Capítulo 12: «No hay esperanza para la Isla de los Perdidos»

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La vida de un ladrón siempre había sido miserable, a pesar de que él podía seducir a cualquier persona en la Isla –ésa es una de las ventajas de ser uno de los VKs más atractivos y abiertamente bisexuales de aquel lugar– con su encantadora sonrisa y su cabello largo, pero este joven nunca se había sentido tan asustado hasta ese preciso momento.

  Durante años Jay había visto como su padre –quien estaba lleno de resentimiento y sed de venganza– desquitaba su furia con él, la verdad era que él ya estaba acostumbrado a soportarlo pero esta vez la situación era diferente.

El joven ladrón tenía que admitir que hurtar lámparas viejas para entregárselas a su progenitor y de repente cargar con la responsabilidad de robar la verdadera lámpara de Aladdín había sido un cambio demasiado drástico en su vida, pero entendía la importante misión que se le había asignado.

  Jafar contaba con él y su hijo lo había decepcionado.

Y ahora tenía que pagar el precio.

— ¡Vuelve aquí ahora, mocoso ingrato! —Oyó la inconfundible voz del ex visir de Agrabah detrás de él y palideció, sin embargo aceleró el paso, no podía dejar que el hombre lo alcanzara. — ¿¡Cómo te atreves a huir de tu propia sangre, imbécil!?

— ¡Déjame tranquilo! —Suplicó el adolescente, aunque sabía que el villano jamás lo haría, pero no debía rendirse. — ¡Si tanto quieres tu mercancía barata, te la daré con gusto! —Accedió antes de sacar una vieja tetera que había escondido en su chaqueta y arrojársela sin siquiera mirar atrás, no podía darse el lujo de voltearse para ver si lo había golpeado con aquel objeto pues tenía que encontrar un lugar seguro en donde su progenitor no pudiera encontrarlo.

  Después de lo que había sufrido la noche anterior, había decidido que se había hartado, que no podía volver a la tienda de aquel adulto; ése ya no era su hogar.

Jay estaba cansado, no solo por los golpes que había recibido, sino porque todos los aparatos rotos que había robado y escondido en las prendas que vestía le pesaban muchísimo; él no podría seguir corriendo por mucho tiempo más.

  Mientras corría por las calles de la Isla, empujando a la gente que se interponía en su camino y recibiendo insultos por parte de ellos, intentaba buscar un refugio.

Observó a su alrededor sin dejar de correr, fue entonces cuando vio el graffiti de la silueta de Maléfica con el lema "Long live evil" en su interior y una idea apareció en su mente.

  Tengo que esconderme en la guarida, pensó el descendiente de Jafar.

Así que se dirigió hacia el mercado, sabiendo que su padre venía pisándole los talones, solo era cuestión de tiempo para que él lograra acorralarlo.

  Cuando llegó a la puerta de su destino, vio a uno de los enormes y estúpidos duendes que cargaba barriles probablemente llenos de cerveza en una carreta vieja, bloqueándole la entrada al mercado. Así que saltó la carreta y luego la derribó, logrando que el alcohol se derramara por el suelo, Jay sabía que aquella distracción bastaría para retrasar al villano que quería darle su merecido.

Se acomodó el gorro y comenzó a correr por el interior del mercado, esquivando puestos ambulantes y niños traviesos que hurtaban cosas, hasta que pudo salir de aquel laberinto infernal lleno de gente, se desvió por un callejón que él siempre había utilizado como un atajo para llegar al refugio que siempre había compartido con sus mejores amigos.

  Al salir de aquel callejón, notó que estaba en la esquina de su salvación, y no tuvo el valor para darse vuelta con el objetivo de asegurarse si había perdido al ex visir de Agrabah –una de las reglas de los VKs era que sus progenitores jamás podrían enterarse de la existencia de su refugio secreto–; aceleró la velocidad hasta que llegó a la entrada del edificio.

The Wand For The Guy || (WFTC #2) [Descendants]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora