Capítulo veintidós

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Dos semanas. Dos semanas habían pasado desde que Scott se fue, dejándome sola. Nunca iba a descubrir qué había detrás de la muerte de Blake. Yo sola no podía, no tenía ni la más mínima idea de qué hacer. Los demás agentes no me inspiraban la suficiente confianza. Solo Scott. Pero Scott ya no estaba.

Algo tenía que hacer y entre más lo pensaba más me agobiaba. Ni siquiera mis amigos podían ayudarme, porque estaban muy ocupados con sus cursiladas como para prestarme atención a mí.

Pero de repente recibí una llamada de Megan.

―Vaya... ¡qué grata sorpresa! ―exclamé, aunque no demasiado contenta.

―¿Sorpresa? ¿Por qué?

―Porque desde que tienes novio tienes a las amigas abandonadas...―confesé.

―No tengo novio ―negó.

―Me da igual. Lo que sea ―respondí observando mis uñas.

―¿Quieres hacer algo hoy?

―¿Y Ryan?

Megan resopló al otro lado del teléfono, ―Déjate de boberías, ¿quieres o no?

―Qué humor tienes... ¿Qué pasa?

Ya me parecía a mí que demasiado raro era que llamara y más aún que quisiera hacer algo conmigo, en lugar de con su novio.

―Es... es Ryan.

―¿Qué pasa con Ryan?

―¿Podemos vernos en el centro comercial y hablar?

―Sí, claro. En media hora estoy por ahí.

―Gracias.

Y sin decir nada más colgué el teléfono.

Sí, sabía perfectamente que, en el fondo, me estaba utilizando. Por mucho que me costara creerlo de mi mejor amiga de la infancia, pero... estaba pasando por un mal momento y no podía fallarle. No iba a fallarle. Ella nunca lo hizo. O, por lo menos, nunca lo había hecho.

Al fin y al cabo los amigos están en las buenas y en las malas y sé perfectamente que, aunque su relación con Ryan lo haya torcido un poco todo, si yo tuviera un problema ella estaría ahí sin pensárselo ni un segundo. Por eso yo no lo pensé ni un segundo. Yo iba a estar allí.

Me di una rápida ducha que, para mi sorpresa, no duró más de cinco minutos. Eso era porque no me había puesto música... Elegí un bonito vestido, porque ese día hacía muchísimo calor, y después de peinarme y darle un poco de color a mi cara, salí hacia el centro comercial.

Vale. Había tardado cuarenta minutos, pero así era yo y ella lo sabía, así que no creía que hubiese ningún problema.

La encontré nada más entrar, sola sentada en un banco y con la peor cara que nunca le había visto.

―Hola ―dije cuando me encontraba a su lado.

Megan se levantó casi de un salto, ―Gracias por venir.

Intentó esbozar una sonrisa, pero no le salió. Me estrechó en un fuerte abrazo y su cuerpo empezó a temblar. Ahí supe que estaba llorando.

―Eh... ¿qué pasa?

―Joder... ―susurró limpiándose las lágrimas―. ¿Me acompañas al baño?

―Claro, vamos.

Por suerte no había nadie en el baño y pudo desahogarse tranquilamente.

―Ryan... Ryan no quiere estar conmigo ―confesó por fin.

―¿Qué? ¿Por qué?

―No lo sé... Simplemente dice que no quiere, no está preparado para una relación seria.

Lo que ocultan sus ojos ✔ | #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora