Capítulo dos

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Mi madre mordía sus uñas nerviosa, con la mirada fija en el policía del bigote largo.

―¿Podríamos hablar a solas? ―pidió mirando directamente a mi madre, haciéndole saber que debería dejarnos solos.

―Sí, claro, ¿preparo té?

―No, gracias ―respondieron ambos al unísono. Yo la miré y negué.

Por fin nos dejó solos, mi corazón cada vez latía más rápido. No entendía a qué se debía esta visita ni de qué podía tratarse. Blake decidió acabar con su vida, ¿qué hacía la policía en todo esto?

―Antes que nada debe saber que no está obligada a responder a nada, si desea que nos marchemos no tiene más que hacérnoslo saber.

―No, no. Si se trata de Blake lo haré. Quiero ayudar en lo que pueda. ¿Puedo saber de qué se trata? ―No pude aguantar más.

―Claro. La señora Williams nos ha pedido desesperadamente que investiguemos el caso.

―Pero... ¿por qué? ―No quería resultar sospechosa, si de eso se trataba, pero estaba completamente aturdida, no podía comprender nada.

―No cree en el hecho de que por la cabeza de su hijo haya podido pasar el hecho de hacer una cosa así. Ni siquiera pasar.

―Entiendo... A mí también me cuesta creerlo. Blake era un chico muy feliz ―confesé.

―Es exactamente el mismo motivo que le hace dudar a ella.

―Pero por muy feliz que veamos a una persona, no podemos saber qué es lo que pasa por su cabeza.

―Estoy de acuerdo. Sin embargo, es lo que la señora nos ha pedido y no podemos negarnos, este es nuestro deber ―explicó―. Mi nombre es Scott y él es mi compañero Bob, quien te tomará declaración.

Simplemente asentí nerviosa.

―Empecemos. Blake estuvo aquí la noche de su muerte, ¿cierto?

―Cierto.

―¿A qué hora se fue a su casa?

―No recuerdo la hora exacta, pero tal vez sobre las 10 de la noche. Siempre se iba a esa hora.

Bob apuntaba todo en un pequeño bloc de notas, sin perder detalle y sin levantar la vista del papel.

―¿Qué hizo usted después de su partida?

―No salí de mi casa, me quedé en mi cuarto estudiando toda la noche.

―¿Volvió a saber de Blake esa noche?

―No. Siempre me llamaba al llegar a casa. Esa noche no. Me preocupó un poco, pero imaginé que se había quedado dormido. Le envié un mensaje y nunca recibí respuesta.

―¿Sabe que Blake esa noche no volvió a casa?

―¿Qué? ―Estoy segura de que mis ojos se habían abierto como platos.

―¿No lo sabía?

―No.

―Encontramos su cuerpo en mitad del bosque, atado en lo alto por una cuerda, ahorcado.

Me llevé la mano derecha a mi boca y comencé a llorar, horrorizada.

Por suerte mi padre apareció en ese momento, ―Creo que ya es suficiente. No es necesario dar estos detalles.

―Lo crea o no, esta conversación es muy necesaria para la investigación. Y más aún su hija, ya que fue la última persona que lo vio con vida.

Lo que ocultan sus ojos ✔ | #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora