las gracias con la mirada mientras se agarraba a mi mano en señal de defensa. Teníamos intención de abandonar el lugar cuando Joan dijo algo que heló a una de las dos y confundió a otra.
—Tu hermana querría venir a escucharlas seguro.
Ambas nos paramos en seco. Yo estaba confundida, ¿qué tenía Elena que ver con todo esto? Joan nunca le había visto y tampoco la conocía en absoluto, es más, ¿cómo sabía que tenía una hermana? Iba a decirle cuatro cosas sobre hablar sobre gente que no conocía cuando sentí un empujón en la parte baja del abdomen. Marina se había escabullido de mi brazo en un abrir y cerrar de ojos.
Un grito de dolor masculino sacudió el ambiente tras darme cuenta de la desaparición de Marina. Miré lo que ocurría detrás mía, y casi se me cayó la boca al suelo. Unas diez personas sujetaban a Marina intentando frenarla de hacer algo seguramente malo. La rubia tenía agarrado a Joan de la camiseta al borde del Pozo, con la nariz sangrando después del puñetazo que Marina debía de haberle dado. La gente intentaba detenerla, pero ella era mucho más fuerte que el resto y se los quitaba de encima con simples movimientos de hombro.
Fui corriendo e intenté separarla de Joan. Por mí como si le tiraba al vacío, pero no permitiría que fuese a la cárcel por un arrebato de rabia. Al sentir mis manos en su piel, Marina se relajó, y aprovechando eso la separé de Joan. Tiré a Joan a un lado, dejándolo inconsciente (de nuevo) en el suelo junto al borde mientras la gente corría a socorrerlo. Me la llevé tan rápido como pude, evitando dar explicaciones a la gente y rehuyendo de sus miradas de incredulidad y acusación.
Marina no dijo palabra mientras me la llevaba corriendo. Al separarla de Joan, simplemente me siguió con seriedad y sin rechistar. Iba directa a la sala de simulación ha hacer lo que teníamos pensado desde que nos levantamos en su casa por la mañana. Encontré el pasillo a la primera y entramos dentro. Marina cerró la puerta con llave y se sentó ante el ordenador para configurar la simulación sin mediar palabra.
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You are Toxic | One Shots Albalia
Fiksi PenggemarStupid love songs❤️🏳️🌈 El hilo rojo del destino puede estirarse o enredarse, pero nunca romperse.