36. ¿Qué está sucediendo?

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Los días pasaron con rapidez y normalidad, al menos para mí

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Los días pasaron con rapidez y normalidad, al menos para mí. Realicé varios exámenes de admisión sin revelarle nada a nadie, seguía siendo un secreto para todos; quería darles la noticia únicamente si lograba pasar en alguno, la única persona que sabía era mi jefa, y me prometió que guardaría el secreto con tal yo le prometiera que tendría más confianza en mí misma, y tenía razón.

Recibí varias decepciones cuando en dos de los tres exámenes que hice me anunciaron que no había ganado, el tercero era mi última oportunidad; sin embargo, los resultados me tocaba reclamarlos personalmente, aunque no tenía muchas esperanzas. La misma universidad en que asistía tanto mi novio como mi ex, esa era mi última esperanza; y, como era de las prestigiosas no colgaban los resultados en la página web por seguridad, seguía sin entender eso, pero oigan, no soy nadie para criticar a una de las mejores universidades.

Ese día salí de casa súper temprano, quería salir de eso lo más rápido posible y los nervios estaban matándome. Me monté en un taxi y me retorcí las manos durante todo el trayecto. En la entrada uno de los vigilantes me pidió la identificación y la comprobó con el listado de personas que habían presentado el examen, casi 300. Me dejó pasar con un asentimiento de cabeza y continué mi camino.

Apenas entré me di cuenta que elegí un pésimo horario para ir. La universidad estaba llena de estudiantes por todos lados, caminaban, corrían, charlaban en grupos, y la verdad es que deseé estar en su posición. Sentí que algunos ojos se posaban más de la cuenta en mi sin saber exactamente las razones, pero no me dejé intimidar y entré a la oficina principal.

—Buenas —saludé a la secretaria; mi voz delató mi nerviosismo—, presenté el examen de admisión para becas hace unas semanas... vine a ver los resultados —la mujer me sonrió con cordialidad y me infundió confianza.

—Dame tus datos, cariño —asentí y le di toda la información, cuando la tuvo buscó dentro de unos sobres y me lo entregó—, ahí están tus resultados, te digo por adelantado que felicidades —me sonrió con ternura y yo abrí mis ojos lo más que pude, estaba inmóvil y ella continuó—, solo obtienen sobre los que pasaron, ahí están tus puntajes y toda la información y proceso que debes seguir, has sido una de las cinco seleccionadas —me sonrió otra vez.

Asentí con rapidez y temblando me despedí con una sonrisa y las lágrimas a punto de desbordarse. ¡Pase! Sin embargo, no creía que era real y con mis dedos temblorosos abrí el sobre, había varios documentos, uno de ellos tenía mis notas en todo lo evaluado y al final me decía que quedaba seleccionada, no necesitaba más.

Salté de la felicidad y pegué un grito que se escuchó hasta marte, lo cual atrajo más miradas hacía mí, pero no me importaba, la felicidad que sentía era imposible de controlar.

¡Lo había conseguido! Había pasado el examen ¡Estudiaría Diseño de Interiores en una de las universidades más prestigiosas! Estaba feliz, contenta, dichosa, tanto que no me di cuenta que alguien se colocaba al frente mío.

Corazones cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora