"El tiempo es el peor enemigo del hombre. Le brinda oportunidades tan vagamente únicas de conseguir y se las arrebata tan pronto como se comete un descuido. Lo peor de todo es que el hombre no se percata de ello hasta que el mismo tiempo se ha escurrido entre sus dedos".
El atenuado sonido de resoplo de la cafetera mientras expulsaba el vapor invisible anunciando que la bebida ya estaba preparada llenó la habitación. El joven presionó el botón de apagado y acomodó la toalla encima de sus hombros mientras esperaba un par de segundos antes de servir el café en su taza oscura. Permaneció de pie en el reducido espacio, acomodándose contra la barra bajo la luz amarilla de la lámpara; delicadas gotas resbalaban todavía de su húmedo cabello tras su reciente ducha y el café suavizaba el sabor dentro de su boca al observar el crepúsculo vespertino a través de la ventana.
En la mano sostenía un periódico pequeño, de letras grandes y chillonas que herían a la vista con solo intentar mirarlo, pero él no prestaba demasiada atención a ese detalle. Lo único que Víctor Nikiforov buscaba en aquella publicación que la gran mayoría de los jóvenes ignoraba era una columna, una reservada columna de opinión que cada domingo, sin falta, publicaba una razón de ánimo para sus solitarios días.
"El tiempo es el peor enemigo del hombre..."
Víctor releyó el pequeño texto dos veces seguidas, percibiendo la familiar sensación de complacencia que le recorría la columna vertebral como un choque eléctrico, haciendo florecer en su rostro una imperceptible sonrisa. El señor periódico tenía tanta razón. Llevaba varios meses consolidando la misma rutina: el lunes por la mañana, como un mantra personal que funcionaba para acarrear paz a su vida, se levantaba más temprano que la mayoría solo para leer la frase de la semana en el diario oficial de la universidad. De alguna forma que no lograba comprender, había desarrollado un cariño inusual hacia la columna de opiniones. Compraba la revista solo para eso, e incluso tenía una suscripción recién adquirida para no perderse ningún número. Tener las letras grabadas en la memoria y poderlas recordar en el papel cuando ya habían abandonado su mente era reconfortante, como una certeza de que lo perdido puede volver a ser recuperado.
Apuró la taza de café cuando se percató de lo tarde que era, dejando en el fondo blanco del recipiente una pizca de azúcar no diluida. Mientras batallaba con el cable de la secadora, enredandolo entre sus dedos delgados para tener mayor control sobre el artefacto, contempló la brillante nota roja que aparecía en uno de los documentos que había dejado sobre el neceser, una burla de su genio que había llegado para manchar su impecable historial académico que había permanecido pulcro desde que podía recordar.
—¿Puedo saber qué significa esto?
Su voz se había alzado casi dos octavas aquella misma mañana, mientras contenía su incredulidad para frenar el arrebatado impulso de mostrarse afectado. Toda la jovialidad de su personalidad se había evaporado en el aire en el momento en que recibió la nota reprobatoria, y había esperado con envidiable paciencia hasta que el recinto se encontró vacío antes de ponerse de pie.
En ese momento, el hombre sentado frente a él le miró con calma, sin mostrar signo alguno de alteración, un hecho que solo consiguió consternarlo aún más. Víctor, haciendo uso de su más que destacable altura, se preparó mentalmente para no ceder, manteniendo la compostura. Aquella nota era una ofensa, así lo consideraba él, y no estaba dispuesto a aceptarla sin antes obtener una explicación sobre su procedencia. La gran zona de calvicie de su maestro de Piano Performance brillaba de tal manera que Víctor casi perdió su concentración, a punto de soltar una sonrisa al contemplar su iracundo reflejo sobre el cráneo de su tutor.
—Esa es tu nota —dijo Yakov Feltsman, sin más, apartando los brazos de la mesa y colocando las manos en el regazo—. La composición que hiciste es mediocre.
—Exijo una revisión —replicó Víctor con temple absoluto. Había algo hirviendo dentro de su pecho, calentándose con una lentitud sosegada.
—Ya lo hice. Tres veces, para ser exactos —respondió Yakov—, y por mucho que lo intento no logro concretar otra visión de lo que me estás presentando aquí: te falta pasión.
Víctor enmudeció, con el rostro congestionado en un gesto de incomprensión que obligó a Yakov a soltar un largo suspiro. "Le faltaba pasión". ¿De qué hablaba ese hombre? ¿Se había vuelto loco? Su composición era perfecta, un canto sublime al erotismo que un hombre emana por los poros al descubrir que ha encontrado un nuevo blanco de conquista al cual apuntar. Incluso había buscado inspiración; sí, había escuchado con atención los relatos salvajes de su amigo Christophe a las dos de la mañana e incluso se había atrevido a agregar ciertas notas cinceladas en su propia experiencia amorosa y sexual. No podía estar falto de pasión.
—Sé lo que estás pensando —dijo el señor Feltsman—, no hace falta que lo expreses, pero sabes también que no me refiero a ese tipo de pasión. Eres un genio, Vitya. La música es excelsa, exquisita a mi parecer, con toda la técnica aplicada de manera correcta pero no me transmite nada. Te advertí hace mucho que esto se convertiría en un problema y no supiste escuchar.
—Pero acaba de decirme que es perfecta. No veo cuál es el problema. Seguí sus consejos al pie de la letra y atendí a sus sugerencias. ¡No entiendo qué es lo que debo agregar!
—Ese es precisamente tu problema —suspiró Yakov con desánimo, levantándose para retirarse—. No se trata de entender.
Víctor hizo una mueca, de vuelta a la realidad, uniendo los botones de su camisa de lino blanca de forma automática mientras trataba de calcular en su mente las repercusiones que el desaire no resuelto tendría sobre su desempeño. Después de seguirle como una insistente sombra a lo largo de los pasillos de la Facultad de Artes de la Universidad del estado de Michigan, Yakov había cedido con un gesto de fastidio, haciendo una única excepción para él y extendiendo la fecha de entrega una semana más.
Tenía que trabajar rápido; no estaba dispuesto a perder su beca. Le había costado mucho conseguir una manera de salir de su país para llegar a América y tener la libertad de hacer lo que él deseaba con su vida, de cumplir su propósito sin reniegos y demostrar que todas las dudas que descansaban sobre su persona eran infundadas, que no se había equivocado al no seguir el sendero deportivo que todos creían que consumiría su ser como una llama endureciendo el carbón. Había decidido aquello hacía mucho tiempo y no podía echar por la borda todo lo que había conseguido hasta el momento, no estando tan cerca.
El brillo de la pantalla del teléfono cortó el hilo de sus pensamientos. El nombre de Chris saltó en la mensajería instantánea y, con dedos rápidos, abrió la aplicación. Su amigo, siempre jovial, le saludaba con una confianza inaudita y adjuntaba bajo los emojis de besos y caras sugerentes una ubicación.
Chris: "¿Estás listo para la acción?"
Ante su interrogante, por primera vez en aquel día, Víctor se permitió sonreír.
"Cariño, me ofende la pregunta. Yo nací listo para todo".
Dio un par de "clics", enviando tres mensajes más y, tras tomar sus llaves e introducirlas en su pantalón negro, extrajo un abrigo de cuero del gran ropero, echándoselo con rapidez sobre los hombros y partiendo con rumbo a un nuevo destino.
¡Hola! Aquí estamos de vuelta con un nuevo capítulo :'D
Ahora damos un primer clavado en la historia y conocemos el punto de vista formal de Víctor. Los primeros capítulos son bastante cortos pero conforme la trama se desenvuelve me parece que se van volviendo más largos :') Lo bueno es que este ritmo de publicación me permitirá sacar las cosas más rápido, o eso espero jajaja ya mejor no digo nada.Como han podido observar, tenemos elementos musicales en los títulos, cada uno con su razón de ser y de estar. En este caso, el compás es esa medida que va a marcar la unidad de tiempo en la que se rige una melodía; en este caso en particular, marca el ritmo y cadencia de la historia.
¿Qué les ha parecido? ¿Lento? ¿Normal? ¿Ya quieren interacciones? No se pierdan la próxima actualización ;')Mina
Próximo capítulo: Solfeo
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La voz del silencio
FanfictionNo existe impedimento lo suficientemente fuerte para el cumplimiento del anhelo humano... a menos que el obstáculo sea uno mismo. Víctor Nikiforov, un joven de 24 años amante de la música y la composición, se ha mudado a Estados Unidos en busca de v...