29. Así es Paula.

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—Daniela

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—Daniela... Daniela... —Paula empezó a mover mi cuerpo y le gruñí, solo quería dormir— ¡Levántate! —me gritó y sentí su peso encima de mí golpeándome con fuerza.

La amaba, pero la quería matar. Abrí mis ojos furiosa dispuesta a asesinarla con mis propias manos. La noche anterior había sido maravillosa en todos los sentidos, no solo porque me reconcilié con Thomas, sino que también porque nos dimos cuenta que ambos compaginamos muy bien en el sexo, demasiado bien debería decir.

No nos habíamos conformado con una vez, sino que estuvimos por horas disfrutando de nuestros cuerpos, pero cuando me di cuenta la hora supe que era momento de descansar, pero vaya sorpresa me llevé cuando mi entrepierna se quejó de tanto uso en tan pocos intervalos de tiempo, ja.

La cuestión es que corrí y llegué a casa a las 7:00 am, mi padre no se encontraba ya en casa, pero sospeché que no sabía de mi ausencia, porque uno; él nunca entra a mi cuarto sin permiso, y dos; ahora que está Paula, menos que se asoma por esos lejanos horizontes. Sin embargo, mi preocupación era Paula, pero me tranquilicé al verla roncando y babeando como si no hubiera un mañana.

— ¡Maldita sea Paula! ¡Déjame descansar! —la empujé lejos de mi cuerpo y me senté en la cama pasando mis manos por mi rostro para terminar de despertarme correctamente.

Cuando mis ojos y los de ella conectaron noté su sonrisita perversa asomándose.

—Tranquila, tu padre no se ha dado cuenta que saliste a mitad de la noche y tuviste horas de sexo intenso —mis ojos se abrieron de la sorpresa—, ¿Crees que no me di cuenta de tu ausencia? Joder, soy una excelente actriz, te vi entrar en la mañana caminando como pingüinito —intentó imitar el caminado de un pingüino y sonreí—, uff, yo también extraño mis momentos de sexo intenso en los que me dolían las piernas y hasta el alma.

—Que bien por ti —murmuré mientras bostezaba y estiraba mis brazos.

—Joder, necesito un consolador al cual llamé Justin Bieber —sonrió y yo hice una mueca de desagrado.

—Te compraré uno azulito, y lo llamaremos Harry Styles —le seguí el juego.

—Mi consolador, mis reglas —ambas reímos—, ahora levántate, he preparado un delicioso almuerzo, también hice el desayuno, pero te lo perdiste.

Asentí y me levanté de la cama, seguía doliéndome la entrepierna y las piernas por los diversos ejercicios hechos anoche, pero era soportable, sin embargo, cuando llegué a la mesa encontré un extraño platillo que nunca había visto en mi vida

—Es arroz con pollo —dijo gruñendo, de seguro no estaba contenta con su resultado, pero yo no planeaba criticarlo—. Toma —colocó mi celular a mi lado—, tu amor ha estado llamando toda la mañana —suspiró dramáticamente mientras miraba el techo—, lo saqué de la habitación para que no te despertara el ruido, prefería levantarte yo a mi modo —su sonrisa gatuna apareció y le sonreí de vuelta.

Tomé el celular y me di cuenta de que tenía tres llamadas perdidas de mi novio, fue inevitable no sonreír y le devolví la llamada sin esperar.

—Uy, hasta que la bella durmiente despierta —su risa era hermosa y le daba calidez a mi corazón, me encantaba escuchar esa voz gruesa y llena de emoción.

—Pero mi príncipe no me despertó con un beso —miré la mueca de desagrado de mi mejor amiga y me reí, ni siquiera yo sabía cómo me salían esas palabras así de así—, es más, me levantó fue sherk a punta de maltratos.

Paula me sacó el dedo medio y escuché como Thomas reía al otro lado de la línea.

— ¿Qué te parece si hoy salimos en la noche? Quiero tenerte solo para mí —sonreí como estúpida mientras cogía la cuchara para empezar a comer el extraño arroz con pollo.

—Me parece excelente... ven a recogerme a las 7.00 pm —metí comida en mi boca e intenté por todos los medios no hacer una mueca de desagrado.

—Te amo.

—Yo te amo más —era consciente que tenía una cara de idiota, Paula estaba observándome como si yo hubiera perdido la cabeza.

—En eso no me ganas nena —bromeó.

—Te amo como las estrellas aman a la luna —solté, me puse roja ante esa cursilería ¿Qué me pasaba? ¿Cómo podía yo, Daniela Vera, soltar semejante tontería?

—Yo te amo como la arena ama el mar, siempre están juntos —continuó él, casi se me sale el corazón del pecho.

—Yo te amo la misma cantidad que las estrellas del cielo multiplicado por mil —me mordí el labio.

—Mierda —gruño divertido—, yo lo que dijiste por el infinito —reí.

—Yo por...

— ¡Cállense! ¡Par de tarados! —gritó Paula con una sonrisa en su rostro.

—Bueno, te dejo, mi mejor amiga está punto de asesinarme.

—Espero que revivas para esta noche —me gustaba su tono de voz y lo que indicaba tras de él. Ambos colgamos y dejé el celular en la mesa. Inmediatamente mi amiga abrió su boquita.

—Ese hombre ha de ser un Dios en el sexo, porque para volverte una idiota se requiere mucho. Has dicho te amo como cuarenta veces en dos minutos, cuando antes la pensabas hasta para decirme un te quiero —verla tan alegre con mi alegría me daba mil años de vida.

—Paula —la miré con una sonrisa—, estoy vuelta mierda por ese hombre, lo amo, lo quiero, lo adoro, yo... no sé qué me pasa con él —no quería ocultárselo ni a ella ni a nadie, quería gritarlo a los cuatro vientos y que se enteraran todos los habitantes de este mundo.

—Solo advierto, si te rompe el corazón le corto las bolas.

—Te embarazaste y estas más grosera que nunca, y esta cosa esta horrible —reí señalando el plato de comida.

—Lo sé, ya viene la pizza, solo quería practicar y no me salió bien.

Corazones cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora