Epilogo.

5K 260 38
                                    

7 años después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

7 años después

—Voy tarde, pero voy, que agradezca que no lo he dejado plantado —resoplé, estaba prácticamente corriendo por culpa de ellas—. Esto no es buena idea Emily-

—Dani, tienes todo lo que una mujer desearía; tu propio negocio, un apartamento en el mejor sitio de la ciudad, un auto último modelo y una familia que te ama. Hasta Rosé que está en el cielo debe estar observándote con una sonrisota, pero también debe estar que reencarna para darte un regaño por ser tan terca —pensar en mi abuela siempre me ponía nostálgica, hace unos años nos abandonó con una sonrisa en su hermoso rostro y dejándome de heredera de absolutamente todo, gracias a ella pude iniciar mi propio negocio y vivir en mi sueño—. Solo trabajas y trabajas ¿Hace cuánto no tienes sexo? —su pregunta me atrajo a la realidad.

—Mi vida sexual está muy bien, gracias por tu preocupación Emily —le gruñí.

—Paula y yo estamos muy preocupadas por tu bienestar sexual, hasta el mismo Cam dijo que te veía muy sola.

Resoplé, era verdad, estos años me había preocupado por mi carrera, mi trabajo y mi familia, tenía todo lo que siempre soñé, sin embargo, seguía sintiéndome incompleta y frustrada. Me decía a mí misma que el amor era algo con lo que podría vivir, pero cuando veía a mis amigos sonreír con sus parejas me sentía demasiado solitaria.

Paula y Elías tendrían pronto a su tercer hijo y estaban más que felices, y Cam y Emily estaban comprometidos, hasta mi padre había conocido una buena mujer y hace unos años inició un noviazgo que aprobé con todo mi corazón, ahora se encontraba viajando por el mundo y disfrutando. Y yo... yo estaba sola, aunque todos los días estuviera rodeada de gente, mis noches eran deprimentes al ver mi solitario y oscuro apartamento.

Lo intenté, nadie podía decir que no lo hice, tuve varias relaciones, todas terminaron siendo un fracaso y estaba harta de intentar encontrar al amor de mi vida. Si, mis sueños monetarios y profesionales se habían cumplido, pero también tenía el sueño de casarme jodidamente enamorada, tener una familia hermosa, hasta tener un perro. Quería envejecer con alguien a mi lado y que esta persona me ayudara a crear y cumplir más sueños. Pero ya me había rendido en esos aspectos, estaba agotada de seguir intentándolo.

—Sigo negándome rotundamente a esto, que él no crea que me llevará a su cama así porque sí, solo Dios sabrá a quién han conseguido.

—Es tu primera cita a ciegas, disfrútalo.

— ¡Fállatelo! ¡Está buenísimo! —escuché el grito de Paula a lo lejos y no pude evitar reirme.

Ya estaba llegando al restaurante donde conocería a mi cita a ciegas, mis dos amigas estuvieron una semana dando lata y terminé por aceptar, no tenía muchas expectativas al respecto, siempre intentaban presentarme hombres como si fueran platillos de un menú, ya estaba agotada de buscar algo que era imposible de encontrar.

— ¿La mesa está a nombre de Cameron? —pregunté mientras me detenía al frente del restaurante que me habían indicado, desgraciadamente mis amigas no podían ver mi cara a través del teléfono, sin duda se darían cuenta de mi nivel de estrés en esos momentos.

—Sí, solo disfruta —noté mucha emoción en la voz de Emily, esto sin duda iba a ser un desastre.

Tenía 27 años recién cumplidos, solo quería ahogar mis penas amorosas inexistentes en alcohol y adoptar un cachorro, quizá dos, y un gato, si, sin duda quería un gato también. Estaba segura que con su compañía me dejaría de sentir tan sola. Además, si de sexo se trataba, mi amiguito Ryan Reynolds color purpura con tres niveles distintos de vibración y con un tamaño aceptable, estaba dispuesto a ayudarme con mis necesidades. ¡No necesitaba una cita a ciegas!

Suspiré y entré al restaurante, di el nombre de Cam y me acompañaron hacía mi mesa mientras me quitaban la chaqueta; me había puesto un vestido ceñido al cuerpo color azul marino, con unos tacones negros, mi cabello rubio iba bien arreglado y estaba maquillada sutilmente. Noté que mi acompañante ya estaba ahí y me decepcioné al verlo de espaldas, quería saber que tan bueno estaba para que mis amigas insistieran en que durmiera con él.

¡Malditas depravadas sexuales!

—Señor dame paciencia, que no sea un pervertido —susurré para mí misma.

Alisé mi vestido y rompí la distancia, era mejor saber con quién trataría de una vez y terminar rápidamente con eso.

—Buenas, mi nombre es Daniela Vera... —dije mientras me sentaba, sin embargo, cuando mis ojos chocaron con aquel hombre me quedé muda.

—Hola —una sutil sonrisa se formó en sus labios ocasionando la aparición de sus hoyuelos y yo creí morirme ahí mismo. Después de tanto tiempo volvía a ver su mirada profunda y seguía provocando lo mismo que cuando éramos adolescentes.

—Tho...mas... —pronuncié su nombre tartamudeando—. ¿Esto lo planeaste tú? —pregunté aún sorprendida. ¿Era real? ¿No era un sueño?

Lo había visto tantas veces por medio de fotos y si, ambos habíamos intercambiado un par de mensajes por redes sociales, bueno, no un par, para ser sincera teníamos nuestras épocas en las que hablábamos hasta el amanecer, siempre por mensaje o por llamadas, pero, también había momentos en que decidíamos dejar de hacerlo y vivir nuestras respectivas vidas, sentíamos que hablar con el otro nos estancaba en algo que no se podría a la distancia. Las cosas entre nosotros no fue fácil, pero con el tiempo aprendimos y maduramos y pudimos dejar el pasado atrás.

La última vez que habíamos hablado fue hace más de tres meses y la última vez que lo tuve cara a cara fue hace más de siete años. ¿Tanto tiempo había pasado? Ahora, mientras lo tenía en frente de mí el tiempo dejó de tener importancia.

—No sabía que eras tú, acabo de instalarme en la ciudad, llegué hace unos días, quería avisarte, pero no encontraba el momento perfecto para hacerlo, además, Cam y Elías querían que asistiera a esta cita con tanta insistencia que acepté para que me dejaran respirar —sonrió mostrando su bella dentadura y caí, caí rendida a sus pies como si fuera una adolescente.

—Debiste avisarme —pasé mi mano varias veces por debajo de mi mentón y suspiré—, así que esto planeaban nuestros amigos.

—Lo agradezco.

— ¿Ah? —creí haber escuchado mal por lo bajo que lo dijo.

—Que agradezco que nos hayan reunido, ahora puedo devolverte algo que siempre ha sido tuyo —me quedé en silencio mientras se desabrochaba una cadena casi imperceptible, cuando la alzó pude ver un anillo colgado como si fuera un dije y mis ojos se abrieron como platos.

— ¡Oh Dios mío! —prácticamente le arrebaté el anillo y la cadena de las manos mientras lo observaba con los ojos llorosos. Cuando alcé mi cabeza y me encontré con su mirada supe que no tendría que buscar por otro lado lo que siempre había tenido al otro lado del mundo, solo que ahora no estaba al otro lado del mundo, estaba a mi lado. Siempre le dije a Thomas que quería mi anillo de vuelta y él siempre me respondió que me lo daría el día que me viera. Nunca entendí sus razones, pero yo solo quería mi recuerdo.

—Ahora que te lo doy de nuevo, debo decir que viene con las mismas condiciones que cuando éramos jóvenes —apreté con más fuerza la cadena entre mis manos—, quiero lo mismo, pero mejor.

— ¿Cumplirás tus antiguas promesas? —una lagrima solitaria se desplazó por mi mejilla.

—No, te haré nuevas, y esta vez será para siempre.

—No existe un para siempre.

—Para nosotros sí.

Corazones cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora