26. Por hablar de más.

173 8 2
                                    

Hermione sintió dolor de cabeza, Draco le había mandado una mirada casi parecida a las que le daba Ronald, se asustó demasiado, era obvio que Draco volvía a la torre por ella, pero no de la manera que esperaba.

En un acto de cobardía Salió dispuesta a su habitación escondiéndose debajo de la cama, estaba asustada, en los ojos de Draco solo había rabia y oscuridad, ¿Cómo carajos le iba a mirar? En la puerta echo llave de manera absurda pues Draco podría tirarla sin problema.

Espero ansiosa, su cabeza daba mil vueltas mientras sus intestinos se movían y contraían entre sí.

La puerta de la torre se abrió, Hermione sintió su respiración chocando con la suciedad debajo de la cama, pasos fuertes y acelerados se escuchaban en aquel silencio sepulcral de la torre, y llego.

Forcejo la puerta, pero tenía candado.

—Ábreme.—ordeno Draco al otro lado de la puerta.

Estaba claro, ella quería vivir, además, ¿Qué era lo que había hecho mal? Malfoy en ningún momento le prohibió entrar a su habitación, ¿era porque lo estaba mirando? Dios, se asustó más, ella solo se quedó observándolo porque su cuerpo pedía más, maldito cuerpo y sus ganas de ver a Malfoy.

En lo que la había metido.

Alohomora.—el candado cedió y la puerta quedo abierta a los ojos de Draco, quien ya traía su cuerpo completamente tapado, punto a favor para Hermione.

Draco observo la pequeña habitación de la castaña, una cama simple, una mesa de noche pequeña con una lámpara antigua de vela y una ventana pequeña en la parte superior de arriba, parecía la habitación de servicio, nadie podría salir de allí.

Era algo tonto pero sonrió al saber que Hermione estaba debajo de la cama.

La chica no hizo ningún ruido, es más, estaba estática y había dejado de respirar.

Draco camino con cuidado, y luego se arrodillo en la cama, siguió bajando y miro debajo de ella.

Encontró unos ojos cafés ardiendo de miedo, contrarrestando toda aquella oscuridad. Ni siquiera por esa ventana llegaba suficiente luz.

—Sal.—ordeno Draco.

Hermione no tenía opción, ¿Qué más podía hacer? Ni siquiera tenía su varita para defenderse.

Salió de allí, Draco se quitó para darle espacio, se levantó y limpio sus harapos sucios.

—¿Qué hacías mirándome?

Esas tres preguntas pusieron a Hermione con la guardia baja. Pensó que le preguntaría porque estaba en su habitación, pero claramente ella nunca sabía que esperar del rubio.

—Sentí curiosidad.—y no era del todo mentira.

—¿curiosidad de qué?

—De cómo te ejercitabas.—soltó ella. ¿Cuándo acabaría ese sufrimiento?

Mafoy no respondió nada más, solo se quedó observándola de arriba abajo.

Tenía la ropa sucia y le quedaba pequeña, el pelo enmarañado amarrado en una cola alta, la cara la tenía sucia por estar metida debajo de la cama, y sus manos estaban llenas de cicatrices.

—Te enseñare a entrenar.—hablo Draco mirando las manos de Hermione.

Ella no entendía para nada lo que el rubio le estaba diciendo.

—¿Qué?—pregunto nuevamente

—Lo que escucho Granger. A la cuatro de la madrugada salimos. No me gusta la gente impuntual.

Y salió de la habitación dejando a Hermione muda.

Ella le llamaba la atención verlo entrenar porque su jodido cuerpo se veía demasiado sexy. Pero ella, no, claramente ella no estaba lista que alguien la viera fallar en algo que nunca pudo hacer bien, y era entrenamiento físico.

Ella era más de leer y quedarse en casa, evitaba problemas, o quizás las circunstancias la habían vuelto así.

Y ahora por hablar de más, iba a ir mañana hacer el oso claramente frente a ese adonis.

Reinado Maldito. [Fanfic Dramione]  🌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora