1. La noche que cambió todo

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Sus agiles manos pasaban por mi cabello rubio, trenzándolo de una manera que solo ella podía porque a más nadie le permitía tocar mi cabello

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Sus agiles manos pasaban por mi cabello rubio, trenzándolo de una manera que solo ella podía porque a más nadie le permitía tocar mi cabello. Nuestra amistad era muy fuerte, extraña porque éramos polos opuestos, pero fuerte. Nos conocíamos desde que teníamos 10 años y éramos inseparables, nos entendíamos y conocíamos sin juzgarnos; era una amistad perfecta y siempre lo sería.

Ella siempre me peinaba y eso siempre me daba sueño, sentir sus manos en mi cuero cabelludo era relajante y cuando empezaba a cabecear, ella estallaba en risas.

—Y cuéntame... ¿Cómo has estado? —me preguntó como si nada, pero algo de Paula era que ella nunca hacía preguntas porque sí, sabía a donde quería llegar desde que insistió en venir a mi casa, la cuestión es que yo no tenía ganas de hablar sobre el tema.

—Bien —mentí, yo era una mentirosa certificaba, siempre ocultaba mis emociones, pero Paula era como una detective y los años que pasamos de amistad la especializaron en leerme.

—Ajam... —no me creía, pero tampoco pensé que lo haría, solo quería omitir el tema lo más que pudiera. Estaba segura de que Elías le había dicho algo, ya que los rumores estaban en pleno apogeo.

Paula apretó mi cabello con intención e hice una mueca de dolor mientras un quejido dejaba mi garganta.

—¡Au! Paula, no juegues así —dije, pero ella no iba a parar, sabía lo que quería y no pararía hasta obtenerlo.

—Es que no me cabe en la cabeza como no me habías contado, y me siento mal conmigo misma por no haberme dado cuenta; fue Elías... ¡Elías! el que me contó que tú y Cam están raros hace meses... ¡Meses! —lo único seguro en todo, era que su novio era un chismoso.

Puse los ojos en blanco y jugueteé con mis manos, agradecí no tener que mirarla a los ojos.

—No hemos tenido tiempo para vernos como antes; él está ocupado en la universidad y yo en mi trabajo, sabes que estoy trabajando turnos completos con Rosé, pero no considero que las cosas entre nosotros estén mal —mentí otra vez. Me sentía mal por dentro mientras expresaba normalidad por fuera; las cosas no estaban mal, estaban peor que mal.

El distanciamiento entre Cam y yo fue aumentando poco a poco, apenas me di cuenta intenté corregirlo, pero era demasiado tarde; intenté llamarlo más seguido, escribirle todos los días e invitarlo a salir, pero todo era cada vez más forzado y él nunca tenía tiempo. Nuestra relación se volvió parte de mi monotonía.

—No te creo —gruñó Paula, ya me la imaginaba haciendo un drama en su cabecita, sin embargo, yo solo estaba pensando en que las personas ya empezaron a rumorear sobre mi relación, nunca me importó la opinión de los demás, pero esta vez era diferente, porque los rumores eran parte de la realidad.

—Hablamos cada dos días —mi voz seguía siendo neutra, pero dolía, nuestras conversaciones duraban apenas segundos; pasé mis nudillos por el mentón varias veces, un gesto que cuando hacía estaba nerviosa—. Hace dos semanas nos vimos aproximadamente una hora, comimos algo y, hablamos de varios temas...

Corazones cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora