Capítulo veinticuatro

525 57 20
                                    

Había quedado con Megan en mi casa esa misma noche. Por suerte mis padres se iban de cena romántica, así que podía llevar mi plan a cabo sin ningún tipo de inconveniente.

―¿Tienes ya todo preparado? ―preguntó Scott al otro lado del teléfono.

―Sí, he comprado como cinco bebidas diferentes. Si no se emborracha con eso...

―Genial. Asegúrate de que esté del todo borracha.

―Lo haré.

―No te preocupes por nada, nosotros vamos a estar al pendiente de todo lo que pase e intervendremos cuando lo consideremos necesario. ―Suspiré―. Tranquila. Todo va a salir bien.

Me revolví el pelo, ―Eso espero...

―Te quiero, Leila.

Tragué grueso. No sabía qué decir, me había dejado sin palabras. Era la primera vez que me decía algo así.

―Voy a prepararme.

Y eso fue lo único que supe decir antes de colgar.

Dejé el teléfono sobre el escritorio y me tiré en la cama. Resoplé a la vez que me llevaba mis manos a la cara. ¿Lo quería? Eso creía... pero no sabía si estaba preparada para decirlo en voz alta.

Unos minutos más tarde me decidí a levantarme. Se estaba haciendo la hora y debía prepararme, así que me metí en la ducha. Me di una relajante ducha que duró más de lo que pretendía, pero me había sentado genial. Elegí un bonito conjunto y, después de ataviarme con él, sequé mi largo cabello para después peinarlo en una alta coleta que caía a la mitad de mi espalda.

Maquillé un poco mi cara para darle algo de color y decidí que era suficiente. Ya estaba lista.

Miré el pequeño reloj que se encontraba sobre mi mesita de noche y vi que tan solo quedaban cinco minutos para que Megan llegara. Siempre fue muy puntual. No le había dicho todo el alcohol que había comprado, así que sabía que se iba a sorprender y, sobre todo, a extrañarse. Megan me conocía a la perfección y sabía que yo no era muy amante del alcohol, pero esperaba que no sospechara nada. De ser así el plan se iría a la mierda.

Exactamente cinco minutos después, sonó el timbre.

―Tan puntual como siempre ―susurré.

―Hola, cariño. ―Saludó alegremente en cuanto abrí la puerta para después lanzarse a mis brazos.

Su boca olía a alcohol. Parecía que alguien ya venía contenta de casa.

Le correspondí al abrazo teniendo sumo cuidado de que la grabadora que tenía en mi bolsillo no cayera con el movimiento. Cuando nos separamos miré de reojo para asegurarme de que estaba grabando y una tenue luz roja me lo confirmó. La escondí un poco mejor para que Megan no viera la luz.

―¿Qué tal? ―pregunté sonriente, como si todo estuviera tan bien como siempre.

―Bien, bien. ―Me hice a un lado para dejarla pasar y cerré la puerta detrás de ella. Abrió los ojos como platos cuando vio las botellas en fila sobre la mesa―. ¿Y todo esto? ¿En qué momento te volviste alcohólica? ¿Qué me he perdido?

Estallé en una falsa carcajada, ―Aproveché que mis padres salieron para pasarlo bien. Hace tiempo que no nos emborrachamos juntas.

―Yo ya he bebido un poco...

¿No me digas? No se te había notado nada...

―¿Y qué importa eso? ¡Si eres la reina de la fiesta! ―exclamé intentando animarla.

Lo que ocultan sus ojos ✔ | #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora