Prólogo: Aria

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Había una luz al final del túnel.

Sí, estaba exagerando, pero dentro de su corazón así lo sentía. Se había preparado mentalmente para ese momento, reuniendo sus mejores armas para suavizar el impacto de aquella carga, pero todavía parecía un sueño demasiado irreal. El suelo bajo sus zapatos vibraba con un retumbo que escalaba los dedos de sus pies y se aferraba a su cintura; detrás del muro de tela, el suave murmullo de un público al que no conocía se escurría entre las tablas de madera, un preludio inconfundible de lo que se avecinaba. En su mente, la visión de un juicio se pincelaba en tintes borrosos, como la espesa niebla matutina apoderándose del aire y reclamando su dominio, empañando su visión y obligándole a cerrar los ojos para hundirse en la oscuridad.

Su nombre resonaba en sus oídos, una voz clara de ángel que surgía de un rincón remoto. Alguien le hablaba pero él no escuchaba. Necesitaba verlo, necesitaba encontrarlo. ¿Dónde estaba? ¿Había ocurrido algo? 

"¡Serénate!"

Se imaginó a sí mismo dándose una bofetada y pronto recuperó el sosiego. No podía permitir que los nervios lo consumieran. Estaba preparado, toda su vida había estado preparado. Los escenarios le habían pertenecido desde que tenía uso de razón y esa noche todo estaría bien. Todo saldría bien.

Una mujer le tomó del brazo con dulzura y le obligó a sentarse, acercándole un paño seco y un objeto suave para retirar el sudor de su frente y darle un retoque en las mejillas. Ella hablaba pero seguía sin escuchar. Caminaba sobre nubes de algodón mientras se dirigía hacia su posición y el estallido de una cuerda despejó sus ideas. Sonrió, comenzando a tranquilizarse cuando uno de los encargados del sonido le hizo una seña.

Ya viene.

Salió y todo era penumbra. Adivinaba sus pasos en la oscuridad como un hombre que se ha vuelto amigo de las sombras. Pero ellos lo veían, y él también los veía.

Entonces se hizo la luz. El eco de un aplauso colectivo se intensificó cuando se deslizó con la ligereza de un ave hacia el frente. El blanco resplandor bañó su rostro como una cascada, acentuando el contraste existente entre su atuendo negro y los tonos claros de su piel. Había confianza en esa nueva sonrisa que surgió de sus labios, y cuando la dulce melodía de sinfónica comenzó el suave cántico, su espíritu se elevó. La voz rompió el silencio, un verso agridulce como la vida misma:

"Escucho una voz que llora muy lejos... También tú has sido abandonado..."

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¡Hola! Bienvenidos a este nuevo proyecto mío :')

Lo sé, ya sé qué me van a decir, que nunca termino lo que empiezo. En realidad ese es uno de mis peores defectos, la inconstancia, pero en esta obra de verdad quería comprometerme y creo que ahora cuento con el tiempo necesario para hacerlo. Como bien mencioné anteriormente, esta historia será 100% Victuuri, y se abordarán los temas musicales de la mejor manera posible. ¿Seguiré el resto de mis historias? Sí, la respuesta es sí, pero con mucha lentitud.

Mientras tanto, espero que esta idea les agrade, que les llame la atención y les motive a votar y a dejar sus comentarios :')

Se despide de ustedes, Mina (o Hamin, la artista xD)




Próximo capítulo:  Nota musical.







La voz del silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora