Capi 20

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¿Qué tan raro es que tu amor platónico se mande a la mierda el solito?

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¿Qué tan raro es que tu amor platónico se mande a la mierda el solito?

Ese es el caso de Tweek en esa tarde. Tal vez era solo una suposición suya, pero lo escuchó con sus propios oídos y no lograba entender por completo lo que sucedió.

Se hallaba alucinando, tener la fotografía que sus padres eligieron pegada a la pared, junto con todo lo que contaban los rumores le estaban robando el 90% de su atención. La gente empezó a decir que Tweek y Craig estaban enamorados el uno del otro.

Era obvio que Tweek si, pero no sabía con exactitud que sea la misma situación la de Craig.

Incluso se convenció a sí mismo que era solamente algo que las asiáticas norcoreanas inventaron para bajar la guardia de Tweek. Con solo pensar en eso, sus vellos quedaban de punta.

Tenía ambos brazos apoyados en la barra y la mirada clavada al techo, no supo cuanto tiempo llevaba así, pero eso había impacientado a los clientes que esperaban ser atendidos en la cafetería.

Sus padres decidieron que era su hora de descanso. Antes de partir, le prepararon un café negro.

Justo pensaba marcharse de ahí cuando sus planes tomaron un giro inesperado al ver que Craig se asomaba al sitio, vistiendo sin su chuyo y sustituyéndolo con una gorra blanca de béisbol. Llevaba gafas oscuras y ropa negra; Tweek pudo jurar que si no fuera porque el azabache era alguien genial, se vestía así por gusto y no para pasar desapercibido.

Aunque si era esa su intención, a consideración de Tweek, no lo estaba logrando, pues detrás de él iban algunas asiáticas encantadas al ver en donde estaba.

—¡Gah! ¡C-Craig, ¿Por que trajiste a esas chicas aquí?!—, Tweek dejó su café en una mesa para sostener su cabello con las manos —¡Este es mi territorio, mi refugio! ¡No puedes traer al enemigo aquí!

—¿Qué? —Craig se limitó a sentarse en la silla frente a la taza sin despegar su mirada del alterado chico.

Comenzó a mirar los alrededores de la cafetería, intentando disipar la situación con otros temas, pero estaba obteniendo el resultado contrario, pues justo en el mostrados estaba enmarcada una fotografía de ambos chicos tomados de la mano. Eso le produjo un cosquilleo agudo en el estómago. No sé atrevió a mover la vista de ahí, sabía que si lo hacía se encontraría con las asiáticas locas, los padres asfixiantes del rubio, o con el rubio que le provocaba ardor en la cara. Ninguna de esas opciones eran buenas, a excepción de mirar la fotografía que le hacía sentir como si no estuviera pasando el tiempo.

—Eso—, comentó apuntando el cuadro —¿Lo hiciste tú?

Tweek llevó su atención a donde le apuntaban y movió con ferocidad la cabeza en forma de negación.

—¡No, Jesucristo! ¡Esos es de mis padres! ¡L-les pedí que no lo hicieran!

El rubio se dejó caer en la silla de la mesa donde se hallaba Craig, pasando ambas manos por sus cabellos con desesperación. Sus ojos miraban la fotografía con detenimiento, sus labios entreabiertos dejaban a la vista sus dientes perfectos. Es una vista mucho mejor que el de la fotografía, pensó Craig, pues en ese momento, Tweek se veía natural.

Sonríeme a MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora